La fusión voluntaria de los Ayuntamientos de Maranchón, Balbacil, Clares, Codes y Turmiel.





Maranchón, 1981



     En momentos de crisis económica, como los que actualmente estamos viviendo, la necesidad de recortar gastos en la administración pública lleva a algunas fuerzas políticas y sociales a lanzar diversas propuestas referentes a la reestructuración de las entidades administrativas tradicionales, abogando por ejemplo por la eliminación de diputaciones provinciales y/o comarcas, o por la fusión de aquellos pequeños ayuntamientos de localidades con escasa población y recursos.

     Los motivos alegados por los defensores de estos nuevos modelos territoriales siempre han sido, a lo largo de los años, la búsqueda de una mayor racionalización de la administración local y la prestación de más y mejores servicios a sus habitantes, ahorrando supuestamente además una enorme cantidad de dinero anual a la hacienda pública. Si esto es así o no, no entramos a valorarlo.

    Numerosas y variadas han sido las propuestas reformistas de las administraciones locales en los siglos precedentes, si bien hay que decir que finalmente, por unas causas u otras, pocas han llegado a ser puestas en práctica. Como ejemplo de ellas cabe destacar, en Guadalajara, la propuesta de reforma municipal magníficamente documentada y defendida por D. Narciso Muñiz de Tejada (1), gobernador de Guadalajara, presentada ante el Ministro de la Gobernación. De esta profunda reforma, que finalmente quedó en el tintero, nos ocuparemos en otro artículo. 



       Durante los años 50 del pasado siglo, en España se inicia un elevado crecimiento de la actividad industrial, una vez sorteada la grave situación económica sufrida durante la posguerra. Ello marcará el inicio de una fuerte emigración de la población rural hacia las grandes ciudades y sus cinturones industriales, atraídos por la mejora de las condiciones laborales y familiares. 



      Los pueblos españoles irán poco a poco perdiendo población, y con ello los recursos de sus ayuntamientos para prestar los servicios públicos básicos. En Maranchón y pueblos cercanos se inician los recortes en los gastos corrientes de sus ayuntamientos. Así Clares y Mazarete compartirán el Secretario municipal a partir del 1 de abril de 1957, fecha de la jubilación del hasta entonces Secretario de Clares, Indalencio Rayado. A pesar del esfuerzo de las administraciones por dotar de mejoras e infraestructuras a nuestra zona, tales como la sucesiva llegada de la luz, el teléfono público, arreglos en los suministros de agua potable, etc. la progresiva disminución de la población traería consecuencias muy importantes a los pueblos, casi vitales, como el cierre de las escuelas hacia 1967. Esta emigración afectaría incluso a la propia actividad institucional de los ayuntamientos. Como ejemplo de ello, el 10 de septiembre de 1965, el alcalde de Clares, Celedonio Tabernero García, renuncia a su cargo por traslado de residencia a Zaragoza (2). 



         La necesidad de una reforma administrativa local que trate, entre otros, de paliar los graves problemas municipales...

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