Las resineras de Mazarete y la Avellaneda.
A muchos de
nosotros, viajando en coche por la carretera de Alcolea a Molina de Aragón, al
divisar el pueblo de Mazarete, nos ha
llamado alguna vez la atención la majestuosa chimenea de ladrillo que de manera
esbelta, sobresaliendo entre las ruinas del edificio donde se ubica, rompe desafiando al tiempo el paisaje rural. Igual nos ocurre, cuando más adelante, poco
antes de llegar a Anquela del Ducado junto al río Mesa y la carretera que lleva a Turmiel, observamos a mano izquierda
los edificios de otra vetusta construcción industrial.
Nos han contado
que en estos lugares existieron dos importantes fábricas de resinas que dieron
durante mucho tiempo trabajo a buena parte de los vecinos de los pueblos de los
pinares, pero poco más sabemos de ellas, de su historia y de su abandono
actual.
Con este
trabajo pretendemos dar a conocer, sobre todo a los más jóvenes, algunos apuntes
de la historia de estos viejos edificios, testigos de una intensa actividad
industrial en nuestra zona tristemente hoy desaparecida.
Era el mes
de septiembre del año 1876 cuando un joven Ingeniero de Montes, Calixto Rodríguez
García, gijonés de 28 años, llegó destinado al distrito forestal de
Guadalajara. Conocedor del potencial resinero del pino rodeno y de las amplias posibilidades industriales y
comerciales de sus productos, su espíritu emprendedor le llevó a tomar la decisión
de introducirse en la industria resinera.
Y para ello nada mejor que hacerlo en los extensos pinares del Alto Tajo
del partido judicial de Molina de Molina de Aragón.
Paralelamente
a su inicio industrial, C. Rodríguez se introduce en la política provincial
como colaborador del periódico La Verdad,
desde donde lanza sus ideas republicanas, apoyándose además en sus actividades
industriales. Para ganarse el apoyo de la población del Señorío de Molina no
dudará en efectuar a su cargo determinadas obras públicas de mejoras en los
pueblos, como la traída de agua potable desde un manantial hasta la fuente
pública en Rillo de Gallo (donde se erigirá un busto en su honor), la
construcción de varias fuentes públicas en Molina, los donativos a la
Beneficencia, etc. Así se conformaría lo que según algunos autores se ha definido
como la imagen de un “cacique bueno”...
El artículo completo, y todos los demás de este blog, los puedes encontrar en el libro recopilatorio:
De nuevo gracias por dar a conocer otro capítulo de la historia de nuestra tierra.
ResponderEliminar¡Cuántas veces hemos pasado de largo por delante de los restos de esos dos edificios resineros!
Los papás nos han hablado muchas veces de la suntuosidad del palacete de la Avellaneda que tuvieron la suerte de visitar en el año 1965, muy lejos de la humildad de los hogares de su entorno.
Me ha parecido maravilloso leer todo esto. Calixto debería ser conocido en toda España por su visión de futuro y por levantar económicamente la zona. Es una pena que España sea el país de los ingratos.
ResponderEliminarTambién me sorprende que el incendio de la Avellaneda se apagase en menos de un día y que el incendio de 2005 de la Cándida fuese imposible de apagar, tomando en cuenta que los medios actuales son mucho más avanzados.
Visitar la Cándida es algo especial, aún entre ruinas se puede sentir el cariño con el que levantó sus fabricas D. Calixto. Es una pena que todo esté desapareciendo y que nadie haga algo por salvar esas fabricas.
La historia se respira allí y no deberían dejar que desaparezca.
Por cierto, muchas gracias por tan excelente documento. Leerlo es como estar viviendo la vida de ese época.
ResponderEliminarSoy sobrina biznieta de calixto que dio la carrera a su sobrino, mi abuelo Isidro rodriguez zarracina, ingeniero industrial y me gustaria mas datos sobre el
ResponderEliminarQue suerte, realmente admiro muchísimo a Calixto y lo adelantado que era para su época.
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