LA IGLESIA DE BALBACIL TRAS LAS REFORMAS DEL SIGLO XVIII

 




    A 9 kilómetros de Maranchón siguiendo por la carretera GU-407 y tras dejar a la derecha el pueblo de Clares, llegamos hasta la localidad de Balbacil. Ya desde lejos dos vetustas construcciones nos anuncian su presencia: a la derecha y sobre un cerrillo, los restos de su torre medieval, reacondicionada después como palomar, y a la izquierda, presidiendo la ladera sobre la que se asienta el caserío, la imponente iglesia parroquial dedicada a la Inmaculada Concepción, cuya visita sin duda merece la pena hacer. 

Pila bautismal románica de Balbacil.
    El templo, documentado por vez primera en 1197 [1], ha sufrido desde entonces, como no podría ser de otra manera, numerosas reparaciones, reformas y ampliaciones: en unas ocasiones para paliar su deterioro, otras para dar cabida al aumento de feligreses, y otras para adaptarse a los cánones arquitectónicos y artísticos imperantes en cada época. Pero sin duda, de manera similar a lo que sucedió en otros muchos templos de su alrededor [2], la transformación más profunda tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo XVIII, quedando a partir de entonces prácticamente definido el edificio que hoy podemos contemplar.

    Antes de entrar a conocer las obras realizadas en la iglesia durante este periodo, haremos unas anotaciones del aspecto aproximado que presentaba el edificio hasta ese momento: de planta rectangular, el templo disponía en su cabecera de una capilla mayor cuadrangular, algo más larga que ancha y con una altura aproximada de 5,30 metros, cubierta por un artesonado de madera y tejado a cuatro aguas. A continuación de la capilla se encontraba el cuerpo de la iglesia, formado entonces por una única nave rectangular, ligeramente más ancha que la capilla mayor, con muros de 5 metros aproximadamente de altura y techada con una cubierta de madera y tejado a dos aguas.

    A los pies de la nave se situaba como hoy la torre – más baja que la actual – cuyo primer piso estaba ocupado por la tribuna o coro alto, siendo rematada por una espadaña con su correspondiente garita donde se ubicaban las campanas. El acceso, tanto al coro como al campanario, se hacía igual que hoy a través de una escalera de caracol integrada en el interior en la propia torre.

    Contigua al muro septentrional de la capilla mayor se ubicaba la sacristía, en el mismo lugar que hoy podemos contemplar. Desconocemos si ya entonces existía adosado también en ese lado, desde la sacristía y a lo largo del muro del cuerpo de la iglesia y de la torre, el granero de la iglesia (hoy hundido), donde se almacenaban los granos procedentes de los diezmos de los feligreses.

    El acceso al interior del templo se hacía desde la calle a través de una única puerta, situada aproximadamente a la misma altura que la actual, aunque integrada en el muro exterior entonces ubicado entre las columnas que hoy separan las dos naves. Todavía, antes de ejecutarse las obras a las que nos referiremos, no existía ningún pórtico abierto que precediese a la portada.


I - 1748: construcción de la capilla del Santísimo Cristo



Cúpula de la capilla del Santo Cristo.
  

 Adosada a la capilla mayor en el muro de mediodía, se construiría de nueva planta en 1748 la hermosa capilla dedicada al Santísimo Cristo de la Espiración con su admirable cúpula barroca, cuyo autor desconocemos, y que costó unos 4.000 reales [3]. De la obra no hemos hallado documentación al respecto hasta el momento. Como testigo de su ejecución podemos ver la correspondiente inscripción grabada con el año 1748 en un sillar situado bajo la cornisa de la pared de mediodía.

Sillar con el año de construcción: 1748.
Retablo del Santo Cristo, patrón de Balbacil.














II - 1753: construcción de la cúpula de la capilla mayor, bóvedas y elevación de la torre



    El 27 de julio de 1752, Manuel de Balladares, en nombre del entonces mayordomo de la iglesia de Balbacil, Tomás del Rey, solicitaba ante el provisor del obispado de Sigüenza, D. Alfonso Antonio Luzena Ladrón de Guevara, la autorización para realizar en la iglesia diversas obras [4], tales como “ejecutar la media naranja, bóvedas de ella y cuerpo de iglesia con otros reparos precisos y necesarios para su mayor claridad y hermosura”. Para ello, se afirmaba que la iglesia disponía de los recursos necesarios, pues “tiene de caudal en dinero 9.000 reales y más de 400 fanegas de trigo en especie”, solicitándose que fuese designado y enviado a Balbacil un maestro para comprobar la necesidad de dichas obras, elaborar el proyecto y determinar su coste y condiciones de ejecución. El maestro elegido fue Santiago Gilaberte, quien ante notario redactaba el 21 de agosto las condiciones de ejecución, tasando en 12.000 reales de vellón el coste global de la obra y ofreciéndose a realizarla él por dicha cantidad, poniendo de su cuenta todos los materiales necesarios. Si finalmente no era el adjudicatario, quien lo fuese debería abonarle 75 reales por la elaboración de esta traza y condiciones.

Ventana renacentista de la torre. Año 1556.
    Tras los anuncios públicos pertinentes, el remate o adjudicación de la obra se realizó en Sigüenza el 2 de octubre [5]. En la subasta a la baja pujarían sucesivamente cuatro maestros de obras: partiendo de los 12.000 reales iniciales ofrecidos por Santiago Gilaberte, el maestro Julián López [6] los rebajaba en 50 reales, para después Juan Antonio Gilaberte [7], vecino de Molina, rebajar otros 50. En este punto del remate, el también maestro de Molina Manuel López hacía una nueva oferta, comprometiéndose a ejecutar la obra por la cantidad hasta entonces ofrecida por el maestro anterior, 11.900 reales, pero añadiendo además cierta mejora constructiva: aumentar en 4 pies (1,10 metros aproximadamente) la altura prevista en las condiciones iniciales de todas las paredes de la iglesia (que era 7,25 metros). Admitida esta oferta, la subasta continuó con nuevas pujas y mejoras hasta llegar a los 11.700 reales, momento en el que nuevamente Santiago Gilaberte hizo otra rebaja de 50 reales, tras la cual, “dándose por su Merced la palmada prevenida y señal para el referido remate... dio por rematada dicha obra bajo las incluidas condiciones en 11.650 reales vellón en el mencionado Santiago Gilaberte [8], vecino y maestro del lugar de Maranchón, quien se obligó a ejecutarla según traza y condiciones por dicha cantidad y a otorgar y dar la escritura de obligación y fianzas necesarias”

    La usual forma de pago al maestro adjudicatario también quedaba perfectamente definida en las condiciones: “el importe de la cantidad en que se remate se ha de entregar en tres pagas iguales: la primera antes de empezar dicha obra para la prevención de materiales, la segunda a la mitad de dicha obra y la tercera concluida, vista y reconocida y dada por buena”.

    Una vez llevada a cabo la adjudicación y antes de iniciar las obras, era necesario efectuar el traslado del Santísimo Sacramento desde la iglesia a otro edificio del pueblo donde dignamente pudiera exponerse y celebrarse los oficios litúrgicos. Para ello, nuevamente el procurador Manuel de Balladares, en nombre del nuevo mayordomo, Manuel Tomás, solicitaba la autorización del obispado en los siguientes términos:

    “y digo que en dicha iglesia se ofrece ejecutar cierta obra y reparos a expensas de sus caudales, la que se remató en este Tribunal, y el maestro está para derribarla y desmontarla para dar principio, por lo cual se hace preciso sacar de esta iglesia el Santísimo Sacramento.

    Y por cuanto solo hay una ermita muy reducida [9]
, pues solo cogerán como veinte personas y que en ella no se puede poner ni colocar por la descomodidad del pueblo, y haber en dicho lugar casas capaces y bastantes donde se pueda poner con alguna decencia y asistir los vecinos sin tanta descomodidad en su atención, suplico a Vuestra Merced se sirva conceder su comisión al cura propio de este lugar para que buscando casa cómoda y estando decente y adornada pueda sacar de la iglesia el Santísimo Sacramento y procesionalmente llevarle a dicha casa, y colocarle en ella durante se concluya dicha obra, dando la licencia necesaria”.

    Junto a esta petición, pretendiéndose disminuir el tiempo de duración de las obras, también se solicitaría licencia para "trabajar en dicha obra los días de fiesta que ocurrieren hasta su conclusión y para poderlo ejecutar por sí sus oficiales y criados sin embarazos alguno"

Solicitud para traslado del Santísimo.
    Ambas peticiones fueron concedidas, trasladándose entonces el Santísimo hasta la Casa del Lugar, donde se oficiaron los actos religiosos durante el tiempo que duraron las obras.

    Señalaremos que si en 1749 Balbacil contaba con 67 vecinos, lo que podría equivaler a unos 260 habitantes, unos años después, en 1752 y según el Catastro del Marqués de la Ensenada, el número de vecinos se habría elevado hasta los 77, superando los 300 habitantes.

    Dado ya lo avanzado del año y la dura climatología que sufre la zona durante los inviernos, creemos que las obras no se iniciaron hasta la primavera del año siguiente, probablemente en marzo de 1753.

    Una vez desmontada la techumbre de la capilla mayor y del cuerpo de la iglesia, se ejecutaron sucesivamente los trabajos contemplados en el pliego de condiciones incorporado a la escritura notarial:

    - Fue demolido el arco toral [10], reedificándose de nueva planta en piedra de sillería y “con los calicantos necesarios según arte”.

    - Dado que la planta de la capilla mayor no era cuadrada sino ligeramente rectangular, se edificó adosado a la pared del altar mayor un arco de yeso y toba [11] para así “buscar el cuadrado para la media naranja”.

    - En la misma pared del altar mayor y por encima de éste fueron abiertas dos ventanas ovaladas de unos 84 cm. de alto, con piedra sillar y rejas, redes y vidrieras, “dándoles el sitio más proporcionado sin que sirva de impedimento al retablo, para la comunicación de la luz a la capilla mayor, por no poderse comunicar por otra parte alguna”. Estas dos ventanas son las que desde el exterior hoy vemos cegadas en el muro de la cabecera de la iglesia.

Cabecera de la capilla mayor y capilla del Santo Cristo.
    - En previsión a que en el futuro pudiese construirse una nueva capilla, en el lado opuesto a la existente del Santísimo Cristo y sobre el lugar que ocupaba la sacristía, se construyó en la pared de entrada a ésta un arco de medio punto de piedra y yeso para permitir un día la demolición de dicha pared sin poner en peligro la estructura de la capilla mayor.

    - Los cuatro muros de la capilla mayor fueron elevados unos 4,7 metros, casi el doble de la altura que tenían hasta esa fecha, hasta alcanzar los 10 metros totales. Por su parte las paredes de la nave lo fueron en 2,25 metros, alcanzando los 8,36 metros aproximadamente de alto. Como remate, todas las paredes llevarían en su exterior la correspondiente cornisa, realizada en sillería e idéntica a la que tenía la capilla del Santo Cristo.

    - Sobre las superficies de las cuatro pechinas que se construyeron para asentar la cúpula fueron realizados como decoración cuatro medallones ovalados de yeso. La cúpula de media naranja construida, típicamente barroca, de 3,35 metros de alto con sus témpanos y collarín, se realizó sobre un anillo de 1,26 metros de alto, cornisa y banquillo de 1 metro “con su talón”. Rematando la cúpula se colocó un florón de yeso donde se situó la paloma, también de yeso y unos 83 centímetros de longitud, que todavía podemos contemplar.

Cúpula de media naranja de la capilla mayor.


    - Cubriendo la capilla mayor se dispuso...

(fin del texto que puede visualizarse)



©2020 Antonio Bueno Tabernero.

Artículo registrado en el Registro de Propiedad Intelectual de Safe con código nº 2009195385587

NOTAS

[1]     Minguella y Arnedo, T.; “Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus Obispos”. Tomo I. Madrid, 1910.

[2]     Algunos ejemplos son: Clares en 1755, 1775 y 1781; Maranchón en 1721, 1751 y 1753; Turmiel en 1756 y 1774; Mazarete en 1763, 1776 y 1781, y Ciruelos en 1769.

[3]     Marco Martínez, J. A.; “Arquitectura barroca en el antiguo obispado de Sigüenza”. Tomo II. Aache ediciones. Guadalajara, 2015.

[4]     Para su desarrollo hemos seguido el expediente conservado en el Archivo Diocesano de Sigüenza con la signatura: Sección Civiles 6-6, 1752.

[5]     En estos remates estaban presentes, además de los maestros interesados, el mayordomo de la iglesia y el párroco, siendo generalmente presidido por el provisor, o por delegación de este,  por algún juez de comisión.

[6]     Julián López, maestro de Milmarcos, sería autor de la traza y ejecución de la obra de alargue de la iglesia y construcción de la nueva espadaña de Sagides en 1766. En 1767 construiría la nueva iglesia de Morenilla.

[7]    Juan Antonio Gilaberte trabajaría un año más tarde como oficial, junto a Santiago Gilaberte, en la obra que se realizaría en la iglesia de Maranchón bajo la dirección del maestro Santiago Armero. En 1790 será el encargado de construir el granero de la iglesia de Clares, residiendo entonces en Maranchón.

[8]      Creemos que esta es la primera obra de importancia que dirigió como maestro. Al año siguiente (1754) trabajará bajo la dirección del maestro Santiago Armero como oficial en la obra realizada en la iglesia de Maranchón. En 1764 sería enviado a Codes para hacer la declaración final de las obras en su iglesia.

[9]     La ermita de la Virgen de la Soledad, hoy desaparecida.

[10]     El arco frontal que separa la cúpula de la capilla mayor con el cuerpo de la iglesia.

[11]     Roca caliza o volcánica, porosa y ligera pero de gran resistencia a la compresión y de fácil manejo para tallar sillares y usarse en forma de lajas dúctiles en la construcción de los plementos de las bóvedas.


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