LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LA SIERRA ALTA DEL DUCADO DE MEDINACELI Y EL SEÑORIO DE MOLINA DE ARAGÓN (1808-1814)
En 1805 tenía lugar la derrota
franco-española de Trafalgar, lo que supondría el declive naval español. Dos
años después, en 1807, Francia y España firmaban el tratado de Fontainebleau,
donde se acordaba la repartición de Portugal y se autorizaba a las tropas imperiales
su entrada en territorio español. Al mando del general Junot, lo harían el 18
de octubre de 1807, alcanzando la frontera con Portugal el 20 de noviembre.
Pero las pugnas internas entre los partidarios del príncipe Fernando, quienes
temían que las tropas francesas se apoderasen de España, y los del rey Carlos
IV, culminarían el 18 y 19 de marzo de 1808 con el Motín de Aranjuez y la abdicación
del monarca español.
Fernando viajaría a Bayona para tratar de
obtener el reconocimiento de Napoleón, sin conseguirlo. Mientras, en Madrid, tenía
lugar el levantamiento popular del 2 de mayo para impedir que el resto de la
familia real marchara a Bayona.
El brutal aplastamiento de la insurrección en
Madrid por las tropas imperiales marcaría el inicio de la llamada Guerra de la
Independencia, extendiéndose la rebelión rápidamente a otras ciudades y
provincias, donde irían creándose las denominadas juntas de defensa. Así
sucedería en Molina de Aragón, donde ya en la segunda mitad de 1808 se organizaría
su Junta de Defensa[1],
siendo nombrado presidente don Juan Antonio Vallarino[2].
Casi al mismo tiempo, se crearía el Batallón de Voluntarios de Molina[3]
al mando del coronel de artillería don Rafael Cuellar Artacho, y un escuadrón
de caballería, a las órdenes de don Joaquín Vázquez Prada[4].

Durante la contienda, en sus seis años de
duración, la población civil padecería los efectos de una guerra total,
sufriendo la pérdida de vidas, la devastación y el saqueo de los ejércitos
franceses a su paso. Además, los pueblos y ciudades también se verían obligadas
a suministrar las raciones exigidas para alimentar tanto a las tropas
imperiales como a las españolas[5].
En este trabajo, recopilaremos
cronológicamente algunas de las acciones bélicas que durante la misma se desarrollaron,
aproximadamente, en el territorio de la Cuadrilla de la Sierra Alta del Ducado
de Medinaceli[6]
y del Señorío de Molina. Por supuesto aquí no están todas; solo se trata de una
aproximación a un tema en el que debe profundizarse más minuciosamente.
1808
La victoria de Bailén, el 19 de julio de 1808, lograda por un ejército exclusivamente
español, provocaría la evacuación francesa de Portugal y su repliegue al norte
del Ebro, seguida en noviembre de la entrada de la Grande
Armée, un ejército de unos 200.000 hombres, encabezado por el
propio Napoleón. Pocas semanas antes de su llegada, las fuerzas españolas
lograban tomar el control de Logroño (el 10 de septiembre) y desplegar
posiciones en torno a Tudela,
a donde llegó el general Castaños[7]
al mando del Ejército del Centro el 17 de octubre. La batalla en los
alrededores de esta ciudad tendría lugar el
23 de noviembre, con una rotunda victoria para los franceses, al mando del
mariscal Jean Lannes[8].
El resultado de la batalla provocaría el
saqueo de Tudela, así como la huida de muchos vecinos a Zaragoza y las
Bardenas, dejando a las tropas napoleónicas el camino abierto para emprender el
segundo sitio
a la capital aragonesa.
Por su parte, Castaños, con lo que quedaba de su ejército[9],
se replegaría por Tarazona, Borja y el Jalón a toda velocidad en dirección a
Madrid. Siguiendo sus pasos, tratando de darle alcance, la segunda división del
6º Cuerpo del ejército francés a las órdenes del mariscal Moncey[10],
el día 24 se trasladaba a Borja por Cascante y Tarazona.
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La Batalla de Tudela, por Suchodolski |
A partir de ese día y lo que ocurrió en los
siguientes, lo conocemos gracias a los puntuales informes de campaña enviados
al estado mayor francés[11].
El 25
de noviembre de 1808, la 2ª División francesa llegaba a Plasencia[12],
en la orilla derecha del Jalón, mientras que el ejército de Castaños alcanzaba
Calatayud esa misma noche con la intención de descansar.
El 26,
los lanceros polacos enviados para despejar la ruta hacia Calatayud, obligan a
los españoles a abandonar el pueblo de El Frasno.
El 27,
se envía hasta allí un batallón francés del 27º Regimiento. Durante la mañana,
las tropas españolas abandonan Calatayud, dejando Castaños su retaguardia al mando
del general Venegas[13].
El 28, la división de Moncey parte a mediodía hacia Calatayud con las columnas de Mathieu[14] y Musnier[15]. Moncey ordena al primero continuar la persecución de las tropas de Castaños, aunque poniéndole como límite máximo a su avance la distancia de una jornada de Calatayud, debiendo regresar después.
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Maurice Mathieu |
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El general Castaños |
El general Mathieu hubiese deseado proseguir
la persecución, pero tuvo que cumplir la mencionada orden de Moncey de no
alejarse a más de una jornada de Calatayud, así que, continuando hacia Alhama
de Aragón, no pasaría de Cetina, donde dio descanso a sus tropas. Este
impedimento supuso dar un tiempo precioso para que los españoles pudiesen
retirarse y para que el mariscal Ney[19],
al mando del 6º Cuerpo del Ejército, no pudiera alcanzarlos cuando, por orden directa
del emperador, el 1 de diciembre reanudara desde Alagón su persecución.
El día
30, las tropas de Mathieu permanecen en Cetina, mientras que el grueso del
ejército español continúa su huida por Sisamón, Iruecha y Maranchón[20],
protegido siempre por los restos de la retaguardia de Venegas, hasta alcanzar
Sigüenza aquella misma tarde. Cumpliendo la orden recibida el día anterior de
la Junta Suprema Central, Castaños entregaba allí el mando del Ejército del
Centro de forma interina al conde de Cartaojal[21].
El 1 de
diciembre de 1808, las tropas mandadas por Mathieu regresan a Calatayud. El
general Lapeña[22],
a quien la Junta Superior había designado finalmente para mandar el Ejército
del Centro sustituyendo al conde de Cartaojal, lo conduce desde Sigüenza hacia
Guadalajara, a donde llegará al día siguiente.
El día
2, la 2ª División del 6º Cuerpo del ejército francés parte de Calatayud a
la una de la tarde para ir a pernoctar a Sisamón. Mientras, la 1ª división del
general Marchand[23]
llegaba a la ciudad bilbilitana. Ese día también, tras su aplastante victoria
en Guadarrama, Napoleón entra en Madrid.
El día
3, la 2ª División francesa se traslada desde Sisamón a Iruecha. Mientras, el
Duque del Infantado[24]
se une en Guadalajara al Ejército del Centro, llevando consigo la orden para
que el general Lapeña acuda en ayuda de Madrid. En consejo de guerra, al que
asisten también los generales Cartajoal y Coupigny[25],
se acuerda conducir al ejército hacia la capital por Santorcaz y Arganda.
El día
4, la 2ª División francesa permanece retenida en Iruecha a la espera del
suministro de municiones que debe llevarle la 1ª División de Marchand, que ese
día llegaba hasta Sisamón y acampaba detrás del pueblo junto con la división de
caballería. Durante esa jornada, coincidiendo con la salida de Guadalajara de
la 1ª y 4ª divisiones del Ejército del Centro rumbo a Santorcaz, la retaguardia
española de Venegas llegaba a las diez de la noche a la capital alcarreña
procedente de Sigüenza. Por su parte, la 2ª y 5ª divisiones permanecen también
esa noche en Guadalajara.
El día
5, la 2ª División francesa se mantiene acantonada en Iruecha, aprovechando
para aprovisionarse y tomar los pueblos cercanos: dos batallones del 25º Regimiento
ocuparán Maranchón; dos del 27º Regimiento, Codes; y otros dos batallones del
50º Regimiento, Mochales. Por su parte, el 59º Regimiento, que había sido
segregado el día 30 de noviembre para ir a ocupar Villafeliche y Daroca, se une
a la 2ª División y ocupa Judes.
Ese día, la división de caballería del
general Lefebvre avanza hasta Sauca y Estriégana, dos leguas sobrepasada
Alcolea del Pinar en dirección Guadalajara, mientras que la 1ª División del
general Marchand, tras suministrar municiones a la 2ª en Iruecha, continúa su
marcha hasta Alcolea. La supuesta colaboración con los franceses, seguramente
por miedo, de los vecinos de este pueblo quedará reflejada en el libro de
Balagny[26]:
“En Alcolea los habitantes se presentaron
ante el ejército y le ofrecieron lo que tenía: mucho pan, avena y algo de
vino”.
Por su parte, las divisiones 1ª y 4ª del
Ejército del Centro español llegan a Santorcaz, donde se enteran de la
capitulación del Madrid ante los franceses.
La 2ª y 5ª divisiones, por delante de la retaguardia de Venegas, parten
de Guadalajara hacia Santorcaz ese mismo día. Al ser imposible ya dirigirse a
Madrid, el general Lapeña decide cambiar el plan inicial y conducirlo hacia
Aranjuez.
El día
6, una nueva división francesa, la del general Dessolles[27],
llegaba a Sisamón procedente de Calatayud.
El día
7, al conocer que Aranjuez está ya también ocupado por los franceses, y
poco antes de la llegada de las divisiones francesas a Guadalajara en su camino
hacia Madrid, el general Lapeña toma la decisión de cambiar nuevamente el rumbo
y dirigirse hacia Cuenca.
El día
9, una Junta de generales reunida en el alcázar de Huete, nombra y elige
por general en jefe del Ejército del Centro al Duque del Infantado.
El día
10, las tropas españolas llegaban a Cuenca.
1809
El tránsito de
tropas imperiales por la zona hacia la capital de España sería continuado a
partir de entonces. Así, gracias a Anselmo Arenas[28]
sabemos que, el 6 de enero, el Duque
del Infantado recibía noticias desde Cetina de don Ignacio Sigüenza, primer
teniente del Batallón de Voluntarios de Calatayud, informándole que a las nueve
de la mañana había pasado por aquel territorio una división francesa de 2000
hombres —1900 de infantería y 100 de caballería— que con 5 cañones iban camino
de Sisamón, y que no dudaba llevaban dirección Madrid. También le comunicaba
que en este trayecto habían dejado pedidas a las autoridades de Alhama 600
raciones para el día siguiente.
Ese mismo día, el Duque escribe y distribuye
una proclama en francés entre sus comandantes y grupos guerrilleros para ser
repartida por los pueblos a donde llegasen las tropas napoleónicas. Traducida
al castellano, decía lo siguiente:
“Soldados: Sabed que quien de vosotros desee descansar de sus fatigas,
evitar los peligros de una guerra larga, sangrienta e injusta, acudiendo a
nosotros recibirá cinco piastras fuertes como gratificación, y siete si va con
fusil y cartuchera. El soldado de caballería ligera o de línea, aparte de las
cinco piastras, recibirá un premio por su caballo y equipamiento. Los
desertores franceses recibirán pasaportes para ir a donde quieran; y sus casas
y propiedades serán respetadas y no serán sometidas a ninguna dominación o
ataque si nuestras tropas entran en Francia, para lo cual se les expedirá una
tarjeta de seguridad.
Soldados,
estad en guardia y no creáis lo que dicen vuestros jefes cuando os dicen que no
damos cuartel a los desertores, lo que es el colmo de la perfidia. Sabed, al
contrario, que incluso nuestros prisioneros reciben una acogida muy diferente
de la que vosotros dais a los vuestros, y son tratados con todo el respeto que merece
la desgracia, propio de una nación generosa y leal como la España que
lamentablemente se ve obligada a luchar contra vosotros por la determinación de
vuestro Emperador de apoderarse de una corona a la que no tiene ningún derecho,
contra la voluntad decidida de toda la nación, e incluso de las demás potencias
de Europa que no pueden ver con frialdad semejante injusticia. Pero desde el
momento en que empecéis a abandonar sus banderas, ya sea para venir a nosotros
o para regresar a vuestros hogares, a vuestras familias, no tengáis ninguna
duda de que se verá obligado a hacer las paces que toda Francia quiere, para
reparar los grandes males que ha sufrido y que le han causado las guerras
injustas a las que Bonaparte le ha arrastrado durante tantos años”.
El 7
de enero, la columna francesa estaba ya próxima a Maranchón, puesto que la
Junta de Molina de Aragón comunicaba al Duque que la Justicia de Aragoncillo le
daba parte de que la villa de Maranchón le pedía raciones para 3000 o 5000
franceses[29],
que con 8 cañones habían salido desde Aragón para la Corte[30].
A comienzos de febrero, el afrancesado intendente de Guadalajara, don Ramón Salas[31], comunicaba a la villa de Molina de Aragón el envío de un destacamento francés, ordenando a sus regidores que tuvieran prevenidas las correspondientes raciones de pan, vino y carne, y que sus habitantes permaneciesen “tranquilos en sus casas”. La misión de estas tropas en Molina era hacerse con los víveres que el intendente había ordenado enviasen sus regidores a Guadalajara, orden que estos habían desoído.
El día
14, bajo el mando del general Hugo[32],
este destacamento parte de Guadalajara, siendo observado por Dionisio Marz, el
vigía español apostado en Torremocha[33]
para seguir su movimiento y dirección. Según su informe, enviado a la Junta de
Molina, el contingente lo formaban 300 infantes y 60 jinetes, teniendo previsto
hacer noche en Maranchón al día siguiente.
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General Joseph Hugo |
El día
15, otro centinela apostado en Establés oficiaba a la Junta que el
vecindario de la zona, provisto de cuantas armas había conseguido y
capitaneados por Manuel Yagüe[34],
se había reunido en la Gallinera[35],
distribuyéndose en los puntos más estratégicos para intentar cortar el paso al
destacamento francés. También comunicaba que los vecinos de Turmiel se habían
levantado en armas, recibiendo dos cajones de municiones.
Pero a pesar del entusiasmo y valor de los
paisanos, los propósitos de Yagüe fueron inútiles, y la columna francesa
penetró en el Señorío prosiguiendo su avance.
El día
16, los franceses llegaban a Selas y por la tarde a Aragoncillo. Antes, el
Batallón de Voluntarios de Molina tomaba posiciones en el paraje conocido como
la Saetera —un angosto barranco lleno de sabinas situado pasado Aragoncillo y
antes de llegar a Canales de Molina— “con
unas 200 escopetas, hondas, chuzos y otras armas, entre ellas los originales
cañones de madera[36]”. Al mando se encontraba Rafael
Paredes, comandante del Batallón Provincial de Soria. Junto a él, José López
Pelegrín, vocal de la Junta de Molina.
Sin percibir que los acechaban, la columna
francesa entra en la Saetera, donde desde los altos son sorprendidos por los
españoles, provocando su repliegue dejando tras de sí 19 muertos y un buen
número de heridos. Por parte española, los daños se redujeron a dos heridos,
uno de ellos leve[37].
Como botín de guerra, los vencedores se hicieron con seis fusiles, un caballo,
varias mochilas y otros efectos[38].
Los franceses abortarán su misión y regresarán
a Guadalajara.
Cuatro días más tarde, el 20 de febrero, se produce un gran golpe para las aspiraciones
españolas: la capitulación de Zaragoza, sitiada desde el 21 de diciembre
anterior. Los franceses se proponen desde entonces controlar definitivamente toda
la ruta entre Madrid y la ciudad del Ebro.
Desde Guadalajara, tras los graves sucesos de
la Saetera, el 28 de ese mes el
intendente Ramón Salas enviaba otra carta[39]
a la Justicia y ayuntamiento de Molina pidiéndoles su sumisión a José Bonaparte,
jurándole obediencia y fidelidad y enviando los víveres que les había requerido
la vez anterior. De no hacerlo así rápidamente, sufrirían la ira de los
franceses, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo:
“La conducta que ha observado ese pueblo con
el destacamento de tropas francesas que pasaba a recoger los víveres que ustedes
voluntariamente no han querido remitir, merecía que se le abandone a su suerte
y a la imprudencia o malicia a los que le dirigen; pero mi carácter, sensible
tal vez hasta el exceso, no me permite ver con indiferencia la destrucción de
una villa muy respetable por sus circunstancias, y que yo debo amar
personalmente por ser la cuna de mi familia materna.
Luego que supe que el destacamento había
sido atacado, temí por ustedes todas las desgracias de la guerra más
sangrienta; ¿porque cómo podían ustedes figurarse que quedasen sin venganza y
sin castigo la injuria hecha a las armas francesas?, ¿qué medio tienen ustedes
de remitirla?
No me equivoqué en mi modo pensar: pues he
sabido con una certeza absoluta que se está preparando una expedición militar
con el objeto de reducir a cenizas a esa villa y castigar a sus habitantes.
Este hecho se verificará infaliblemente si todos no nos empeñamos en
prevenirlo; ¿y querrán ustedes que desaparezca de España ese pueblo infeliz por
sostener caprichos absurdos y perniciosos? Yo ruego a ustedes con todas las
veras de mi corazón que reflexionen a sangre fría sobre el peligro en que los
ha puesto su conducta inconsiderada, y aún me lisonjeo de poderlos salvar, si
quieren seguir los consejos que me inspira la humanidad, y el amor a mis
semejantes y conciudadanos.
No queda más partido que el de la sumisión
voluntaria: Zaragoza misma a pesar del entusiasmo y energía de sus defensores,
¿no ha sido obligada a someterse? Creo pues que ustedes deben remitirme una
representación excusando la conducta observada con el destacamento francés, y
ofreciendo en adelante que esa villa y sus pueblos de su partido obedecerán y
respetarán al mejor de los soberanos, haciendo todos los esfuerzos posibles por
merecer el olvido de los excesos pasados. Como una prueba de sumisión me
enviarán ustedes sin tardanza las provisiones que les tengo pedidas, y
convendría también mucho que haciendo ustedes inmediatamente el juramento de
obediencia y fidelidad, me enviasen testimonio de este acto.
Armado yo con estas armas podría levantar mi
voz a favor de ese pueblo hasta hacerla llegar, si fuera necesario, al trono
que ocupa el más humano y amable de los Príncipes. Espero que sería oída, y
ninguna satisfacción puede pensarse igual a la que yo tendría en salvar a esa
villa de los horrores que de otro modo sufrirá infaliblemente.
Hablo a
ustedes de buena fe, y deben creerme: si no lo hacen y desprecian mis consejos,
serán responsables para Dios y para los hombres de los males que yo trato de
prevenir, y de que no podrán ustedes librarse sino por los medios que acabo de
indicarles. Dios guarde a ustedes muchos años. Guadalajara y febrero 28 de
1809”.
No hace falta decir que los eufóricos molineses
desoyeron nuevamente al afrancesado, lo que desencadenaría poco después el
castigo vaticinado.
El 13 de
marzo, con el objetivo antes referido de controlar las comunicaciones entre
Zaragoza y Madrid, las tropas imperiales llegaban a Torija, y el 16 a Maranchón, ubicando
destacamentos en Almadrones, Alcolea del Pinar e Iruecha.
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Iruecha |
El 17
de marzo, cumpliendo el deseo de los enaltecidos lugareños, dispuestos a
echar de Iruecha a los invasores y cortar estas comunicaciones, la Junta de
Molina da a José Martínez[40]
la orden de atacar aquella posición. Según las informaciones disponibles, su
guarnición contaba con unos 1800 hombres.
El objetivo se lograría sin derramamiento de
sangre, ya que no llegaría a producirse el enfrentamiento: “pues no bien observó el enemigo mis avanzadas compuestas por 180
escopeteros esforzados que corrían furiosos por los cerros con ansia de
batirse, se puso en una fuga precipitada, cuyo alcance no ha sido fácil porque
han huido por un orden extraordinario con una hora de anticipación, y me ha
sido difícil contener el ardimiento de nuestros paisanos que querían perseguir
al enemigo hasta el reino de Aragón, donde podía reforzarse[41]”.
El 18
de marzo, como consecuencia de la caída de Zaragoza, la Junta Suprema
Central decretaba la creación de una Junta Superior de Defensa que reuniese a
los partidos aragoneses libres de la ocupación francesa. Esta Junta, que
finalmente se titularía Junta Superior de Aragón y parte de Castilla,
integraría, además de los partidos aragoneses de Albarracín, Teruel, Calatayud
y Daroca, a los señoríos castellanos de Moya (Cuenca) y Molina de Aragón[42],
constituyéndose en Teruel a finales de mayo.
Solo unos días después, el 22 de marzo, tendría lugar una nueva refriega con los franceses
en la zona, esta vez cerca del pueblo de Codes. Tratando nuevamente de cortar
la comunicación entre Madrid y Zaragoza, se sitúa en Establés al Batallón de
Voluntarios junto a 100 soldados del Regimiento Provincial de Soria. A las seis
y media de la mañana de aquel día, un destacamento francés parte de Iruecha en
dirección a Zaragoza sin percatarse de que los españoles, mandados por Rafael Paredes,
les aguardaban ocultos. Sin embargo, el disparo involuntario de uno de ellos
pone en aviso a los franceses. Entonces, “el
enemigo, acosado por todas partes, se situó por necesidad en una llanura a tiro
descubierto de los nuestros; hizo dos descargas cerradas, a que se respondió
con valor, y se dio a la fuga” en dirección hacia Judes. Los españoles se
lanzan tras ellos. Como es habitual, los
datos de las bajas francesas durante la persecución son contradictorios, pues
mientras que en el parte de la Junta de Molina enviado el 24 de ese mes al
presidente y vocales de la Junta de Murcia[43]
se señalaba que los imperiales habían perdido “9 o 10 hombres, 50 heridos, 2 prisioneros”, en el enviado el 5 de
mayo a la Junta de Defensa de Valencia se indicaba que “de
los 300 que se hallaban destacados en
dicho pueblo (Iruecha), con unos 30 caballos, no llegaron a 100 los hombres que
pasaron revista el 24 en Alcolea, habiendo fenecido los demás en la precipitada
fuga”. Como botín, los españoles arrebatarían al enemigo “3 caballos, una maleta de comandante, 17
fusiles, 22 bayonetas, mochilas y muchos efectos”. Tras la victoriosa acción,
el comandante Paredes permanecería destacado en Codes con el Batallón de
Voluntarios, mientras que los escopeteros recibirían la orden de regresar a
Establés.
Operaciones españolas como estas hubiesen
tenido mayor continuidad de no haberse visto interrumpidas por la llegada del
General Suchet[44]
a Molina, el Domingo de Ramos 26 de
marzo, al frente de una división de 4600 infantes, 600 caballos y 20 piezas
de artillería procedente de La Yunta y Tortuera[45].
Ante su llegada, la Junta de Molina y el Batallón de Voluntarios se vieron
obligados a abandonar la villa y ocultarse en Peralejos de las Truchas, en el
alto Tajo. La venganza anunciada por Salas se hacía realidad: prácticamente
vacía, los franceses la ocuparían y saquearían durante seis días.
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El general Suchet |
El 1
de abril, el ejército francés abandona Molina. La Junta regresa entonces,
dispuesta a asestar un nuevo golpe al invasor. El plan: atacar nuevamente
Iruecha, donde había vuelto a instalarse un destacamento francés, pues, “siéndoles tan necesario aquel punto para
conservar su carrera militar se reforzaron en el con 565 infantes, y 54
caballos a quienes no temió el Señorío, a pesar de ser inferiores sus fuerzas”.
El 4
de mayo se decide tomarlo, pero los franceses, al tener noticia de ello,
abandonan el pueblo en dirección Madrid, cuando los españoles ya se encontraban
a tan solo media legua[46]
de distancia y “a la misma hora que el
Batallón se movía desde Balbacil para atacarlo[47]”, tras haber soportado la lluvia y el
hielo durante la noche anterior. Como recompensa, al entrar en el pueblo se
apoderan de 650 panes del país, 80 medias de cebada y avena, tocino, vino y
otras provisiones que los franceses habían abandonado en su fuga[48].
Tras esta operación, un vecino de Iruecha,
Manuel Larena, sería detenido y acusado de cooperar con el enemigo. Durante su
juicio por el Tribunal de Vigilancia y Seguridad de Molina, creado tras la
salida de Suchet de la ciudad, un testigo aduciría que, al entrar en el pueblo
en la acción anterior del 22 de marzo, se había encontrado 3 talegas de
garbanzos y bichas en casa del acusado. Al registrar nuevamente su casa más
tarde, tras los hechos del 4 de mayo, se encontrarían también “6 o 7 paquetes de cartuchos, un sable, un
fusil con bayoneta y 10 canales de tocino”, que serían decomisados y
entregados al vocal de la Junta López Pelegrín. El detenido se defendería
asegurando que dichas canales eran suyas y de algunos vecinos más, que las
escondieron de los franceses en su casa, y que ya se las había ofrecido al
intendente Pinilla[49].
Varios testigos certificaron lo mismo, quedando así en libertad. Sin embargo,
un mes más tarde, Larena se quejó ante el tribunal de no haber cobrado nada por
las canales, que supuestamente se habían comido ya la tropa de Establés.
Desairado, el tribunal ordenaba el 7 de agosto la prisión incomunicada de
Larena hasta que la causa fuese retomada. Finalmente, el intendente Pinilla
confirmaría que era cierto que dichas canales se las había ofrecido a él.
También Larena pudo demostrar que las tropas francesas les habían amenazado con
quemar el pueblo y cortarles las cabezas si no les suministraban ganado y
raciones, por lo que se vieron obligados a acceder, y que las armas que
guardaba las había escondido tras la retirada de Castaños para dárselas a los
españoles a través de un vocal de la Junta de Labros. El 30 de abril de 1810,
Manuel Larena sería absuelto, aunque lo condenó al pago de las costas
judiciales. Tras apelar a la Junta de Molina, conseguiría finalmente no tener
que pagarlas, recibiendo además la promesa de que cobraría las canales de
tocino. Desconocemos si fue así.
A comienzos del mes de junio de aquel año, los franceses estaban rondando nuevamente el
Señorío de Molina, de modo que su Junta avisó a la Superior de Aragón de que
unos 1.000 franceses con tres cañones pequeños habían salido de Guadalajara
hacia Torija. Los de Molina enviaron sus tropas para cortarles el camino,
mientras que la Junta Superior ordenaba a Gayán[50]
que, combinando sus acciones con las tropas del Señorío, lo reforzase con los
efectivos que pudiera. Los españoles sufrieron una dura derrota que provocó una
copiosa dispersión de sus efectivos[51].
El 2
de agosto, por orden de la Junta
Superior Central, el ya entonces mariscal de campo Pedro Villacampa[52]
aglutinará las fuerzas de Calatayud, Teruel, Albarracín y el Señorío de Molina
en una División de la que tomó el mando por orden expresa de Blake[53].
Esta División[54]
la componían básicamente los Voluntarios de Cariñena de Gayán, el Regimiento de
la Princesa, el Batallón Provincial de Soria y el Batallón de Molina, así como
la caballería bajo la denominación Húsares de Daroca. La suma de sus efectivos
no superaría inicialmente más de 1.500 hombres, aunque sin duda irían en
aumento en los meses siguientes. En cualquier caso, eran unas tropas mal
equipadas, según repiten insistentemente las actas de la Junta Superior de
Aragón[55].
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El general Villacampa |
El 12
de ese mes se crearía, a partir de la Junta de Partido de Sigüenza, la
Junta Superior Provincial de Guadalajara[56],
organizándose a finales de ese año y comienzos del siguiente el Batallón de
Voluntarios de Guadalajara, armado con 300 fusiles llegados de Valencia. Estas
tropas quedarían acuarteladas en Rata[57],
mientras que la Junta se vería obligada a causa de las incursiones francesas a
trasladarse desde Villar de Cobeta a la Casa del Buen Desvío, una casa de campo
propiedad del Duque de Medinaceli en el término de Ciruelos del Pinar. Para
organizar este batallón, se pediría a Villacampa el envío de oficiales y
suboficiales, quedando conformado poco tiempo después un centro de
reclutamiento de voluntarios en Maranchón, al mando del sargento mayor Jerónimo
Luzón García[58].
También se crearía por entonces el Batallón de Tiradores de Sigüenza[59],
al mando de Nicolás de Isidro.
El 12
de octubre, el general Chlopicki[60],
avanzando hacia Molina de Aragón desde Daroca, donde estaba destacado con el 1º
Regimiento del Vístula, una parte del 2º y los coraceros, derrotará a las
tropas de Villacampa. Estas serían perseguidas por el coronel Kozinowski hasta
más allá de Ojos Negros, mientras que Chlopicki hacía su entrada en Molina. La evacuada
villa sería nuevamente saqueada, al igual que los pueblos de la sexma del Campo
en su regreso a Daroca[61].
Lejos de la zona, el 18 de noviembre, en el intento por rescatar Madrid se producía
la derrota española en la Batalla de Ocaña. La Junta Central pierde la
esperanza de liberar España, abandona Sevilla y se refugia en Cádiz.
El 10
de diciembre se pone fin al segundo sitio de Girona: tras un fuerte
bombardeo sobre la ciudad, con una guarnición mermada por el hambre y las
epidemias, es tomada por los franceses.
El 20
de diciembre, según Anselmo Arenas, los franceses entraban nuevamente en
Molina. Un cuerpo de 1000 jinetes incendiaba y saqueaba la población desierta.
Luego abandonaba la villa.
1810
El 20
de enero, las tropas imperiales avanzan simultáneamente por los Puertos del
Rey, Muradal y Despeñaperros siguiendo la orden del rey José Bonaparte de invadir
Andalucía. En quince días consiguen ocuparla, excepto la ciudad de Cádiz que se
verá sitiada hasta 1812.
El 30
de marzo, las juntas de Molina y Guadalajara llegaban al acuerdo de
organizar una fábrica de armas en Cobeta de la que serían beneficiarias ambas,
aunque dejando claro que esta “es y será
siempre del Señorío y llevará su nombre”[62].
El 31
de marzo, el cura de Clares certificaba el fallecimiento ocurrido el 16 de
febrero en las inmediaciones de Viller (Teruel) del vecino y soldado de la
sexta compañía del Batallón de Voluntarios de Molina, Andrés Colás. El mismo
día 31, fallecía en Clares el cabo segundo del Regimiento de Cariñena, Julián
Lafuente, natural de Magallón[63].
Lejos de nuestra zona, el 13 de Abril, Suchet, al mando del Ejército de Aragón, pone
sitio a la ciudad de Lérida. Después de múltiples bombardeos, los franceses
entrarán al asalto un mes después, masacrando a quienes se protegían en su
castillo.
En persecución de Villacampa, el 17 de mayo el
general Chlopicki se dirige desde Jaraba hacia Campillo, después hacia
Molina y, por último, en dirección a Cuenca, aunque no le es posible seguir ni avanzar
más tras el rastro de los fugitivos. Así, el
día 20 Chlopicki volvía a entrar en Molina, permaneciendo en la villa hasta
el día 22. Aquí destruye la fábrica de armas, ubicada “en la huerta que de San Francisco baja al puente del baño”, requisándose
un gran número de cañones de fusil, tornos y barras de hierro, que fueron
transportados a Zaragoza[64].
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Grabado de la serie "los desastres de la Guerra". Goya |
El 1
de agosto, los franceses bajo el mando del general Hugo, deciden marchar
sobre la casa del Buen Desvío, lugar donde seguía instalada la Junta Provincial
de Guadalajara. Ésta, apercibida de la
aproximación de las tropas napoleónicas, ordenaría a Palafox[65]
tomar posición en el desfiladero de las “Águilas de Anguita[66]”.
Pero Hugo, prevenido del movimiento enemigo, divisaría desde un cerro cercano a
unos 2.000 infantes y a un grupo de jinetes sobre los que ordenó cargar.
Algunos de ellos lograrían escapar, pero el resto serían hechos prisioneros[67].
La Junta tuvo que huir a toda prisa de
la casa del Buen Desvío[68],
mientras que un destacamento enviado por el general francés llegaba hasta ella,
quemándola y destruyendo toda su documentación. A continuación, Hugo ordenaría
ocupar Ciruelos, “una pobre aldea
abandonada, pues la Junta bajo amenaza de muerte, había ordenado a todos sus
habitantes que abandonaran sus casas…[69]”.
El 30 de octubre se traza un plan en Calatayud entre los generales Roguet[70], Dumoustier[71] y Pannetier[72] para avanzar conjuntamente sobre Molina: Este último lo haría pasando por Sisamón, Medinaceli, Maranchón y Molina, mientras que Dumoustier lo haría por Munébrega y Tortuera. Por su parte, la columna de Roguet marcharía por Ibdes, Fuentelsaz y Molina, donde finalmente se reunirían los tres cuerpos dos días después.
Efectivamente, el 1 de noviembre, unos 5000 soldados imperiales ocupaban
nuevamente Molina de Aragón, aprovechando que su Batallón y las tropas del
Empecinado[73]
estaban lejos. Como sucediera el año anterior, encuentran la villa vacía, pues
sus vecinos han huido para refugiarse en la sierra: “nos encontramos en Molina talleres, que hice destruir, muchas armas
sin terminar, y una cantidad considerable de bayonetas. Las casas estaban
desiertas, todos lo muebles quitados. Mandamientos, proclamas y panfletos
contra el Emperador y su familia, nada se había olvidado para incitar contra
nosotros” [74].
Tras intentar pactar con los molineses sin conseguirlo, las tropas francesas reciben aquella noche la orden de saquear e incendiar la ciudad[75]. Al día siguiente, la abandonarán dejándola totalmente arrasada [76].
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General François Roguet |
Entre el día 2 y el 3, en su repliegue hacia Medinaceli y Soria, las tropas de Roguet entran en Maranchón[77].
1811
Desde finales del mes de diciembre, las
tropas del Empecinado se encontraban posicionadas en Checa. Es entonces cuando
el general Suchet dispone que una columna al mando del general Pâris[78]
salga contra ellas, ordenando al mismo tiempo al general Abbé[79]
partir desde Teruel para rodear por la espalda la posición y prevenir una nueva
dispersión enemiga. Pâris alcanzaba al Empecinado a pocas leguas de Molina,
haciendo que cargaran los coraceros contra sus tropas arrollando su vanguardia.
El Empecinado inició la retirada perseguido por Pâris, quien consiguió
alcanzarle el 31 de enero delante de
Checa, donde le atacó sin esperar la llegada del general Abbé. Al romper el día
y a pesar de la nieve y el hielo, las columnas imperiales, precedidas por los
tiradores, se dirigieron frontalmente contra la posición española. Viéndose
superados, estos emprendieron la huida[80]
hacia Cuenca.
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Juan Martín, el Empecinado |
Según Anselmo Arenas, el 28 de febrero los franceses volvían a entrar en Molina con 1000
infantes, 300 jinetes y tres cañones, bajo el mando del general Pâris. La villa
continúa devastada por el incendio de noviembre anterior. Dos días después la
abandonan.
El 19
de marzo, dos columnas francesas del general Hugo procedentes de Molina
recorrían ambas márgenes del Tajo con el objetivo de capturar a la Junta de
Guadalajara[81],
así como de hacerse con los depósitos de armas, pólvora, municiones y granos
almacenados en sus pueblos[82],
entre ellos las fábricas de Corduente y Cobeta.
Ese mes de marzo, comienza la retirada
francesa de Portugal, obligada por la falta de recursos.
A
finales de junio el general Hugo marchaba nuevamente con su ejército desde
Brihuega hacia Molina, pasando por Cifuentes, Huertahernando y Cobeta, donde
esperaba encontrar al Empecinado sin hallarlo, ya que este había marchado con
el ejército hacia Cuenca. Así, continuaría por Torremocha del Pinar hasta
Molina para auxiliar a la guarnición del Regimiento del Vístula que, casi en la
hambruna, ocupaba su castillo, pues las aldeas del Señorío, apoyadas por la
guerrilla, no enviaban el aprovisionamiento exigido por los franceses. La
llegada del general y las amenazas de imponer una contribución doble a quien le
desobedeciera, surtirían rápidamente efecto.
Una vez solucionado este problema[83],
la columna de Hugo partía, llevando como guía a un aldeano de Selas, camino de
Maranchón. De esta villa, el general anotaría en sus Memorias: “El agua es escasa en Maranchón, gran pueblo
en un altiplano: aquella que beben los habitantes proviene de pozos o de
cisternas; un gran charco de agua verdosa y estancada es el único abrevadero
para el ganado, más no es inconveniente. Yo ya había visto en Hita un charco
parecido. También los he visto en Francia. Los animales saciarían allí su sed
sin repugnancia, así como sin peligro, aunque tales aguas causarían
enfermedades pútridas a los hombres que bebieran de ellas. De Maranchón, nos
fuimos a dormir a Anguita, y dos días después reentramos en Brihuega”.
El 19
de agosto, cumpliendo órdenes del general Lacy[84],
la división de caballería del Primer Ejército español bajo el mando del
brigadier Gervasio Gasca[85]
llegaba a Maranchón, en su camino desde Tahús, en Lérida, para incorporarse al
segundo Ejército estacionado en Valencia. El motivo aducido para este traslado
era “por falta de los artículos de su
manutención” en Cataluña. Para evitar a los franceses, hasta llegar a
Maranchón la división marcharía por la provincia de Huesca, Navarra, provincia
de Soria (Ólvega, Ágreda, Noviercas, Reznos y Deza) y Monreal de Ariza
(Zaragoza). Desde Maranchón, al día siguiente pondría rumbo hacia Saelices,
llegando a su destino en Liria el 5 de septiembre[86].
Para contribuir al sostenimiento bélico, al
esfuerzo humano se sumaría el de una ya una muy maltrecha economía en los
pueblos. Así, el 9 de septiembre,
Romualdo Tabarnero haría entrega en nombre del curato de Maranchón al
intendente Pinilla de numerosas piezas de plata de su iglesia que sumarían un
peso de 19 libras y 10 onzas y media[87].
Del 14
al 24 de octubre, Juan Martín “El Empecinado” sitiará la guarnición del
comandante Brochet en Molina, quien a pesar de la grave situación aún confía en
recibir socorro. En efecto, la brigada del general Mazzuchelli[88]
enviada a Calatayud y Daroca iría en su ayuda, pero antes tendría que
enfrentarse el día 26 a las tropas del Empecinado que le cerraban el paso cerca
de Cubillejo de la Sierra. El día 28
y tras rescatar a la guarnición, Mazzuchelli se ve obligado a abandonar Molina,
volando antes de hacerlo la Torre de Aragón. Según Arenas, el Señorío quedaría
desde entonces ya libre de enemigos.
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Castillo de Molina y Torre de Aragón |
1812
En
enero de aquel año, el mariscal
Suchet comenzará las operaciones para cercar Valencia, a pesar de la oposición
del general español Blake que, con 18.000 hombres, intentaría impedirle el
cruce del río Guadalaviar. Finalmente, Suchet recibe refuerzos, cruza el río
por Ribarroja y ataca tras una escasa resistencia al contingente español.
Valencia queda rodeada y Suchet ordena el bombardeo de la plaza, que coge
desprevenidos a sus pobladores. El Ejército de Blake es apresado.
El 19
de marzo y en medio de la lucha contra el invasor, se promulga la
Constitución dada por las Cortes de Cádiz. En ella, se proclama la soberanía
nacional, la separación de poderes, la libertad de imprenta y se abole el orden
estamental.
Según el citado Arenas, el día 8 de mayo la Junta Superior de Aragón y Parte de Castilla
abandona su sede en Mochales. Los franceses, a las órdenes del general
Palombini[89],
saquean el pueblo por haberla cobijado, “robando
a sus habitantes hasta el extremo de despojar de su ropa a las mujeres en la
plaza”, y haciendo ahorcar detrás de la iglesia a su alcalde, Antonio Alba[90],
a un vecino y a un soldado.
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General Giuseppe F. Palombini |
Según también el mismo
autor, el 8 de junio, unos 7000
franceses llegaban a Luzón, partiendo después hacia Anguita, Maranchón y Judes,
de camino a Medinaceli, donde debieron llegar el 10 u 11 de junio después de
devastar los pueblos del Señorío. La Junta de Guadalajara saldría huyendo el
día 7 de Luzón para Ocentejo.
El 9
de julio, como recompensa al patriotismo y sufrimiento de sus vecinos, las
Cortes de Cádiz, otorgan el título de ciudad a la villa de Molina de Aragón.
Lejos de esta zona, el 22 de julio, tendrá lugar la Batalla de Arapiles o de
Salamanca: tras varios ataques y contraataques, los franceses se retiran ante
el ejército aliado inglés, portugués y español. Ante su imparable avance, José
I se ve obligado, el 11 de agosto, a
salir de Madrid, dejando en el Retiro una guarnición de 2.500 hombres. El día
12, los aliados entran en Madrid. El 13, la guarnición del Retiro se rinde.
José Bonaparte se retira hasta Valencia, donde llega el 31 de agosto. Sin
embargo, el 2 de noviembre, tras la
salida de los ingleses de Madrid, José I entra de nuevo en la capital sin
encontrar oposición.
En
diciembre, Napoleón con la Grande
Armée se retira de Rusia: de los 647.000 hombres que fueron enviados sólo
volverán 58.000.
1813
El 25 de abril, siguiendo lo dispuesto en la
Constitución de Cádiz de 1812, se constituía en Anguita la primera “Diputación
Provincial de Guadalajara con Molina”, que así fue denominada, presidida por
Guillermo de Vargas Ximénez de Cisneros. Con ello quedaban disueltas las juntas
provinciales[91].
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José Bonaparte |
El 17
de mayo, José Bonaparte abandona definitivamente Madrid. Un mes más tarde,
tras la batalla de Vitoria el 21 de junio, los franceses son expulsados de
España, excepto de Cataluña donde permanecerán las tropas de Suchet casi un año
más.
Viendo la guerra perdida, el 29 de diciembre Napoleón obligaba a
su hermano a abdicar como rey de España.
1814
Ya casi finalizada la guerra, el 4 de febrero Ramón de Palacios remitiría
un demoledor informe a la Junta de Defensa de Soria acerca de Algondrón, un
viejo caserío en un recóndito paraje entre Judes e Iruecha convertido al inicio
de la guerra en armería y donde algunos operarios se habían dedicado a
“recomponer” viejos fusiles:
“Algondrón, llamado así un caserío
perteneciente al Monasterio de Santa María de Huerta en la Provincia de Soria[92],
se halla colocado en el centro de un monte de bastante extensión en un grande
barranco, confinando con el Señorío de Molina, cuya situación, tanto por la
distancia a que se halla de la capital de la provincia, como por ser en la
estación del invierno bastante penosa por la grande cantidad de nieves que
cargan el dicho sitio hace que se tenga por el más retirado y privado de todo
recurso.
La Junta de esta Provincia de Soria, animada
de iguales deseos que todas las demás a la nación (al principio de nuestra
lucha) no encontrando arbitrios para poder tener armada su Provincia, no
perdonó medios para conseguir un tan noble fin; y así aprovechándose de la
destrucción de la primera fábrica que teníamos, cual hasta la de Plasencia,
pudo reunir en su provincia una porción de operarios que unidos a otros malos
Armeros del País, y movidos de la indigencia se prestaron sin la menor
dificultad a contribuir a sus buenos de deseos, al mismo tiempo que por este
camino aseguraban su bienestar; pero no mediando aquella formalidad que es
precisa, a causa de no tener ninguno de los que mandaba los conocimientos que
para tales fines son precisos, resultó que elegido dicho sitio de Algondrón
para establecer en él el taller a donde debiese trabajarse, por contemplarlo
más seguro de todo insulto, y puestos estos operarios (que según noticias
adquiridas llegó el caso de que fuesen hasta 39) bajo la dependencia de un
sujeto de toda confianza que nombró la Junta, dieron principio a su trabajo
reducido a montar todo cañón de fusil que los comisionados que la Junta tenía
repartidos por las provincias conducían a dicho Algondrón adquiridos de
diferentes modos, esto es, comprados unos y otros aprovechándose de los que a
los franceses se les tomaban, sucediendo lo mismo con todas las demás partes
que constituyen una arma; por separado de grande cantidad de llaves y
guarniciones que como nuevas enviaron algunos operarios desde Plasencia y que
fueron trabajadas sin cuidado alguno por la confianza que tenían de que no
había quien las examinase, proviniendo de aquí que unos cañones ya usados y
acaso inútiles y por sus defectos interiores sin prueba alguna, agregado a esto
el que siendo las … más mal construidas, tanto por la falta de piezas
esenciales que en ellas se observa, como porque los aceros empleados son de
inferior calidad, y sus temples de ningún valor, se incurrirá bien pronto en el
caso de que dichas armas queden sin uso alguno, proporcionando así a los
cuerpos que las tomen, en recomposiciones, gastos que de ningún modo compensarán los servicios que podrían
hacerles.
Lo agrio de los hierros extranjeros hace que
no puedan prescindir en sus fábricas de dar a sus armas mayor espesor que el
que nosotros damos a los nuestros, atenidos a su mayor dulzura; por
consiguiente el fusil francés que por esta misma razón todo lo cual tiene en
espesor de metales, lo disminuye en calibre, será una arma inútil para nuestro
servicio; y siendo de esta clase mucha parte de los fusiles montados en
Algondrón, resulta que todos los que de esta especie hayan recibido los
cuerpos, son unas armas del todo inservibles.
Las tercerolas de que se habla en el estado
no son otra cosa que los fusiles cortados, y sus llaves de la misma clase que
las de estos, de modo que es un arma que solo tiene el nombre de tercerola, y
es bien sabido que así como las demás armas están sujetas a sus dimensiones,
que de ningún modo pueden hallarse en estas por las razones dichas.
Las utilidades que dicho establecimiento
presenta en la situación actual es bien claro que no son ningunas, pues solo en
el tiempo en que se estableció, y no queriendo conocer las reglas del orden,
podría consentirse el que en dicho sitio permaneciese una porción de efectos
que fuera de allí podían algunos servir de algo, al mismo tiempo que de
continuar bajo el mismo pie, no sería más que abrigar una media docena de
operarios que allí hay, libertándolos de que se pudiesen emplear en cosas más
útiles, pues que todos ellos no son más que unos medianos oficiales en su
oficio.
Por último la ninguna exactitud con que se
ha trabajado en dicha armería, provenido todo de las circunstancias y falta de
inteligencia en aquellos sujetos nombrados para la revisión de las armas, la
razón poderosa que a primera vista se presenta para no llevar adelante
semejante proyecto, y el estar convencido de la falta de posibilidad de
entablar nuevos gastos, cuando no pueden sostener los que ya se conocen, me
precisa a decir que de ningún modo conceptivo deba sostenerse dicho taller,
sino que desde luego debe providenciarse lo conveniente para sacar todo lo que
hay en dicho Algondrón mandando se trasladarse, en mi concepto, a Vitoria, a
donde con la presencia de un oficial facultativo y la asistencia de su maestro
examinador se haga una reconocimiento exacto de todo lo que hay, y de este modo
obtener una separación de todo lo que aún puede servir, dejando lo inútil para
hierro, que podrá servir para herraduras de nuestros caballos y mulas.
Como en la actualidad existen aún en la fábrica
de Plasencia operarios suficientes para cualquier trabajo que se quisiese
emprender, habiendo en ella los examinadores y demás preciso para verificar una
formal rehabilitación, opino que lo más oportuno sería el de trasladar a dicho
sitio todo aquello que admitiese composición, lo cual examinado como es de
costumbre y aprobado el trabajo, para evitar contingencias, podría trasladarse
inmediatamente lo compuesto al Parque general, que en el día, por su proximidad
no encuentro se presente inconveniente alguno, consiguiendo de este modo tener
armas más útiles que las que he reconocido, pues en dicha fábrica de Plasencia
se tiene la ventaja de tener aún madera a propósito para la construcción de
cajas.
Los operarios que en tiempo de la Junta
trabajaron no estaban por contrato, y sí con salarios de 18, 15, 14 reales
vellón, recibiendo además una ración diaria de todo como el soldado.
Creo
haber dicho lo suficiente acerca de la Armería de Algondrón, y por lo mismo me
persuado no deber detenerme en circunstanciar más el asunto, concluyendo con
repetir que de ningún modo conviene la permanencia de dicho taller, y que lo
que si debe tratarse es de retirar inmediatamente todo lo que hay en dicho
sitio, dándole el destino que señalo o el que se considere más a propósito, si
es que mi dictamen no se encuentra arreglado”.
En clave nacional, el 22 de marzo Fernando VII regresaba a España desde el exilio.
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Fernando VII |
El 11
de abril se firmaba el Tratado de Fontainebleau entre Napoleón y las
potencias aliadas (Austria, Rusia y Prusia) tras la ocupación de París, lo que
supondría la abdicación del emperador y su destierro a la isla de Elba.
El 29 de abril, los franceses se retiran de Barcelona hacia Francia poniéndose
fin a la ocupación en toda la península.
El 4
de mayo, Fernando VII firma un decreto aboliendo la Constitución de 1812 y
los decretos de las Cortes de Cádiz, restaurando el antiguo régimen
absolutista. El 13 de mayo
entrará en Madrid en medio de grandes aclamaciones.
En este contexto de regocijo popular ante la
vuelta del rey “Deseado”, en la publicación molinesa El Procurador General del Rey y de la Nación del 7 de julio, un anónimo maranchonero narraría, de
manera poética y patriótica, los actos celebrados en Maranchón con motivo de la
reciente onomástica del monarca, haciendo además una ferviente exaltación de su
figura:
“Señor Procurador General del Rey y de la Nación: esta villa de Maranchon, pequeña en su vecindario, pero que no admite paralelo en su tierno cariño y acendrada benevolencia para con su adorado monarca el Sr. D. Fernando VII, le felicitó el día del Santo Rey 30 de Mayo, con tanto regocijo, aclamaciones, vivas, honestas y sencillas diversiones, que no puedo, ni le es fácil a la mas diestra y bien cortada pluma delinearlas y pintarlas tales como fueron en sí; no obstante hará una sencilla y lacónica narración poética, aunque fria y sin el mitológico estro que se necesita, un individuo de la misma. Sírvase V. de insertarlo, si le parece conveniente, en su apreciable periódico, la siguiente glosa; como asimismo las dos octavas y ovillejos que la referida, con la mas profunda sumision y reverencia, dedica a su idolatrado Rey; y mande V. al mas mínimo alumno de Apolo y Esculapio S.S.S.Q.B.S.M. = G.F.X.R.
©2024 Antonio Bueno Tabernero.
Artículo registrado en Safe Creative
con nº 2410109765072
[1] Denominada oficialmente Junta Superior de Observación y Defensa de
Molina.
[2] Poco después, tras su muerte violenta, sería nombrado en su lugar don Joaquín
Montesoro.
[3] Formado en la primavera de 1808 con unas 500 plazas. Sería confirmada su creación por despacho real el 13 de junio de
1809.
[4] Pérez Fuertes, P.: “El
incendio de Molina en 1810”, en “La
Prensa Alcarreña”, nº 22, p. 14; 13 de noviembre de 1981.
[5] Como
ejemplo, los regidores de Clares, en estos seis años, debieron sacar de la Cámara
de Misericordia de la iglesia y entregar, como suministro a las tropas, un total de 310
fanegas y media, dos celemines y dos cuartillos de trigo.
[6] Desde 1479 esta
cuadrilla la integraban los pueblos de Iruecha, Codes, Balbacil, Clares, Turmiel,
Mazarete, Anquela y Tobillos. Hasta 1769, año en que obtuvo el privilegio de
villazgo, también formó parte de ella Maranchón.
[7] Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, I duque de
Bailén (1758-1852): tras la victoria de la
batalla de Bailén e instaurada la Junta Central Suprema y Gubernativa del
Reino, fue designado para el mando del Ejército del Centro.
[8] Jean Lannes (1769-1809): en 1808, Napoleón lo nombró
comandante en jefe de un ala del ejército francés, enviándolo a España. En diciembre de 1808 sitiaría Zaragoza, logrando su capitulación el 20 febrero.
[9] Unos 10.000 hombres,
según fuentes francesas.
[10] Bon Adrien Jeannott de Moncey, Duque de Conégliano (1754-1842): nombrado Mariscal en
1804. Destinado a España, el 10 de marzo de 1808 tomó la fortaleza de Santa
Engracia y a continuación participó en el segundo sitio de Zaragoza. En 1823
regresaría a España al mando de una parte del ejército de los Cien Mil Hijos de
San Luis.
[11] “Campagne
de L’Empereur Napoléon en Espagne (1808-1809), par le commandant breveté Balagny. Tome deuxième, Tudela, Somosierra, Madrid”. París-Nancy, 1903.
[12] Hoy llamado Plasencia de Jalón.
[13] Francisco Javier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana (1754-1838): ya retirado, cuando Napoleón invadió España regresó al ejército.
Participó en la batalla de Bailén, siendo nombrado comandante jefe del ejército
en Andalucía. Fue derrotado por los franceses en Uclés el 13 de enero de 1809 junto al Duque del Infantado.
[14] Maurice Mathieu, conde Mathieu de Saint-Maurice y de La Redorte
(1768-1833): a partir de 1808 jugaría
un importante papel en las Guerras Napoleónicas en España. El 26 de abril de
1810 fue nombrado Conde del Imperio, y en agosto de ese mismo año, gobernador
de Barcelona y la Baja Cataluña. Regresaría a Francia el 2 de noviembre de
1813.
[15] Louis François Félix
Musnier de la Converserie (1766-1837).
[16] Conformaban la infantería, unos 4000 hombres, el Regimiento de
Órdenes Militares, el 1º y 2º batallón del Regimiento de Burgos, el 1º batallón del
Regimiento de Irlanda, el Ligero de Campo Mayor y el Ligero de Navas de Tolosa.
La caballería, unos 500 jinetes, estaba compuesta por del Regimiento de Borbón,
dos escuadrones de Farnesio, y una compañía de Lanceros de Utrera.
[17] Según la “Relación de la
retirada del exercito del centro desde la orilla derecha del Ebro hasta la
ciudad de Cuenca”, publicada en el nº 6/1816 del periódico “Mercurio de España”, las cifras serían:
158 muertos, 294 heridos y 987 prisioneros, incluyéndose oficiales,
suboficiales y soldados.
[18] Cifras sospechosamente escasas.
[19] Michel Ney, duque de
Elchingen y príncipe de la Moscova (1769- 1815): en agosto de 1808 fue enviado a España con el VI Cuerpo del Gran
Ejército.
[20] Los regidores de Clares entregarían “para suministro, en la
retirada de el Sr. Castaños; y los enemigos que venían en su seguida: noventa y
cinco fanegas de trigo en los días primero, segundo, tercero de el mes de
noviembre de el referido año”.
[21] José de Urbina y Urbina, III conde de Cartaojal (1761-1833).
[22] Manuel Lapeña Rodríguez y Ruiz de Sotillo (1766-1827).
[23] Jean Gabriel Marchand (1765- 1851): general de división francés, fue enviado a España al mando de la 1ª División del 6º Cuerpo, a las órdenes del mariscal Ney. En febrero de 1809, su división contaba con cerca de 6900
soldados divididos en doce batallones.
[24] Pedro Alcántara Toledo Silva de Mendoza y Salm-Salm, XIII Duque
del Infantado (1768-1841).
[25] Antonio Malet, Marqués de Coupigny (?-1825): general español de
origen francés. En 1808 fue ascendido
a mariscal de campo y teniente general ese mismo año. Fue nombrado capitán
general de las Islas Baleares en1812.
[26] “Campagne de L’Empereur Napoléon en Espagne
(1808-1809), par le…”
[27] Jean-Joseph Dessolles, marqués de Dessolles (1767-1828): fue enviado a España como comandante de
división, puesto que desempeñó desde 1809 a 1811.
[28] Arenas López, A.; “Historia del Levantamiento de Molina de
Aragón y su Señorío en mayo de 1808 y Guerras de su Independencia”.
Valencia, 1913.
[29] Como indica en propio Duque en su crónica: “Esta incertidumbre (en el número real de efectivos) manifiesta la facilidad con que se equivocan
los paisanos”.
[30] Lo ocurrido desde el comienzo de este año hasta aquí se ha
extraído de: Alcántara Toledo Silva de Mendoza y Salm-Salm, P. (XIII Duque del
Infantado): “Manifiesto de las
operaciones del Exército del Centro desde el día 3 de diciembre de 1808 hasta
el 17 de febrero de 1809”. Reimpreso
por Francisco Brusola; Valencia, 1811.
[31] Ramón de Salas y Cortés (1753-1835): nacido en Belchite (Zaragoza), fue
profesor de la Universidad de Salamanca, siendo uno de los primeros teóricos de
Derecho Constitucional en España. Sería intendente de Guadalajara hasta 1810,
momento en el que pasó a ocupar el cargo de prefecto en esa misma provincia. En
enero de 1811 se le designó prefecto de Toledo, cargo que ostentaría hasta la
batalla de Vitoria, viéndose obligado a exiliarse a Auch en 1813, para regresar
a España en 1820.
[32] Joseph Léopold Sigisbert Hugo (1773-1828), padre de los literatos Victor Hugo, Abel Hugo y Eugène Hugo. Fue nombrado general y gobernador
de Guadalajara, consiguiendo neutralizar las guerrillas españolas en
la zona del Tajo, restableciendo así las comunicaciones entre los cuerpos del ejército francés. Fue
nombrado I Conde de Sigüenza.
[33] Torremocha del Campo.
[34] Vocal de la Junta de
Molina.
[35] Paraje junto al río
Mesa. Anteriormente se conocía a este río como “de la Gallinera”.
[36] Ante la falta de artillería y de materiales para fundirlos, se ocurrió la ingeniosa idea de
construir cañones de madera a base de gruesos troncos ahuecados por dentro y
reforzados con cinchos de hierro. Según algunas crónicas, llegaban a resistir
hasta 15-20 disparos.
[37] Bajas y heridos, según Anselmo
Arenas.
[38] Según el parte enviado a la Junta Central.
[39] Correspondencia de Ramón
Salas, intendente de la provincia de Guadalajara, dirigida a Pascual Calbo y a
la villa de Molina de Aragón. Archivo Histórico Nacional, ESTADO,3100, Exp.17.
[40] Probablemente José Martínez de San Martín, quien formó parte de la
guerrilla durante la guerra, siendo responsable del mando militar en la
provincia de La Mancha. Gracias a estas batallas, alcanzó el grado de brigadier
de los Ejércitos, lo que también le valió el apodo de Tintín.
[41] Parte de José Martínez,
redactado en Iruecha a las 6 y media de la tarde del 17 de marzo y enviado la
Junta de Molina. Fue publicado en la “Gaceta del
Gobierno” el 31 de marzo de
1809.
[42] Por Molina formaría
parte de esta Junta el abogado Francisco López Pelegrín.
[43] Publicado en el “Diario de Mallorca” nº 138, del jueves
18 de mayo de 1809.
[44] Louis Gabriel Suchet
(1770-1826): tras el sitio de Zaragoza, había sido enviado a Calatayud para
mantener libres las comunicaciones de Zaragoza con Madrid y a Molina con el fin
de disolver la reunión de la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla. En
abril de 1809 sería nombrado general en jefe del Ejército de Aragón, siendo sus
tropas las últimas en abandonar España, retirándose de Cataluña en 1814.
[45] En esta fecha se produciría la primera entrada de tropas francesas en Molina.
[46] Algo más de dos kilómetros
y medio.
[47] “Solicitud de confirmación del Batallón de Voluntarios. Junta de Molina
a la Junta Suprema Central”. 9 de julio de 1809.
[48] “Parte de la Junta de
Defensa de Molina a la de Valencia”, de 5
de mayo de 1809.
[49] José López
Juana Pinilla, intendente comisionado de la provincia de Guadalajara.
[50] Ramón Gayán y Díaz (1772-1846): nacido en Paniza
(Zaragoza), organizó junto a su hermano Mariano el Batallón de Voluntarios de
Cariñena, siendo nombrado su capitán.
[51] Lafoz Rabaza, H.: “Actas de
la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla (1809)”. Institución
Fernando el Católico, Diputación de Zaragoza. Versión web:
https://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/2945
[52] Pedro Villacampa y Maza
de Lizana (1776-1854): hecho prisionero por los franceses en Zaragoza, lograría
escapar para ser nombrado vocal de la Junta militar de Tortosa.
[53] Joaquín Blake y Joyes
(1759-1827): de origen irlandés, al estallar la guerra era brigadier, llegando
a ser capitán general interino de Valencia, para el mando provisional de
Aragón, en noviembre de1808. En 1809 le sería dado el mando del Ejército del
Centro.
[54] Denominada Ala Izquierda
de Aragón.
[55] Lafoz Rabaza, H.; “La Junta Superior de Aragón y parte de Castilla y los
asuntos militares (1809-1812)”, en “Revista de Historia Militar”, núm. extraordinario; Ministerio de
Defensa, 2008.
[56] Una Real Orden declaraba a la Junta de Sigüenza independiente de
la Superior de Aragón, atribuyéndose el título de Provincial contra lo ordenado
por la Central. Su primer presidente
sería el obispo seguntino Pedro Inocencio Bejarano.
[57] Hoy llamado Santa María del Espino.
[58] Nacido en Munébrega
(Zaragoza) hacia 1777. Sustituiría varias
veces al Empecinado en el mando de su división cuando fue herido o debió
ausentarse.
[59] López de los Mozos, J.R.: “Maranchón
en la Guerra de la Independencia (1810-1811) a través de algunos documentos”.
Maranchón, 1991.
[60] Józef Chopicki
(1771-1854): nacido en Polonia, sería nombrado general de brigada tras la
victoria de Suchet en la batalla de Sagunto, en 1810.
[61] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal
Suchet sobre sus campañas en España. 1808-1814”. Institución Fernando el
Católico. Zaragoza, 2012.
[62] García de Paz, J.L.; “La guerra de la Independencia en
Guadalajara y Tendilla”, en “Wad-Al-Hayara”,
2010, nº 35-36.
[63] “Libro de Difuntos”. Archivo parroquial de Clares.
[64] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal Suchet sobre…”
[65] Francisco Rebolledo de
Palafox y Melzi (1774-1812) segundo hijo del III marqués de Lazán y hermano de
José Rebolledo de Palafox (el del sitio de Zaragoza) y de Luis Rebolledo de
Palafox (el hermano mayor).
[66] Paraje conocido hoy como “Peña del Águila”, en el camino hacia Luzón, según Javier Serrano Copete en su libro: “Una historia de Anguita: el pueblo y su entorno”. Aache; Guadalajara, 2008.
[67] Entre estos prisioneros, se encontraba el padre Gil, un monje
famoso por su papel en el sitio de Zaragoza.
[68] Se trasladaría a Huertahernando.
[69] Hugo, A. France Militaire. Histoire des Armées Françaises
de Terre et de Mer de 1792-1837. Tomo IV, pp. 299-300. Delloye, París,
1838.
[70] François Roguet
(1770-1846).
[71] Pierre Dumoustier
(1771-1831).
[72] Claude Marie Joseph
Pannetier (1769-1843).
[73] Juan Martín Díez
(1775-1825): labrador antes de la guerra, en 1809 sería nombrado capitán de
caballería. Su objetivo principal fue dañar las líneas de comunicación
francesas. El considerable daño que produjo al enemigo hizo que se nombrase al
general Hugo como su “perseguidor en exclusiva”.
[74] “Mémories militaires du lieutenant général comte
Roguet (François). Tome Quatrième”. Paris, 1865.
[75] Pérez Fuertes, P.: “El
incendio de Molina en 1810”, en “La
Prensa Alcarreña”, nº 22, p. 14; 13 de noviembre de 1981.
[76] En sus Memorias, Roguet
no hace alusión alguna al incendio de la ciudad.
[77] López de los Mozos, en
su citada obra “Maranchón
en la Guerra…”, señala
erróneamente esta fecha como la primera en la que las tropas imperiales entraron
en Maranchón.
[78] Marie Auguste Pâris (1771-1814):
encargado por Suchet en 1811 de defender con su brigada el sector de Daroca,
Molina de Aragón y Monreal del Campo de los ataques españoles.
[79] Louis Jean Nicolas Abbé
(1764-1834): llegó a España en 1810, poniéndose a las órdenes del mariscal Suchet
y siendo ascendido a general de división en 1811.
[80] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal Suchet sobre sus campañas en España. 1808-1814”.
Institución s de Fernando el
Católico. Zaragoza, 2012.
[81] Esta tuvo que abandonar Huertahernando y refugiarse en varios
pueblos de la margen izquierda del Tajo.
[82] López Alonso, J.L: “Atienza
de los Juglares”, nº 72; pp. 5-12. Atienza, 2015.
[83] En Molina, el general
Hugo se enteraría de que el rey José Bonaparte había abandonado Madrid.
[84] Luis Lacy Gautier
(1775-1817): enrolado en el ejército francés, en 1808 desertó y regresó a
España. En 1811 fue nombrado capitán general de Cataluña. Murió fusilado tras
la guerra en Palma de Mallorca por pronunciarse en Cataluña junto al general
Milans del Bosch y defender la Constitución de Cádiz de 1812.
[85] Gervasio Gasca Ormigón
(1760-1833): participó en los dos sitios de Zaragoza, distinguiéndose en la
defensa de la puerta del Portillo. Hecho prisionero tras su rendición, lograría
evadirse y presentarse ante el Primer Ejército. Tras su llegada a Valencia en
septiembre de 1811 conduciendo la división de caballería desde Cataluña, le
sería dado el mando del Regimiento de caballería de Cazadores de la Real
Maestranza de Sevilla.
[86] “Diario de Palma”, nº 28, 3 de octubre de 1811.
[87] Fraile García, N.:
“Maranchón (mi pueblo)”. Guadalajara, 1994.
[88] Luigi Mazzuchelli
(1776-1868).
[89] Giuseppe Federico
Palombini (1774-1850).
[90] Desde 1982, la plaza Mayor del pueblo lleva su nombre.
[91] Estas diputaciones
provinciales funcionarían hasta el 16 de junio de 1814, día en que Fernando VII
las abolió.
[92] El caserío y sus tierras
fueron donadas por Martín de Hinojosa al monasterio en 1194, perteneciéndole
hasta la desamortización de Mendizabal en 1843.
"Clares y alrededores. Una mirada al pasado"
"Viajeros Ilustres por el Camino Real de Aragón"
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