REDESCUBRIENDO LA PILA BAUTISMAL DE CLARES

  



   A pesar de haber recorrido con la mirada cientos de veces la iglesia de Clares, hasta creer conocer el más pequeño detalle del sencillo edificio, todavía hoy es capaz de sorprenderme.

    En el lado izquierdo de la tribuna o coro bajo, en el mismo lugar que ocupa desde 1814 tras ser desplazada desde su centro, podemos contemplar la magnífica pila bautismal. De época románica, probablemente del siglo XII, está tallada en piedra caliza monolítica, constando de una copa semiesférica asentada sobre un fuste ligeramente troncocónico, soterrado parcialmente en el pavimento, que impide apreciar bajo él la existencia o no de una basa, así como la altura total del conjunto. En el centro del vaso por el interior, existe el correspondiente sumidero de desagüe.


Tribuna baja o coro bajo

Pila bautismal, vista general desde el coro bajo

  Su ubicación actual, casi rozando las paredes de la esquina, hace que el espectador que la contempla desde la tribuna vea perfectamente la decoración en relieve que presenta la superficie exterior de la copa: una sencilla y desgastada arcada de arcos de medio punto ocupando los dos tercios superiores, y otra, de arcos ojivales en el tercio inferior, sin más decoración que los complemente.

   Sin embargo, si el espectador se introduce, eso sí con bastante dificultad, entre el escaso espacio entre la pila y las paredes, podrá descubrir lo que su “cara oculta” guarda celosamente escondido. Una sorpresa que, casi puedo asegurar con rotundidad, todos los que hoy vivimos desconocíamos: la referida arcada de medio punto no se desarrolla a lo largo de todo su perímetro. En la parte posterior de la pila, la que no podemos ver a simple vista, esta arcada se ve interrumpida por la presencia de una hermosa flor de doce pétalos, rebajados en la piedra, ocupando la misma altura que los arcos. Pero aún hay más: los tres primeros arcos sucesivos a la izquierda de la flor, muestran en relieve cada uno en su interior lo que parece representar una herradura de caballo. Lo mismo debió ocurrir en los tres de la derecha, aunque en el contiguo a la flor ha desaparecido con el paso del tiempo. Cabe la posibilidad de que el resto de los arcos también dispusiesen de la misma decoración con la herradura en el interior, aunque observándolos detenidamente, no se aprecia resto alguno de su existencia. 


Flor de doce pétalos oculta

   Pero, ¿por qué se decoraron con herraduras estos arcos?, ¿qué puede representar la flor?, ¿podrían tener algún significado? En cuanto a las herraduras, la respuesta no es sencilla, aunque podemos aventurarnos a dar una explicación atendiendo al carácter simbólico y religioso que siempre ha tenido la herradura a través de los siglos: debido al material con el que está hecha, el hierro, desde antiguo se le otorgaba muchos atributos sobrenaturales, entre ellos la protección. Más adelante, estas virtudes paganas se “cristianizarían”. Según una hermosa leyenda, San Dunstan, arzobispo de Canterbury en el siglo X, había trabajado anteriormente como herrero. Una vez se presentó el mismo Diablo en su fragua, pidiéndole que le pusiese una herradura en un pie. El herrero lo engañó, y asiendo unas tenazas ardiendo lo enganchó con ellas por la nariz. Satanás, aullando de dolor, pidió que lo soltara, pero San Dunstan solo lo hizo cuando le aseguró que jamás volvería a entrar en aquellas casas que tuviesen colgada una herradura. Así, la herradura se convirtió en un elemento de protección frente a los espíritus malignos.

    Además, durante la Edad Media, también se consideraba que las herraduras eran un símbolo de la suerte, al imitar la forma de la media luna. Y también la Biblia las menciona numerosas veces: los caballos, y por extensión las herraduras, representan la fuerza y la solidez.

    Así pues, su representación en la pila bautismal de Clares, vendría a simbolizar la protección de Cristo contra el demonio a través del agua vertida sobre el bautizado, adquiriendo éste la fortaleza necesaria para mantenerse alejado de él.


Arcos con una herradura a la izda. de la flor


Arcos con una herradura a la dcha. de la flor


   En cuanto a la flor del vaso de la pila, su número de pétalos, doce, podrían hacer referencia a la imagen de María como reina del Cielo descrita por el apóstol San Juan en el Apocalipsis: “Una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Es indudable el simbolismo cristiano del número 12, pues aparece repetidamente en la Biblia: las 12 tribus de Israel, los 12 frutos del árbol de la vida, las 12 puertas de Jerusalén, los 12 apóstoles de Cristo…


Interior del vaso

    Lo que sí está claro, una vez descubierta esta hermosa decoración, es que la mejor posición para poder apreciar toda la belleza de la pila bautismal, sería situando la parte con la flor y los arcos con la herradura frente al espectador, y no como ahora lo está. Entonces, ¿por qué no se colocó así al reubicarse en 1814? Ciertamente, lo desconocemos, aunque podrían caber dos hipótesis para ello: la primera, que el resto de la arcada estuviese por entonces mejor conservada que la parte con la flor, y que se decidiese por ello mostrar ésta; y segunda, la que creemos más factible, que al situar la pesada copa sobre el fuste ya colocado, ésta asentara mejor o no se diese importancia a que la flor quedase oculta. Probablemente, nunca lo sabremos.

Antonio Bueno Tabernero


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Comentarios

  1. Hola Antonio: Muy interesante tu comentario sobre la pila bautismal de Clares, es excepcional la presencia de herradura decorando las arcadas. Hablas de la leyenda del santo herrero es poco probable que tuviera culto en España, es desconocido para los fieles en general.
    En las islas Británicas son muy frecuentes las herraduras en la decoración. Una hipótesis divertida sería pensar que el escultura que la talló era un irlandés en una cuadrilla de canteros castellana.

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