La ganadería en la Paramera de Maranchón y alrededores en 1752





Que la ganadería ha constituido a lo largo de la historia, junto con la agricultura, los dos pilares básicos de la economía y subsistencia de los pueblos de la Paramera de Maranchón y su alrededor es un hecho incuestionable.

En este capítulo, publicado en el libro "Memoria de una tierra dormida", nos situaremos a mediados del siglo XVIII para gracias al Catastro del Marqués de la Ensenada, estudiar y analizar la cantidad y diversidad ganadera existente en ese momento en los pueblos de la zona.

Bajo el reinado de Fernando VI, el Marqués de la Ensenada trataría de agrupar en una Única Contribución la diversidad de tributos existentes entonces en “las Castillas” (alcabalas, cientos, millones…). Con este fin se elaboraría el Catastro, cuyo primer paso sería la recopilación directa entre 1750 y 1754 a nivel local de todos los datos económicos y que constituirían las llamadas Respuestas Generales. Así, las autoridades locales deberían contestar un formulario impreso, llamado Interrogatorio, consistente en 40 preguntas referentes al nombre, límites, jurisdicción, fuentes de riqueza de los vecinos y el concejo, incluyendo campos, casas, cultivos, ganadería, comercio e industria, y número de vecinos.

Para obtener los datos analizados en este trabajo hemos empleado las respuestas aportadas en cada localidad a tres de estas preguntas (1) , concretamente a las siguientes:

19ª - “Si hay colmenas en el término, cuántas y a quien pertenecen”.

20ª - “De qué especies de ganado hay en el pueblo y término, excluyendo las de coche y caballos de regalo; y si algún vecino tiene cabaña o yeguada que pasta fuera del término, dónde y de qué número de cabezas, explicando el nombre del dueño”.
En esta pregunta hay que precisar que no se incluyó el ganado llamado “de corral", es decir, la avicultura y cunicultura, y que sin duda era entonces de vital importancia para la economía doméstica. Así mismo, el ganado consignado era aquel propiedad de sus vecinos independientemente de que pastase en el término municipal, fuera de él, o fuese trashumante, lo que ocurría en nuestra zona, sin incluirse aquel que como la propia pregunta indicaba, no tuviese una utilidad estrictamente ganadera, como por ejemplo las bestias de carga o de tiro de arrieros y carreteros y las caballerías de uso privado. 

21ª - “De qué número de vecinos se compone la población y cuántos en casas de campo o alquerías”. 
A esta pregunta las respuestas dadas en cada localidad fueron diferentes. En algunas se contabilizaron como vecinos a los clérigos, mientras que en otras no; en unas, las viudas hacendadas se registraron como vecinos, mientras que en otras no se especificaría; incluso en muchos pueblos las viudas no hacendadas se contabilizarían como medio vecino cada una. Por todo ello, ante esta disparidad de criterio, tenemos que advertir que las cifras aquí referidas al número total de vecinos deben tomarse como bastante aproximativas pero no exactas. E insistimos, esta cifra se refiere a “vecinos”, no a número de habitantes, conceptos muchas veces confundidos.

Como señalamos en el título, hemos centrado la atención del análisis sobre los pueblos ubicados en la Paramera de Maranchón y su alrededor, independientemente de que hoy pertenezcan a las provincias de Guadalajara o Soria. Concretamente, los pueblos seleccionados son los siguientes: Aguilar de Anguita, Anguita, Anquela del Ducado, Balbacil, Ciruelos del Pinar, Clares, Codes, Iruecha, Judes, Layna, Luzón, Maranchón, Mazarete, el desaparecido Obétago, Tobillos y Turmiel. En 1752, el número global aproximado de vecinos entre todos ellos era de 1.030, distribuidos de la siguiente manera:



1.- Ganado Mayor:

a) Bovino:

Seguramente resulte extraño hoy comprobar la existencia en la zona de un número considerable de cabezas de ganado bovino en aquella época, cuando en la actualidad prácticamente ha desaparecido. Sin embargo, su presencia en ella ya desde siglos anteriores está ampliamente acreditada (2).

Según las Respuestas Generales, entre los pueblos analizados se contabilizaban por entonces un total de 1.249 reses, incluyendo animales de todas las edades: bueyes, vacas, terneros…, destacando las 223 cabezas que poseía Anguita, las 193 de Maranchón, con un promedio de casi dos reses por vecino, o las 143 de Luzón. En el lado opuesto, podríamos citar el caso de Balbacil e Iruecha, quienes no hacen constar en sus Respuestas la propiedad entre sus vecinos de ninguna cabeza de bovino.



En el año 2000, tan sólo mantenían ganado vacuno Ciruelos del Pinar y Luzón, con 266 y 67 cabezas respectivamente (3).

b) Caballar:

También es bastante notable el número de cabezas de ganado caballar en los pueblos analizados, con un total de 394 ejemplares entre caballos, yeguas y potros. Entre las localidades con más reses cabría destacar a Luzón, con 84 ejemplares, seguido a bastante distancia por Mazarete con 50, aunque con un promedio de cabezas por vecino superior, o Balbacil con 42. En un término medio estaría Codes, con 27, y Aguilar y Clares con 24. Llama la atención en este caso la ausencia de ganado caballar en Judes en este tiempo.




c) Mular:

En cuanto a las mulas y machos, importantísimos en las labores agrícolas, la cabaña total de los 16 pueblos estudiados ascendía en ese momento a los 992 ejemplares, siendo Maranchón el mayor poseedor de estos animales con 149. De ello bien podríamos suponer que este elevado número podría deberse al trato muletero que llevaría a la villa a ser conocida a nivel nacional e incluso internacional. Sin embargo, distribuido el número de ejemplares entre el número de sus vecinos, la media nos da una cifra muy similar a las del resto de los pueblos de la zona nunca dedicados a esta actividad. Así pues, podemos afirmar que la importancia del trato de caballerías en Maranchón todavía no había surgido en aquellos años, sino que lo haría más adelante, bien entrado el siglo XIX. Tras Maranchón, Iruecha y Codes serían los mayores propietarios de ganado mular, con 120 y 116 cabezas respectivamente. En situación opuesta estaría curiosamente Anquela, con tan solo dos ejemplares declarados, o Ciruelos con cuatro.



d) Asnal:

Tan importante como el caballar o el mular eran los pollinos y pollinas en aquella época, censándose entre los pueblos del estudio un total de 785 ejemplares. Aquí serían los vecinos de Anguita quienes destacarían en el número de cabezas de su propiedad: nada menos que 140, “tocando” a más de un borrico por vecino. Les seguían en número, los 78 pertenecientes a los judeños y los 72 de los maranchoneros. Ya con bastantes menos estarían Balbacil, con 48, Codes con 46, o Clares con 27 ejemplares.



2.- Ganado menor:

a) Ovino:

El ovino sería sin ninguna duda el ganado predominante en la zona, tanto por el número de cabezas como por la calidad de sus ejemplares, perfectamente adaptados a las condiciones geográficas y medioambientales ya desde tiempos inmemoriales. Además de aportar algo de proteína a la escasa dieta de sus dueños y del beneficio económico obtenido de la venta de su carne y lana, generaba una gran cantidad de trabajo a los numerosos pastores contratados para su cuidado.




Fundamentalmente, dos razas de ovejas eran criadas en la zona: las ovejas extremeñas merinas y las ovejas churras. Las primeras, de lana blanca o negra de mejor calidad, eran generalmente llevadas en trashumancia hacia las denominadas “extremaduras”, tales como el Campo de Calatrava o el Valle de la Alcudia en Ciudad Real, permaneciendo allí desde inicios de noviembre hasta finales de abril protegidas de los crudos inviernos del páramo maranchonero. Como hemos señalado, su principal destino productivo era la obtención de lana fina. Las ovejas churras, nombre usado para englobar al resto de variedades que no producían lana merina, eran más resistentes y estaban mejor adaptadas al clima y terreno agreste del páramo. Con lana de inferior calidad, también blanca o negra, eran preferidas para la obtención de su carne y leche, quedando generalmente “estantes” durante todo el año dentro del término municipal (4).

El cómputo global de ganado ovino, tanto churro como merino, entre los 16 pueblos a los que nos referimos sumaba un total de 41.257 cabezas aproximadamente hacia 1752. Maranchón, con 5.740 cabezas, era el mayor productor, seguido por Codes con 4.794, Balbacil con 4.786, Luzón con 4.470 e Iruecha con 4.220. Como curiosidad Tobillos, con 27 vecinos, y Obétago, con solo 9, poseían 310 y 175 ovejas respectivamente.

En el año 2000 el municipio de Maranchón, incluidas las pedanías de Clares, Balbacil, Codes y Turmiel, mantenía un total de 4.103 ovejas, casi un 22% de las 18.701 que sumaban estos pueblos en 1752. Por su parte, Anguita conservaba 1.639 de las 3.900, Mazarete 670 de las 1.245 y Luzón tan solo 395 de las 4.470 que entonces tenía.

b) Caprino:

Este ganado, cuyo destino fundamental era la obtención de su leche y la elaboración de quesos, también era muy abundante en aquella época en todos los pueblos. Pero sin ninguna duda destacaría muy por encima de ellos la cabaña existente en Judes, quien poseía nada menos que el 25% de las 4.456 cabezas existentes entre los 16 pueblos estudiados, es decir 1.118 cabras. Le seguía en cantidad el vecino Iruecha, con 864 cabezas, Luzón con 585 y Codes con 472. Creemos que las especiales condiciones orográficas y de vegetación de los términos de estos pueblos (sabinares, terrenos rocosos…) influyeron decididamente en la dedicación de sus terrenos al pastoreo de este tipo de ganado con una finalidad económica, mientras que en el resto de los pueblos se utilizaba más por sus propietarios como fuente para el autoabastecimiento de leche y queso.

Llamativamente, en Maranchón solo se contabilizaban en aquel momento 95 cabezas de cabrío, una más que en Layna, mientras que en Anquela solo había dos.




Según el censo ganadero de 2000 ya referido (5), los pueblos que mantenían ganado caprino en sus términos eran: Anguita, con nada menos que 1.364 cabezas, Luzón 505 (casi las mismas que en 1752), Anquela del Ducado 49, Maranchón las mismas y Mazarete 4.

c) Porcino:

Otro elemento fundamental, básico para la supervivencia de la población durante muchos siglos en cualquier punto no solo de esta zona sino de toda España, sería el ganado porcino. Las casas que podían criar al menos un cerdo al año, ni mucho menos todas, tenían asegurado al menos un trozo de tocino, morcilla o chorizo que llevarse a la boca, añadiendo con ello algo de “chicha” y manteca al cocido, las “bichas” o las patatas.

Pues bien, en torno al año 1752, el número total de cerdos entre los 16 pueblos referidos era de 2.021 ejemplares: 378 eran propiedad de Iruecha, con una media de casi 4 cerdos por vecino, mientras que 320 correspondían a los 102 vecinos aproximados de Maranchón. A cierta distancia, aunque con un número muy importante se encontraba Codes, poseedor de 205 cochinos. En el lado opuesto Anquela, con 22 vecinos, disponía únicamente de 16 ejemplares.





3.- Pies de colmena:

No menos importante que el ganado en esta época sería la producción de cera y miel procedente de las colmenas. Así, la cera era fundamental para la confección de velas con las que alumbrarse en la oscuridad, mientras que la miel era un excelente complemento energético, además de edulcorante, de la dieta de los aldeanos.

En estos años el número total de colmenas instaladas en toda la zona alcanzaba las 2.094 aproximadamente. El principal productor de cera y miel era Layna, con 535 colmenas, seguido a bastante distancia por Judes, que sumaba las 313, Codes 242 y Anguita 219. Maranchón, donde existían varios lagares de cera, disponía de 174 colmenas, y Clares de 62. Si exceptuamos al pequeño Obétago que no tenía ninguna, Balbacil, con tan sólo 19 pies, era quien menos poseía entonces.




Para finalizar este repaso a la ganadería de la zona en 1752, insertamos a continuación para su consulta la tabla con el censo pormenorizado de cada pueblo:




© Antonio Bueno Tabernero.



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Notas:

[1] Los datos cuantitativos a las preguntas 20ª y 21ª no aparecen en las Respuestas de Ciruelos, Judes y Luzón, por lo que las hemos extraído del “Censo Ganadero de la Corona de Castilla en 1752” editado por el INE en su versión web.

[2] Ver en el libro "Memoria de una tierra dormida" el capítulo titulado: “Denuncia del Común de Villa y Tierra de Medinaceli contra el duque D. Juan Luis de la Cerda en 1588”.

[3] Censo ganadero por municipio. Año 2000”. www.castillalamancha.es.

[4] Álvarez Bartolomé, S.; “Las ovejas negras de la Celtiberia”. Revista de Soria, nº 77. Diputación Provincial de Soria, 2012.

[5] Ídem nota 3.


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"Memoria de una tierra dormida"
"Clares y alrededores. Una mirada al pasado" 


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