NOVENARIO Y GOZOS DE CLARES A NUESTRA SEÑORA DEL LLUVIO

 


Como hicimos en la entrada anterior con el Novenario y Gozos a la Virgen del Rosario de Clares, ahora nos proponemos ahondar en el dedicado a la Virgen del Lluvio, cuya festividad es el domingo siguiente a la Ascensión de Cristo1, y que en la actualidad vuelve a celebrarse el tercer domingo de agosto.


El novenario a la Virgen del Lluvio

El autor

Al estudiar el novenario, nos encontramos con la primera sorpresa: este no fue escrito específicamente para ser rezado en las novenas a la Virgen del Lluvio, sino que se utilizó uno ya existente dedicado a otra advocación mariana, la Virgen del Tremedal. El autor sería Francisco Lorente García, canónigo magistral de la catedral de Albarracín.

Nacido en Loscos (Teruel) el 15 de enero de 1704, Francisco Lorente realizaría los estudios eclesiásticos en la universidad de Huesca, desempeñando su labor religiosa en las parroquias de Orihuela, Albarracín y Monterde. Sus amplios conocimientos teológicos le sirvieron para que Juan Francisco Navarro, obispo de la diócesis, lo nombrase teólogo consultor y examinador sinodal. Fallecería en Albarracín el 12 de abril de 1775.

La estrecha relación que Francisco Lorente tuvo con este obispo sería esencial para hacer efectiva la impresión de su obra literaria, entre la que sin duda alguna destaca la Historia panegírica de la aparición y milagros de María Santísima del Tremedal, venerada en un monte2 del lugar de Orihuela3, del obispado de Albarracín, que fue publicada en Zaragoza en 17744, con posteriores reediciones5 y compendios realizados por otros autores6.

Pues bien, al final de su Historia Panegírica, el padre Lorente incluía un novenario dedicado a la Virgen del Tremedal que sería el copiado y adaptado en Clares con el fin de utilizarse en las novenas a la Virgen del Lluvio. El texto original apenas se retocó, realizándose tan solo leves modificaciones: las alusiones a la Virgen del Tremedal, a su aparición, milagros, ermita o entorno fueron suprimidas o sustituidas por otras referentes a la Virgen del Lluvio, como ahora comprobaremos.



El novenario

Antes de copiar el novenario de la Virgen del Lluvio, haciendo anotaciones de las adaptaciones sufridas sobre el original del padre Lorente para la Virgen del Tremedal, queremos transcribir la advertencia que él mismo hace en su novenario sobre los numerosos nombres con los que se refiere a María, para una mejor comprensión del lector:

Advertencia:

Todos los nombres con que invocan los fieles a la Sacratísima Virgen son firmes apoyos en que fundan la esperanza de su benigna protección; y siendo el Dulcísimo Nombre de María, por la variedad de sus significaciones misteriosas, preciosa y fecunda raíz de innumerables títulos con que se engrandece; no será desagradable a la devoción, el que con algunos de ellos se animen las oraciones de esta Novena, ni tampoco fuera del intento, por ser la fiesta de nuestra Señora del Tremedal en la Dominica, en que celebra la Iglesia la fiesta de su sagrado Nombre.

Significa María, lo mismo que Señora; la que da hospedaje; Lluvia; la que ilumina; Princesa de distintas Caras; Llama o Fuego; Mirra o Hiel: la que arroja Flechas; y en fin, espanto del Demonio. Motivando, pues, estos epítetos las oraciones, servirá uno para cada día de la Novena, a que se podrá dar principio nueve días antes de la Dominica, confesando y comulgando en el día décimo, que será el de la Festividad de nuestra Señora, para obligarla con esta última disposición a que conceda el favor y gracia, que cada uno pidiera.

Por la señal …

Señor mío Jesucristo…

………….

Ahora sí, transcribimos la novena:


Novena a Nuestra Señora del Lluvio

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Virgen Santísima, Protectora de todo el Universo, Celadora amantísima del bien de los mortales, todos ojos para ver nuestras miserias, y toda manos para remediarlas; ¡qué condición tenéis tan liberal! pues no contenta con dispensarnos las mercedes que os pedimos, nos excitáis benigna a que os roguemos, siendo tanto el exceso de vuestro amor, dice vuestro devoto. S. Buenaventura, que os ofendéis de que no imploremos vuestro patrocinio: Bendito sea el Maternal desvelo con que puesta sobre el Lluvio7 en altas cumbres, previene Salomón, que estáis continuamente dando voces para que acudamos al Trono de vuestras piedades. Bendita la cariñosa vigilancia, con que desde ese sitio8 nos estáis llamando, ya con la sonora voz de vuestras frecuentes maravillas, ya inclinando la cabeza en vuestra milagrosa Imagen, como quien dice en claras y elocuentes señas: Venid todos a mí sin distinción, que en mí y conmigo hallaréis el tesoro de las Divinas Misericordias; en mí encontrará fortuna el desgraciado, protección el desvalido, remedio el pobre, luz el ignorante, gracia el pecador; venid todos a mí.

Atraído, pues, dulcísima Madre mía, del amoroso encanto de vuestra voz, llego humildemente postrado a vuestras plantas, tan confiado y reconocido a vuestras piedades, como indigno de vuestros favores; y pues sabéis mejor que yo las tribulaciones que me afligen, los peligros que me amenazan, los males que padezco, y los bienes de que necesito, inspiradme, Celestial Maestra (para saber obligaros), el modo con que os he de rogar, y lo que me conviene pedir, para gloria de Dios, honra vuestra, y bien de mi alma. Amén.


ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO

¡Oh Soberana María! ¡Oh Señora! Esto quiere decir vuestro inefable Nombre; os adoro como a Señora de todo lo creado: Señora sois y Reina absoluta de la tierra, del Cielo, del Abismo; por tal os reconocen, rindiéndose a vuestro imperio, los hombres, los Ángeles, y aunque a despecho suyo, los Demonios; no es esto lo más: todo un Dios está sujeto a vuestro dominio, desde que vistió el traje humano en vuestras purísimas entrañas; bien se deja ver vuestra soberanía en vuestra portentosa Imagen de Lluvio9, en donde sirviéndoos de adorno y divisa, en donde aparecisteis10, significáis la fuerza con que aprisionando suavemente los albedríos, rendís al yugo de vuestro imperio las almas.

Manifiéstese, benignísima Señora, vuestro poder en sacarme del cautiverio en que me tiranizan violentamente mis pasiones, rompiendo mediante vuestra gracia los yerros de la culpa; admitidme por jornalero y mercenario de vuestra Casa. ¡Oh qué dicha la mía, sino arrastrando otra cadena que la de vuestra adorada servidumbre, se imprimiese en mi alma, al fuego de la más ardiente devoción, el sello de vuestra generosa Esclavitud! Distinguidme, Señora, con esta marca; vestidme con la librea de siervo vuestro, para que a su vista, como prenda de la gracia, temple el Señor conmigo su justo enojo. Amén.

Saludemos con cinco Ave Marías a la Reina de los Ángeles, en reverencia de las cinco letras de su nombre11.

Ahora pida cada uno la gracia y favor especial que desee conseguir por mediación de este novenario12.


DÍA SEGUNDO

En este día y en los demás se hará lo que en el primero, añadiendo la Oración particular que se señala para cada día.

Emperatriz Augusta que entre los amorosos oficios que ejerces en beneficio de los hombres, es uno el de la hospitalidad más generosa y compasiva, como lo indica el misterioso Nombre que os ensalza, y testificáis en vuestro célebre Santuario de Lluvio13, en donde tenéis patentes las puertas de vuestra misericordia14: a las de vuestra clemencia llego fatigado de andar errante por los caminos del vicio en seguimiento de mis gustos.

No me desalienta, Señora, el vergonzoso traje de pecador y mendigo con que vengo, porque sé que San Alberto os llama Hospicio general, en donde entran sin distinción de todas clases, y que en el Arca de Noé, imagen Vuestra, hallaron también entrada los animales más inmundos.

Dadme pues grato hospedaje, acogedme benigna en el anchuroso seno de vuestra piedad; y si en vuestro Real Palacio hay siempre mesa franca, abundando las provisiones para todo género de necesidades, confío hallar en Vos descanso a mi fatiga, sustento a mi debilidad, vestido a mi desnudez, y todos los socorros necesarios de la Divina Gracia, para acabar con felicidad la peregrinación molesta de esta vida. Amén.


DÍA TERCERO

Piadosísima Señora, fecunda Nube, cuyo seno amoroso habiéndonos dispensado el mejor rocío del Cielo, convirtió el mundo en Paraíso: pues sois Lluvia, como lo dice vuestro Nombre, y también vuestro devoto sapientísimo15; descended blanda y oportunamente sobre la tierra estéril de mi alma, para que a beneficio de tan celestial riego, adornándose con la hermosa gala de las virtudes, rinda copiosos frutos en obras dignas del agrado de Dios.

¡Oh cuántos, con ponerse en el Santuario de Lluvio16 a vuestra sombra, han sabido aprovechar los raudales de vuestras benignas influencias, rompiendo en lágrimas de verdadero arrepentimiento!17

Grande es Señora mi terquedad, pero más vuestro poder; lluevan pues sin cesar las aguas de vuestras piedades, para que corriendo por los conductos de mis sentidos, los purifiquen de las inmundas heces con que los han cegado los afectos terrenos; y apagando los ardores que me abrasan, en las fiebres y pasiones que me dominan, laven las manchas de mis culpas por medio de una verdadera penitencia. Amén.



DÍA CUARTO

¡Oh Virgen Sin mancha! Sol18de la Iglesia Militante y triunfante que difundiendo tus luces hasta los más retirados ángulos del Orbe, llenas de resplandores y claridades el Empíreo19. ¡Oh Celestial Iluminadora! Huyan las tinieblas de mi ignorancia a rayos de tu luz; ilumina mi rudo entendimiento, desterrando las sombras que le impiden contemplar las verdades que me convienen; y si la luz sirve para discernir sin engaño los objetos, penetrad como luz los más ocultos senos de mi conciencia, para que yo pueda examinar y ver con distinción, no sólo las gravísimas culpas con que he ofendido a vuestro Hijo, si no aún las más leves, y hasta las más mínimas imperfecciones; ponedme a la vista los beneficios divinos para agradecerlos, y mis muchos defectos para llorarlos.

¿No aparecisteis llena de luz y resplandor sobre un yugo? Pues quién para consuelo de sus devotos aparecistes llena de luz y resplandores, ¿por qué no alumbrará la antorcha de mi razón oscurecida? Arda pues, divina Iluminadora, mi entendimiento con luz; arda para dicha mía y gloria vuestra y del Señor. Amén20.


DÍA QUINTO

¡Oh Madre de Dios y de los hombres! ¡Oh María!, Expresión es este dulce nombre de vuestras inefables misericordias, significando lo mismo que Princesa de muchas caras, porque es tan industriosa vuestra piedad, que sabe variar de semblantes para explicar diferentes afectos a los hombres, como se experimenta en algunos simulacros vuestros21, en donde os dejáis ver, ya con apariciones alegres de risueña, ya con melancólicas señas de enojada. ¡Qué gozo será ver en el Cielo la peregrina beldad de vuestro Rostro, cuando miraros sólo en vuestras Imágenes llena de regocijo las almas! ¡Pero qué pena tan sensible aunque estimable, ver el Sagrado ceño con que os dejáis ver en ocasiones!

Estimable dije, porque las iras que asoman a veces en vuestro graciosísimo semblante son el idioma misericordioso, aunque severo, con que hablando al corazón, nos advertís nuestro peligro y avisáis el estado de nuestras conciencias. Habladme pues, Señora, en este lenguaje, si conocéis que me conviene y lo necesito. Hablad para corregirme, que sufriré con resignación las maternales esquiveces de vuestro enojo, a fin de que desagraviándoos con la enmienda de mi vida, me concedáis la gracia de gozar eternamente de vuestra hermosa vista, y la de Dios. Amén.


DÍA SEXTO

¡Oh Madre del amor hermoso, cuyo purísimo vientre fue Horno del Fuego! ¡Oh amor del Espíritu Santo! Llama significa el nombre, que os intitula; Llama que no solamente luce sino enciende; Llama de tan portentosa actividad, que no hay quien se esconda de vuestro calor, dice vuestro devoto San Bernardo; ¡qué útiles y repetidas experiencias tienen de esta verdad muchos de los que os visitan en el Lluvio22!, sintiéndose tan fervorosos en vuestra presencia, y tan embriagados de vuestro amor, que salir de vuestro Santuario les parece que es arrancarse de su centro.

Acercaos pues a mí, piadosísima Madre mía, o acercadme misericordiosamente a Vos, para que al ardor celestial y puro de tan activa Llama, desatándose el crudo hielo de mi endurecido corazón, pueda cebar en él el incendio de vuestra hoguera; abrasadlo en vuestra devoción, inflamadlo en el Amor Divino, y para que arda sin mezcla de imperfección en vuestra pira, quemad y consumid la maleza y espinas que han brotado en la selva inculta de mis pasiones a culpables descuidos y desórdenes de mi vida; de manera, que extinguiéndose enteramente los afectos a lo terreno, no respire ya en adelante sino incendios del Divino Amor. Amén.


DÍA SÉPTIMO

Virgen Santísima, que siendo la misma dulzura, como canta la Iglesia nuestra Madre23, o24 Mirra según la interpretación de vuestro nombre; si como sabrosa Miel (así os llama vuestro devotísimo Ricardo) suavizáis nuestras penalidades, como Mirra volved desabridos nuestros placeres: todos cuantos nos ofrece el mundo, lisonjeado blanda y engañosamente el sentido, son disimulado tósigo, veneno y muerte del alma; haced pues, piadosísima Señora, que causándonos hastío los bienes de esta vida, nos encontremos en ellos sino amargura.

Madre sois de los hombres, más amante que todas las del mundo; y si éstas, para desavezar a sus hijos e inclinarlos al alimento sólido que les conviene, les ponen cosas ingratas en los pechos; tratándonos, Señora, como a Párvulos; llenad de hieles y de Mirra todo cuanto brinda a nuestro gusto en la mentida capa del engaño, para que no hallando suavidad sino en la mortificación, dulzura en las penas, gloria en las ignominias, y gozo en las tribulaciones, de tal suerte nos aficionemos a las delicias espirituales, que merezcamos gozarlas eternamente mediante vuestra gracia. Amén.


DÍA OCTAVO

¡Emperatriz de la Gloria! ¡Qué oficioso es el amor que tenéis a los mortales! Vuestro mismo nombre da a entender los artificios y trazas de que usáis para apartarnos de las sendas del engaño, y ponernos en los caminos de la verdad; pues siendo Máría lo mismo que la que tira Flechas, la que dispara Arpones; ¿qué otra cosa son las amorosas aunque secretas voces con que llamáis desde la atalaya de la Gloria del Lluvio25, sino penetrantes dardos con que nos atravesáis el corazón? ¿Qué otro que agudas saetas las inspiraciones con que habláis al interior de vuestros devotos? Con razón os llama San Anselmo Cazadora de las Almas, pues a fin de ganarlas para Dios, no excusa diligencia vuestra solicitud: por eso a unos los asustáis con amenazas, para que el temor del Infierno los obligue a acogerse a vuestra sombra; a otros les armáis invisibles lazos, con que haciéndolos prisioneros, los apartáis de la carrera que los conduce a su eterna perdición; a otros, en fin, saliéndoles al encuentro en la maleza de los vicios, les disparáis en vuestras caricias, las más ardientes Flechas con que los rendís a vuestras plantas; sea pues yo, Señora, uno de tantos, ya que innumerables veces he forcejeado por romper las ligaduras con que me queríais aprisionar para mi bien. Flechad, os ruego, mi corazón, y sea de modo que, derramado de una vez toda la sangre de mis afectos desordenados, quede para siempre herido del amor de Dios. Amén.


DÍA NOVENO

¡Bellísima, resplandeciente Aurora, Madre del Sol Divino! Mensajera del día de nuestra eterna felicidad, que con vuestra peregrina hermosura siendo delicia de los Bienaventurados, y del mismo Dios, sois pavor y susto de las Potestades del Abismo. Vuestro venerable nombre denota según su interpretación, que sois espanto del Infierno, expresando también terror el nombre del Lluvio26, cuya invocación en ocasiones ha puesto al Demonio en precipitada27 fuga.

Sed mi muro, y torre de defensa contra los asaltos, y porfiada obstinación con que intenta perder mi alma; y siendo en la hora de la muerte tanto más terribles, cuanto más fuertes sus baterías y acechanzas, desde ahora para entonces imploro humildemente confiado vuestra poderosa y eficacísima protección, suplicándoos rendido, que confortéis mi alma con vuestra dulce y amabilísima presencia, para que burlando sus astucias y triunfando de sus hostilidades, consiga mediante la ayuda de la gracia gozar de la vista de Dios eternamente. Amén.



…………………

Una vez visto el novenario adaptado del de la Virgen del Tremedal, nos surge la siguiente duda: ¿por qué precisamente se eligió para Clares este novenario y no otro? No lo sabemos, aunque, curiosamente, la relación del entorno de Clares con la Virgen del Tremedal no se limita a la copia de su novenario. Por ejemplo, la imagen de esta Virgen preside uno de los retablos de la iglesia de Balbacil, concretamente el retablo renacentista de San Pascual Bailón que hasta 1796 ocupó el altar mayor. Realizado por Juan de Orihuela28, curiosamente apellidado como el pueblo donde está la ermita del Tremedal, fue reubicado en el lateral de la iglesia tras construirse uno nuevo. La talla de la Virgen del Tremedal, trasladada de algún otro lugar que desconocemos, fue colocada sobre una caja rococó añadida al viejo retablo. Tal vez, tanto en el acomodo para la Virgen del Lluvio de Clares del novenario de la Virgen del Tremedal, como en la colocación de una talla suya en la iglesia de Balbacil, probablemente sobre las mismas fechas, tuviera algo que ver con una especial devoción o un apego geográfico del párroco del momento que, recordemos era el mismo entonces para ambos pueblos29.


Los Gozos a la Virgen del Lluvio

Autor y origen

En Clares, al igual que ocurre con los gozos a la Virgen del Rosario, tampoco los cantados a la Virgen del Lluvio son los incluidos en el novenario original, en este caso el de Francisco Lorente, ni estos han sido retocados ni adaptados para usarse en sus novenas. Sin embargo, en contraposición con los gozos a la Virgen del Rosario, los dedicados a la Virgen del Lluvio sí que creemos que fueron expresamente compuestos para ella, no utilizándose en ningún otro lugar de España unos gozos iguales o parecidos a los de Clares. Recordemos que la advocación mariana del Lluvio30 es única en nuestro país.

Por desgracia, no conocemos la fecha en que fueron compuestos estos gozos ni su autor, aunque éste sin duda conocía perfectamente todo lo relacionado con la aparición de la Virgen al labrador de Clares.

Los gozos cantados en Clares

Poéticamente, al igual que los gozos a la Virgen del Rosario, los de la Virgen del Lluvio se inician con una entrada compuesta por una redondilla (cuatro versos octosílabos con rima consonante y esquema a-b-b-a), seguida por un total de once estrofas31. Cada una está compuesta por una redondilla a la que le sigue una cuarteta (cuatro versos octosílabos con rima consonante, pero con esquema a-b-a-b), cuyos dos últimos versos son los mismos que los dos finales de la redondilla de la entrada, y que son cantados únicamente por el coro de las mujeres. Tras la última estrofa, vuelve a cantarse como final por todos los asistentes la redondilla de la entrada.

Los gozos completos son los siguientes:


Entrada

¡Oh Soberana María!
que en un yugo hacéis asiento,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

1

A un labrador te mostraste
con soberano rigor,
y con más luces que el sol
piadosamente le hablaste;
le dijiste vuestro intento
amorosamente pía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

2

Un milagro atestiguó
el dichoso labrador,
y con crecido fervor
todo el pueblo lo creyó;
a visitarte con gusto
fueron en su compañía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

3

Esta casa os han labrado
en donde estáis venerada,
y de todos aclamada
como que eres ser sagrado;
nadie queda desairado
si en vuestra piedad confía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

4

Sois médico soberano
en esta sagrada casa,
y para ninguno escasa
pues a todos dais la mano;
dichas consiguen sin cuento
quien os invoca María,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

5

Cojos, mancos y tullidos
si ambos os ponen por medio,
¿...........................?
y en la salud restituidos;
oís piadosa el lamento
y remediáis la agonía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

6

De las nubes las tormentas
apartad de nuestros campos,
acometidas a tantos
no ofendan a nuestras siembras;
en Vos cifra nuestro intento
sagrada Virgen María,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

7

Destituidos de la vida
cuantos os imploran viven,
y por vos Virgen consiguen
una salud muy cumplida;
en la aflicción y el tormento
sois consuelo y alegría,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

8

Atalaya vigilante
en este sagrado monte,
Vos sois divino horizonte
a todos los caminantes;
seguro puerto de atento
si en vuestro fervor confía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

9

Estos obsequios Señora
os tributa aquí este pueblo,
procurando desde luego
vuestra devoción sólida;
y que mucho más se aumente
en alabanzas María,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

10

Te pedimos Virgen pura
¡oh estrella de los mares!,
por tu bondad y hermosura
des tu protección a Clares;
y logrando nuestro intento
te alabamos a porfía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

11

Lluvia eres en tu nombre
y en tu poder confiamos,
échanos un agua clara
Señora por nuestros campos;
como eres tan milagrosa
en ti sólo se confía,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.

Final

¡Oh Soberana María!
que en un yugo hacéis asiento,
pues sois en todo portento
sed nuestra luciente guía.


©2024. Antonio Bueno Tabernero.

Artículo registrado en Safe Creative 

con nº 2401106618607


NOTAS:

1 La Ascensión del Señor al Cielo se conmemora cuarenta días después del Domingo de Resurrección.

2 En el paraje conocido como Tremedal.

3 Actualmente llamado Orihuela del Tremedal, en la comarca Sierra de Albarracín (Teruel).

Historia panegírica de la aparición y milagros de María Santísima del Tremedal, venerada en un monte del lugar de Orihuela, del obispado de Albarracín, su autor el doctor don Francisco Lorente, quien la dedica al ilustrissimo señor don Juan Francisco Navarro Salvador y Gilaberte, del consejo de su magestad, obispo de Albarracín…, imprenta Joseph Fort, Zaragoza, 1744.

5 La segunda, corregida e ilustrada por el autor y dedicada a la cofradía de la Esclavitud, también fue impresa por Josef Fort en 1766. La tercera edición, la más amplia, fue editada en Valencia por Josef Estevan y Cervera, en 1786, cuando el autor ya había fallecido.

6 Como los Compendios de la historia de Nuestra Señora del Tremedal, ediciones resumidas y menos costosas que aportan datos inéditos sobre el folklore religioso surgido en torno a las romerías de la virgen del Tremedal, sobre las fiestas realizadas en la inauguración del nuevo templo, y también relatos sobre milagros posteriores al final del siglo XVIII. La versión de 1793 fue escrita por Jacobo Soriano Jiménez, sobrino del padre Lorente.

“Sobre el Lluvio”, añadido en la novena de Clares.

8 En el novenario de la Virgen del Tremedal: “con que desde el Monte y Santuario del Tremedal”.

9 En el novenario de la Virgen del Tremedal: “imagen del Tremedal”.

10 En el novenario de la Virgen del Tremedal: “una cadena”.

11 Frase que se repite al final de cada oración diaria y que no aparece en el novenario original de la Virgen del Tremedal.

12 Ídem nota 11.

13 En el novenario de la Virgen del Tremedal: “del Tremedal”.

14 En novenario de la Virgen del Tremedal se continúa: “día y noche las puertas de vuestro Templo”.

15 En el novenario del Tremedal: “devoto el sapientísimo Idiota”. Este sería el autor de “In contemplatione Virginis”.

16 En el novenario del Tremedal: “del Tremedal”.

17 En el novenario de la Virgen del Tremedal se continúa: “Un peñasco dio agua en vuestro obsequio al aparecer en el Tremedal, ¿y mi corazón, por más que imite a los riscos en la dureza, no ha de ceder dócil a vuestras amorosas y repetidas insinuaciones”.

18 En el del Tremedal se sustituye por “estrella”.

19 Espíritu Santo.

20 Este párrafo, en el novenario del Tremedal, dice así: “¿No aparecisteis a un Pastorcillo en el Tremedal ceñida de resplandor hermoso? ¿En ocasiones no habéis encendido en vuestro Templo la lámpara que arde en vuestro culto? Pues quien para consuelo de sus devotos sabe dar luz a las lámparas materiales apagadas, ¿por qué no alumbrará la antorcha de mi razón oscurecida? Arda pues, divina iluminadora, mi entendimiento con luz, que nunca se apague a beneficio de tu luz; arda para dicha mía, gloria vuestra y del Señor. Amén”.

21 En el novenario de la Virgen del Tremedal se añade: “y especialmente en el del Tremedal”.

22 En el del Tremedal: “Tremedal”.

23 El del Tremedal añade: “y explicando vuestras dulzuras en el anagrama del Tremedal, que es trede mel, sois no obstante”.

24 En el del Tremedal no aparece esta conjunción disyuntiva.

25 En el novenario del Tremedal: “y del Tremedal”.

26 En el novenario de la Virgen del Tremedal: “del Tremedal”.

27 El novenario del Tremedal añade: “y vergonzosa”.

28 Este maestro ensamblador, vecino de Sigüenza y también autor del retablo de la capilla de San Pedro de la catedral de Sigüenza, ¿podría proceder por su apellido de Orihuela del Tremedal?

29 La iglesia de Clares era todavía a finales del siglo XVIII un anexo de la parroquia de Balbacil.

30 Probablemente la advocación inicial fuera “del Yugo”, pues, según la tradición, se apareció sentada sobre este apero al labrador de Clares. Con los siglos, iría derivando en “del Yubo”, “del Lubio” o finalmente “del Lluvio”, forma en que ha llegado hasta nuestros días y a la que ya se alude en los gozos.

31 Por perderse el tercer verso en la quinta estrofa, esta dejó de cantarse hace ya tiempo.

Comentarios

  1. Por qué motivo se. Hizo la ermita en ese paraje, no eleido todo y seguro que lo dices

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    1. Hola. Se hizo allí porque, según la tradición, fue en ese lugar donde la Virgen se apareció al labrador cuando araba.

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