LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LA SIERRA ALTA DEL DUCADO DE MEDINACELI Y EL SEÑORIO DE MOLINA DE ARAGÓN (1808-1814)



A mis amigos de “Somos de pueblo”, de quienes
 aprendo cada día cosas maravillosas de nuestra tierra”.

 

En 1805 tenía lugar la derrota franco-española de Trafalgar, lo que supondría el declive naval español. Dos años después, en 1807, Francia y España firmaban el tratado de Fontainebleau, donde se acordaba la repartición de Portugal y se autorizaba a las tropas imperiales su entrada en territorio español. Al mando del general Junot, lo harían el 18 de octubre de 1807, alcanzando la frontera con Portugal el 20 de noviembre. Pero las pugnas internas entre los partidarios del príncipe Fernando, quienes temían que las tropas francesas se apoderasen de España, y los del rey Carlos IV, culminarían el 18 y 19 de marzo de 1808 con el Motín de Aranjuez y la abdicación del monarca español.

Fernando viajaría a Bayona para tratar de obtener el reconocimiento de Napoleón, sin conseguirlo. Mientras, en Madrid, tenía lugar el levantamiento popular del 2 de mayo para impedir que el resto de la familia real marchara a Bayona.

El brutal aplastamiento de la insurrección en Madrid por las tropas imperiales marcaría el inicio de la llamada Guerra de la Independencia, extendiéndose la rebelión rápidamente a otras ciudades y provincias, donde irían creándose las denominadas juntas de defensa. Así sucedería en Molina de Aragón, donde ya en la segunda mitad de 1808 se organizaría su Junta de Defensa[1], siendo nombrado presidente don Juan Antonio Vallarino[2]. Casi al mismo tiempo, se crearía el Batallón de Voluntarios de Molina[3] al mando del coronel de artillería don Rafael Cuellar Artacho, y un escuadrón de caballería, a las órdenes de don Joaquín Vázquez Prada[4].

Durante la contienda, en sus seis años de duración, la población civil padecería los efectos de una guerra total, sufriendo la pérdida de vidas, la devastación y el saqueo de los ejércitos franceses a su paso. Además, los pueblos y ciudades también se verían obligadas a suministrar las raciones exigidas para alimentar tanto a las tropas imperiales como a las españolas[5].

En este trabajo, recopilaremos cronológicamente algunas de las acciones bélicas que durante la misma se desarrollaron, aproximadamente, en el territorio de la Cuadrilla de la Sierra Alta del Ducado de Medinaceli[6] y del Señorío de Molina. Por supuesto aquí no están todas; solo se trata de una aproximación a un tema en el que debe profundizarse más minuciosamente.

 

1808

La victoria de Bailén, el 19 de julio de 1808, lograda por un ejército exclusivamente español, provocaría la evacuación francesa de Portugal y su repliegue al norte del Ebro, seguida en noviembre de la entrada de la Grande Armée, un ejército de unos 200.000 hombres, encabezado por el propio Napoleón. Pocas semanas antes de su llegada, las fuerzas españolas lograban tomar el control de Logroño (el 10 de septiembre) y desplegar posiciones en torno a Tudela, a donde llegó el general Castaños[7] al mando del Ejército del Centro el 17 de octubre. La batalla en los alrededores de esta ciudad tendría lugar el 23 de noviembre, con una rotunda victoria para los franceses, al mando del mariscal Jean Lannes[8].

El resultado de la batalla provocaría el saqueo de Tudela, así como la huida de muchos vecinos a Zaragoza y las Bardenas, dejando a las tropas napoleónicas el camino abierto para emprender el segundo sitio a la capital aragonesa. Por su parte, Castaños, con lo que quedaba de su ejército[9], se replegaría por Tarazona, Borja y el Jalón a toda velocidad en dirección a Madrid. Siguiendo sus pasos, tratando de darle alcance, la segunda división del 6º Cuerpo del ejército francés a las órdenes del mariscal Moncey[10], el día 24 se trasladaba a Borja por Cascante y Tarazona.


La Batalla de Tudela, por Suchodolski

A partir de ese día y lo que ocurrió en los siguientes, lo conocemos gracias a los puntuales informes de campaña enviados al estado mayor francés[11].

El 25 de noviembre de 1808, la 2ª División francesa llegaba a Plasencia[12], en la orilla derecha del Jalón, mientras que el ejército de Castaños alcanzaba Calatayud esa misma noche con la intención de descansar.

El 26, los lanceros polacos enviados para despejar la ruta hacia Calatayud, obligan a los españoles a abandonar el pueblo de El Frasno.

El 27, se envía hasta allí un batallón francés del 27º Regimiento. Durante la mañana, las tropas españolas abandonan Calatayud, dejando Castaños su retaguardia al mando del general Venegas[13].

El 28, la división de Moncey parte a mediodía hacia Calatayud con las columnas de Mathieu[14] y Musnier[15]. Moncey ordena al primero continuar la persecución de las tropas de Castaños, aunque poniéndole como límite máximo a su avance la distancia de una jornada de Calatayud, debiendo regresar después.

Maurice Mathieu

El 29, la vanguardia de Mathieu parte de Calatayud para ir a Cetina, pero al llegar a Bubierca se encuentra con la retaguardia española de Venegas. Y es que Castaños le había ordenado, ante la proximidad de los franceses en su persecución, tomar posiciones para intentar frenarlos y dar tiempo a que el grueso del ejército pudiese continuar su retirada hacia Sigüenza. Con unos 4500 hombres[16] dominando las cimas de los montes que circundan Bubierca, las tropas de Venegas consiguen contenerlos durante casi once horas, aunque finalmente, ante la abrumante superioridad francesa –unos 8000 efectivos– serían derrotados debiendo huir. Según el parte de guerra francés, además de un gran número de heridos, las bajas españolas superaron las doscientas, capturando a un brigadier, un coronel, 16 oficiales y 300 suboficiales y soldados[17]. Por su parte, las pérdidas francesas se limitaron a 6 muertos, 36 suboficiales y soldados heridos, y dos oficiales también heridos[18].

El general Castaños

El general Mathieu hubiese deseado proseguir la persecución, pero tuvo que cumplir la mencionada orden de Moncey de no alejarse a más de una jornada de Calatayud, así que, continuando hacia Alhama de Aragón, no pasaría de Cetina, donde dio descanso a sus tropas. Este impedimento supuso dar un tiempo precioso para que los españoles pudiesen retirarse y para que el mariscal Ney[19], al mando del 6º Cuerpo del Ejército, no pudiera alcanzarlos cuando, por orden directa del emperador, el 1 de diciembre reanudara desde Alagón su persecución.

El día 30, las tropas de Mathieu permanecen en Cetina, mientras que el grueso del ejército español continúa su huida por Sisamón, Iruecha y Maranchón[20], protegido siempre por los restos de la retaguardia de Venegas, hasta alcanzar Sigüenza aquella misma tarde. Cumpliendo la orden recibida el día anterior de la Junta Suprema Central, Castaños entregaba allí el mando del Ejército del Centro de forma interina al conde de Cartaojal[21].

El 1 de diciembre de 1808, las tropas mandadas por Mathieu regresan a Calatayud. El general Lapeña[22], a quien la Junta Superior había designado finalmente para mandar el Ejército del Centro sustituyendo al conde de Cartaojal, lo conduce desde Sigüenza hacia Guadalajara, a donde llegará al día siguiente.

El día 2, la 2ª División del 6º Cuerpo del ejército francés parte de Calatayud a la una de la tarde para ir a pernoctar a Sisamón. Mientras, la 1ª división del general Marchand[23] llegaba a la ciudad bilbilitana. Ese día también, tras su aplastante victoria en Guadarrama, Napoleón entra en Madrid.

El día 3, la 2ª División francesa se traslada desde Sisamón a Iruecha. Mientras, el Duque del Infantado[24] se une en Guadalajara al Ejército del Centro, llevando consigo la orden para que el general Lapeña acuda en ayuda de Madrid. En consejo de guerra, al que asisten también los generales Cartajoal y Coupigny[25], se acuerda conducir al ejército hacia la capital por Santorcaz y Arganda.

El día 4, la 2ª División francesa permanece retenida en Iruecha a la espera del suministro de municiones que debe llevarle la 1ª División de Marchand, que ese día llegaba hasta Sisamón y acampaba detrás del pueblo junto con la división de caballería. Durante esa jornada, coincidiendo con la salida de Guadalajara de la 1ª y 4ª divisiones del Ejército del Centro rumbo a Santorcaz, la retaguardia española de Venegas llegaba a las diez de la noche a la capital alcarreña procedente de Sigüenza. Por su parte, la 2ª y 5ª divisiones permanecen también esa noche en Guadalajara.

El día 5, la 2ª División francesa se mantiene acantonada en Iruecha, aprovechando para aprovisionarse y tomar los pueblos cercanos: dos batallones del 25º Regimiento ocuparán Maranchón; dos del 27º Regimiento, Codes; y otros dos batallones del 50º Regimiento, Mochales. Por su parte, el 59º Regimiento, que había sido segregado el día 30 de noviembre para ir a ocupar Villafeliche y Daroca, se une a la 2ª División y ocupa Judes.

Ese día, la división de caballería del general Lefebvre avanza hasta Sauca y Estriégana, dos leguas sobrepasada Alcolea del Pinar en dirección Guadalajara, mientras que la 1ª División del general Marchand, tras suministrar municiones a la 2ª en Iruecha, continúa su marcha hasta Alcolea. La supuesta colaboración con los franceses, seguramente por miedo, de los vecinos de este pueblo quedará reflejada en el libro de Balagny[26]: “En Alcolea los habitantes se presentaron ante el ejército y le ofrecieron lo que tenía: mucho pan, avena y algo de vino”.

Por su parte, las divisiones 1ª y 4ª del Ejército del Centro español llegan a Santorcaz, donde se enteran de la capitulación del Madrid ante los franceses.  La 2ª y 5ª divisiones, por delante de la retaguardia de Venegas, parten de Guadalajara hacia Santorcaz ese mismo día. Al ser imposible ya dirigirse a Madrid, el general Lapeña decide cambiar el plan inicial y conducirlo hacia Aranjuez.

El día 6, una nueva división francesa, la del general Dessolles[27], llegaba a Sisamón procedente de Calatayud.

El día 7, al conocer que Aranjuez está ya también ocupado por los franceses, y poco antes de la llegada de las divisiones francesas a Guadalajara en su camino hacia Madrid, el general Lapeña toma la decisión de cambiar nuevamente el rumbo y dirigirse hacia Cuenca.

El día 9, una Junta de generales reunida en el alcázar de Huete, nombra y elige por general en jefe del Ejército del Centro al Duque del Infantado.

El día 10, las tropas españolas llegaban a Cuenca.

 

1809

            El tránsito de tropas imperiales por la zona hacia la capital de España sería continuado a partir de entonces. Así, gracias a Anselmo Arenas[28] sabemos que, el 6 de enero, el Duque del Infantado recibía noticias desde Cetina de don Ignacio Sigüenza, primer teniente del Batallón de Voluntarios de Calatayud, informándole que a las nueve de la mañana había pasado por aquel territorio una división francesa de 2000 hombres —1900 de infantería y 100 de caballería— que con 5 cañones iban camino de Sisamón, y que no dudaba llevaban dirección Madrid. También le comunicaba que en este trayecto habían dejado pedidas a las autoridades de Alhama 600 raciones para el día siguiente.

Ese mismo día, el Duque escribe y distribuye una proclama en francés entre sus comandantes y grupos guerrilleros para ser repartida por los pueblos a donde llegasen las tropas napoleónicas. Traducida al castellano, decía lo siguiente:

“Soldados: Sabed que quien de vosotros desee descansar de sus fatigas, evitar los peligros de una guerra larga, sangrienta e injusta, acudiendo a nosotros recibirá cinco piastras fuertes como gratificación, y siete si va con fusil y cartuchera. El soldado de caballería ligera o de línea, aparte de las cinco piastras, recibirá un premio por su caballo y equipamiento. Los desertores franceses recibirán pasaportes para ir a donde quieran; y sus casas y propiedades serán respetadas y no serán sometidas a ninguna dominación o ataque si nuestras tropas entran en Francia, para lo cual se les expedirá una tarjeta de seguridad.

Soldados, estad en guardia y no creáis lo que dicen vuestros jefes cuando os dicen que no damos cuartel a los desertores, lo que es el colmo de la perfidia. Sabed, al contrario, que incluso nuestros prisioneros reciben una acogida muy diferente de la que vosotros dais a los vuestros, y son tratados con todo el respeto que merece la desgracia, propio de una nación generosa y leal como la España que lamentablemente se ve obligada a luchar contra vosotros por la determinación de vuestro Emperador de apoderarse de una corona a la que no tiene ningún derecho, contra la voluntad decidida de toda la nación, e incluso de las demás potencias de Europa que no pueden ver con frialdad semejante injusticia. Pero desde el momento en que empecéis a abandonar sus banderas, ya sea para venir a nosotros o para regresar a vuestros hogares, a vuestras familias, no tengáis ninguna duda de que se verá obligado a hacer las paces que toda Francia quiere, para reparar los grandes males que ha sufrido y que le han causado las guerras injustas a las que Bonaparte le ha arrastrado durante tantos años”.

El 7 de enero, la columna francesa estaba ya próxima a Maranchón, puesto que la Junta de Molina de Aragón comunicaba al Duque que la Justicia de Aragoncillo le daba parte de que la villa de Maranchón le pedía raciones para 3000 o 5000 franceses[29], que con 8 cañones habían salido desde Aragón para la Corte[30].

A comienzos de febrero, el afrancesado intendente de Guadalajara, don Ramón Salas[31], comunicaba a la villa de Molina de Aragón el envío de un destacamento francés, ordenando a sus regidores que tuvieran prevenidas las correspondientes raciones de pan, vino y carne, y que sus habitantes permaneciesen “tranquilos en sus casas”. La misión de estas tropas en Molina era hacerse con los víveres que el intendente había ordenado enviasen sus regidores a Guadalajara, orden que estos habían desoído.

El día 14, bajo el mando del general Hugo[32], este destacamento parte de Guadalajara, siendo observado por Dionisio Marz, el vigía español apostado en Torremocha[33] para seguir su movimiento y dirección. Según su informe, enviado a la Junta de Molina, el contingente lo formaban 300 infantes y 60 jinetes, teniendo previsto hacer noche en Maranchón al día siguiente.

General Joseph Hugo 

El día 15, otro centinela apostado en Establés oficiaba a la Junta que el vecindario de la zona, provisto de cuantas armas había conseguido y capitaneados por Manuel Yagüe[34], se había reunido en la Gallinera[35], distribuyéndose en los puntos más estratégicos para intentar cortar el paso al destacamento francés. También comunicaba que los vecinos de Turmiel se habían levantado en armas, recibiendo dos cajones de municiones.

Pero a pesar del entusiasmo y valor de los paisanos, los propósitos de Yagüe fueron inútiles, y la columna francesa penetró en el Señorío prosiguiendo su avance.

El día 16, los franceses llegaban a Selas y por la tarde a Aragoncillo. Antes, el Batallón de Voluntarios de Molina tomaba posiciones en el paraje conocido como la Saetera —un angosto barranco lleno de sabinas situado pasado Aragoncillo y antes de llegar a Canales de Molina— “con unas 200 escopetas, hondas, chuzos y otras armas, entre ellas los originales cañones de madera[36]. Al mando se encontraba Rafael Paredes, comandante del Batallón Provincial de Soria. Junto a él, José López Pelegrín, vocal de la Junta de Molina.

Sin percibir que los acechaban, la columna francesa entra en la Saetera, donde desde los altos son sorprendidos por los españoles, provocando su repliegue dejando tras de sí 19 muertos y un buen número de heridos. Por parte española, los daños se redujeron a dos heridos, uno de ellos leve[37]. Como botín de guerra, los vencedores se hicieron con seis fusiles, un caballo, varias mochilas y otros efectos[38].

Los franceses abortarán su misión y regresarán a Guadalajara.

Cuatro días más tarde, el 20 de febrero, se produce un gran golpe para las aspiraciones españolas: la capitulación de Zaragoza, sitiada desde el 21 de diciembre anterior. Los franceses se proponen desde entonces controlar definitivamente toda la ruta entre Madrid y la ciudad del Ebro.

Desde Guadalajara, tras los graves sucesos de la Saetera, el 28 de ese mes el intendente Ramón Salas enviaba otra carta[39] a la Justicia y ayuntamiento de Molina pidiéndoles su sumisión a José Bonaparte, jurándole obediencia y fidelidad y enviando los víveres que les había requerido la vez anterior. De no hacerlo así rápidamente, sufrirían la ira de los franceses, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo:

“La conducta que ha observado ese pueblo con el destacamento de tropas francesas que pasaba a recoger los víveres que ustedes voluntariamente no han querido remitir, merecía que se le abandone a su suerte y a la imprudencia o malicia a los que le dirigen; pero mi carácter, sensible tal vez hasta el exceso, no me permite ver con indiferencia la destrucción de una villa muy respetable por sus circunstancias, y que yo debo amar personalmente por ser la cuna de mi familia materna.

Luego que supe que el destacamento había sido atacado, temí por ustedes todas las desgracias de la guerra más sangrienta; ¿porque cómo podían ustedes figurarse que quedasen sin venganza y sin castigo la injuria hecha a las armas francesas?, ¿qué medio tienen ustedes de remitirla?

No me equivoqué en mi modo pensar: pues he sabido con una certeza absoluta que se está preparando una expedición militar con el objeto de reducir a cenizas a esa villa y castigar a sus habitantes. Este hecho se verificará infaliblemente si todos no nos empeñamos en prevenirlo; ¿y querrán ustedes que desaparezca de España ese pueblo infeliz por sostener caprichos absurdos y perniciosos? Yo ruego a ustedes con todas las veras de mi corazón que reflexionen a sangre fría sobre el peligro en que los ha puesto su conducta inconsiderada, y aún me lisonjeo de poderlos salvar, si quieren seguir los consejos que me inspira la humanidad, y el amor a mis semejantes y conciudadanos.

No queda más partido que el de la sumisión voluntaria: Zaragoza misma a pesar del entusiasmo y energía de sus defensores, ¿no ha sido obligada a someterse? Creo pues que ustedes deben remitirme una representación excusando la conducta observada con el destacamento francés, y ofreciendo en adelante que esa villa y sus pueblos de su partido obedecerán y respetarán al mejor de los soberanos, haciendo todos los esfuerzos posibles por merecer el olvido de los excesos pasados. Como una prueba de sumisión me enviarán ustedes sin tardanza las provisiones que les tengo pedidas, y convendría también mucho que haciendo ustedes inmediatamente el juramento de obediencia y fidelidad, me enviasen testimonio de este acto.

Armado yo con estas armas podría levantar mi voz a favor de ese pueblo hasta hacerla llegar, si fuera necesario, al trono que ocupa el más humano y amable de los Príncipes. Espero que sería oída, y ninguna satisfacción puede pensarse igual a la que yo tendría en salvar a esa villa de los horrores que de otro modo sufrirá infaliblemente.

Hablo a ustedes de buena fe, y deben creerme: si no lo hacen y desprecian mis consejos, serán responsables para Dios y para los hombres de los males que yo trato de prevenir, y de que no podrán ustedes librarse sino por los medios que acabo de indicarles. Dios guarde a ustedes muchos años. Guadalajara y febrero 28 de 1809”.

No hace falta decir que los eufóricos molineses desoyeron nuevamente al afrancesado, lo que desencadenaría poco después el castigo vaticinado.

El 13 de marzo, con el objetivo antes referido de controlar las comunicaciones entre Zaragoza y Madrid, las tropas imperiales llegaban a Torija, y el 16 a Maranchón, ubicando destacamentos en Almadrones, Alcolea del Pinar e Iruecha.


Iruecha

El 17 de marzo, cumpliendo el deseo de los enaltecidos lugareños, dispuestos a echar de Iruecha a los invasores y cortar estas comunicaciones, la Junta de Molina da a José Martínez[40] la orden de atacar aquella posición. Según las informaciones disponibles, su guarnición contaba con unos 1800 hombres.

El objetivo se lograría sin derramamiento de sangre, ya que no llegaría a producirse el enfrentamiento: “pues no bien observó el enemigo mis avanzadas compuestas por 180 escopeteros esforzados que corrían furiosos por los cerros con ansia de batirse, se puso en una fuga precipitada, cuyo alcance no ha sido fácil porque han huido por un orden extraordinario con una hora de anticipación, y me ha sido difícil contener el ardimiento de nuestros paisanos que querían perseguir al enemigo hasta el reino de Aragón, donde podía reforzarse[41].

El 18 de marzo, como consecuencia de la caída de Zaragoza, la Junta Suprema Central decretaba la creación de una Junta Superior de Defensa que reuniese a los partidos aragoneses libres de la ocupación francesa. Esta Junta, que finalmente se titularía Junta Superior de Aragón y parte de Castilla, integraría, además de los partidos aragoneses de Albarracín, Teruel, Calatayud y Daroca, a los señoríos castellanos de Moya (Cuenca) y Molina de Aragón[42], constituyéndose en Teruel a finales de mayo.

Solo unos días después, el 22 de marzo, tendría lugar una nueva refriega con los franceses en la zona, esta vez cerca del pueblo de Codes. Tratando nuevamente de cortar la comunicación entre Madrid y Zaragoza, se sitúa en Establés al Batallón de Voluntarios junto a 100 soldados del Regimiento Provincial de Soria. A las seis y media de la mañana de aquel día, un destacamento francés parte de Iruecha en dirección a Zaragoza sin percatarse de que los españoles, mandados por Rafael Paredes, les aguardaban ocultos. Sin embargo, el disparo involuntario de uno de ellos pone en aviso a los franceses. Entonces, “el enemigo, acosado por todas partes, se situó por necesidad en una llanura a tiro descubierto de los nuestros; hizo dos descargas cerradas, a que se respondió con valor, y se dio a la fuga” en dirección hacia Judes. Los españoles se lanzan tras ellos.  Como es habitual, los datos de las bajas francesas durante la persecución son contradictorios, pues mientras que en el parte de la Junta de Molina enviado el 24 de ese mes al presidente y vocales de la Junta de Murcia[43] se señalaba que los imperiales habían perdido “9 o 10 hombres, 50 heridos, 2 prisioneros”, en el enviado el 5 de mayo a la Junta de Defensa de Valencia se indicaba  que “de los 300  que se hallaban destacados en dicho pueblo (Iruecha), con unos 30 caballos, no llegaron a 100 los hombres que pasaron revista el 24 en Alcolea, habiendo fenecido los demás en la precipitada fuga”. Como botín, los españoles arrebatarían al enemigo “3 caballos, una maleta de comandante, 17 fusiles, 22 bayonetas, mochilas y muchos efectos”. Tras la victoriosa acción, el comandante Paredes permanecería destacado en Codes con el Batallón de Voluntarios, mientras que los escopeteros recibirían la orden de regresar a Establés.

Operaciones españolas como estas hubiesen tenido mayor continuidad de no haberse visto interrumpidas por la llegada del General Suchet[44] a Molina, el Domingo de Ramos 26 de marzo, al frente de una división de 4600 infantes, 600 caballos y 20 piezas de artillería procedente de La Yunta y Tortuera[45]. Ante su llegada, la Junta de Molina y el Batallón de Voluntarios se vieron obligados a abandonar la villa y ocultarse en Peralejos de las Truchas, en el alto Tajo. La venganza anunciada por Salas se hacía realidad: prácticamente vacía, los franceses la ocuparían y saquearían durante seis días.

El general Suchet

El 1 de abril, el ejército francés abandona Molina. La Junta regresa entonces, dispuesta a asestar un nuevo golpe al invasor. El plan: atacar nuevamente Iruecha, donde había vuelto a instalarse un destacamento francés, pues, “siéndoles tan necesario aquel punto para conservar su carrera militar se reforzaron en el con 565 infantes, y 54 caballos a quienes no temió el Señorío, a pesar de ser inferiores sus fuerzas”.

El 4 de mayo se decide tomarlo, pero los franceses, al tener noticia de ello, abandonan el pueblo en dirección Madrid, cuando los españoles ya se encontraban a tan solo media legua[46] de distancia y “a la misma hora que el Batallón se movía desde Balbacil para atacarlo[47], tras haber soportado la lluvia y el hielo durante la noche anterior. Como recompensa, al entrar en el pueblo se apoderan de 650 panes del país, 80 medias de cebada y avena, tocino, vino y otras provisiones que los franceses habían abandonado en su fuga[48].

Tras esta operación, un vecino de Iruecha, Manuel Larena, sería detenido y acusado de cooperar con el enemigo. Durante su juicio por el Tribunal de Vigilancia y Seguridad de Molina, creado tras la salida de Suchet de la ciudad, un testigo aduciría que, al entrar en el pueblo en la acción anterior del 22 de marzo, se había encontrado 3 talegas de garbanzos y bichas en casa del acusado. Al registrar nuevamente su casa más tarde, tras los hechos del 4 de mayo, se encontrarían también “6 o 7 paquetes de cartuchos, un sable, un fusil con bayoneta y 10 canales de tocino”, que serían decomisados y entregados al vocal de la Junta López Pelegrín. El detenido se defendería asegurando que dichas canales eran suyas y de algunos vecinos más, que las escondieron de los franceses en su casa, y que ya se las había ofrecido al intendente Pinilla[49]. Varios testigos certificaron lo mismo, quedando así en libertad. Sin embargo, un mes más tarde, Larena se quejó ante el tribunal de no haber cobrado nada por las canales, que supuestamente se habían comido ya la tropa de Establés. Desairado, el tribunal ordenaba el 7 de agosto la prisión incomunicada de Larena hasta que la causa fuese retomada. Finalmente, el intendente Pinilla confirmaría que era cierto que dichas canales se las había ofrecido a él. También Larena pudo demostrar que las tropas francesas les habían amenazado con quemar el pueblo y cortarles las cabezas si no les suministraban ganado y raciones, por lo que se vieron obligados a acceder, y que las armas que guardaba las había escondido tras la retirada de Castaños para dárselas a los españoles a través de un vocal de la Junta de Labros. El 30 de abril de 1810, Manuel Larena sería absuelto, aunque lo condenó al pago de las costas judiciales. Tras apelar a la Junta de Molina, conseguiría finalmente no tener que pagarlas, recibiendo además la promesa de que cobraría las canales de tocino. Desconocemos si fue así.

A comienzos del mes de junio de aquel año, los franceses estaban rondando nuevamente el Señorío de Molina, de modo que su Junta avisó a la Superior de Aragón de que unos 1.000 franceses con tres cañones pequeños habían salido de Guadalajara hacia Torija. Los de Molina enviaron sus tropas para cortarles el camino, mientras que la Junta Superior ordenaba a Gayán[50] que, combinando sus acciones con las tropas del Señorío, lo reforzase con los efectivos que pudiera. Los españoles sufrieron una dura derrota que provocó una copiosa dispersión de sus efectivos[51].

El 2 de agosto, por orden de la Junta Superior Central, el ya entonces mariscal de campo Pedro Villacampa[52] aglutinará las fuerzas de Calatayud, Teruel, Albarracín y el Señorío de Molina en una División de la que tomó el mando por orden expresa de Blake[53]. Esta División[54] la componían básicamente los Voluntarios de Cariñena de Gayán, el Regimiento de la Princesa, el Batallón Provincial de Soria y el Batallón de Molina, así como la caballería bajo la denominación Húsares de Daroca. La suma de sus efectivos no superaría inicialmente más de 1.500 hombres, aunque sin duda irían en aumento en los meses siguientes. En cualquier caso, eran unas tropas mal equipadas, según repiten insistentemente las actas de la Junta Superior de Aragón[55].

El general Villacampa

El 12 de ese mes se crearía, a partir de la Junta de Partido de Sigüenza, la Junta Superior Provincial de Guadalajara[56], organizándose a finales de ese año y comienzos del siguiente el Batallón de Voluntarios de Guadalajara, armado con 300 fusiles llegados de Valencia. Estas tropas quedarían acuarteladas en Rata[57], mientras que la Junta se vería obligada a causa de las incursiones francesas a trasladarse desde Villar de Cobeta a la Casa del Buen Desvío, una casa de campo propiedad del Duque de Medinaceli en el término de Ciruelos del Pinar. Para organizar este batallón, se pediría a Villacampa el envío de oficiales y suboficiales, quedando conformado poco tiempo después un centro de reclutamiento de voluntarios en Maranchón, al mando del sargento mayor Jerónimo Luzón García[58]. También se crearía por entonces el Batallón de Tiradores de Sigüenza[59], al mando de Nicolás de Isidro.

El 12 de octubre, el general Chlopicki[60], avanzando hacia Molina de Aragón desde Daroca, donde estaba destacado con el 1º Regimiento del Vístula, una parte del 2º y los coraceros, derrotará a las tropas de Villacampa. Estas serían perseguidas por el coronel Kozinowski hasta más allá de Ojos Negros, mientras que Chlopicki hacía su entrada en Molina. La evacuada villa sería nuevamente saqueada, al igual que los pueblos de la sexma del Campo en su regreso a Daroca[61].

Lejos de la zona, el 18 de noviembre, en el intento por rescatar Madrid se producía la derrota española en la Batalla de Ocaña. La Junta Central pierde la esperanza de liberar España, abandona Sevilla y se refugia en Cádiz.

El 10 de diciembre se pone fin al segundo sitio de Girona: tras un fuerte bombardeo sobre la ciudad, con una guarnición mermada por el hambre y las epidemias, es tomada por los franceses.

El 20 de diciembre, según Anselmo Arenas, los franceses entraban nuevamente en Molina. Un cuerpo de 1000 jinetes incendiaba y saqueaba la población desierta. Luego abandonaba la villa.


1810

El 20 de enero, las tropas imperiales avanzan simultáneamente por los Puertos del Rey, Muradal y Despeñaperros siguiendo la orden del rey José Bonaparte de invadir Andalucía. En quince días consiguen ocuparla, excepto la ciudad de Cádiz que se verá sitiada hasta 1812.

El 30 de marzo, las juntas de Molina y Guadalajara llegaban al acuerdo de organizar una fábrica de armas en Cobeta de la que serían beneficiarias ambas, aunque dejando claro que esta “es y será siempre del Señorío y llevará su nombre”[62].

El 31 de marzo, el cura de Clares certificaba el fallecimiento ocurrido el 16 de febrero en las inmediaciones de Viller (Teruel) del vecino y soldado de la sexta compañía del Batallón de Voluntarios de Molina, Andrés Colás. El mismo día 31, fallecía en Clares el cabo segundo del Regimiento de Cariñena, Julián Lafuente, natural de Magallón[63].

Lejos de nuestra zona, el 13 de Abril, Suchet, al mando del Ejército de Aragón, pone sitio a la ciudad de Lérida. Después de múltiples bombardeos, los franceses entrarán al asalto un mes después, masacrando a quienes se protegían en su castillo.

En persecución de Villacampa, el 17 de mayo el general Chlopicki se dirige desde Jaraba hacia Campillo, después hacia Molina y, por último, en dirección a Cuenca, aunque no le es posible seguir ni avanzar más tras el rastro de los fugitivos. Así, el día 20 Chlopicki volvía a entrar en Molina, permaneciendo en la villa hasta el día 22. Aquí destruye la fábrica de armas, ubicada “en la huerta que de San Francisco baja al puente del baño”, requisándose un gran número de cañones de fusil, tornos y barras de hierro, que fueron transportados a Zaragoza[64].

Grabado de la serie "los desastres de la Guerra". Goya

El 1 de agosto, los franceses bajo el mando del general Hugo, deciden marchar sobre la casa del Buen Desvío, lugar donde seguía instalada la Junta Provincial de Guadalajara.  Ésta, apercibida de la aproximación de las tropas napoleónicas, ordenaría a Palafox[65] tomar posición en el desfiladero de las “Águilas de Anguita[66]”. Pero Hugo, prevenido del movimiento enemigo, divisaría desde un cerro cercano a unos 2.000 infantes y a un grupo de jinetes sobre los que ordenó cargar. Algunos de ellos lograrían escapar, pero el resto serían hechos prisioneros[67].  La Junta tuvo que huir a toda prisa de la casa del Buen Desvío[68], mientras que un destacamento enviado por el general francés llegaba hasta ella, quemándola y destruyendo toda su documentación. A continuación, Hugo ordenaría ocupar Ciruelos, “una pobre aldea abandonada, pues la Junta bajo amenaza de muerte, había ordenado a todos sus habitantes que abandonaran sus casas…[69].

El 30 de octubre se traza un plan en Calatayud entre los generales Roguet[70], Dumoustier[71] y Pannetier[72] para avanzar conjuntamente sobre Molina: Este último lo haría pasando por Sisamón, Medinaceli, Maranchón y Molina, mientras que Dumoustier lo haría por Munébrega y Tortuera. Por su parte, la columna de Roguet marcharía por Ibdes, Fuentelsaz y Molina, donde finalmente se reunirían los tres cuerpos dos días después.

Efectivamente, el 1 de noviembre, unos 5000 soldados imperiales ocupaban nuevamente Molina de Aragón, aprovechando que su Batallón y las tropas del Empecinado[73] estaban lejos. Como sucediera el año anterior, encuentran la villa vacía, pues sus vecinos han huido para refugiarse en la sierra: “nos encontramos en Molina talleres, que hice destruir, muchas armas sin terminar, y una cantidad considerable de bayonetas. Las casas estaban desiertas, todos lo muebles quitados. Mandamientos, proclamas y panfletos contra el Emperador y su familia, nada se había olvidado para incitar contra nosotros” [74].

Tras intentar pactar con los molineses sin conseguirlo, las tropas francesas reciben aquella noche la orden de saquear e incendiar la ciudad[75]. Al día siguiente, la abandonarán dejándola totalmente arrasada [76].

General François Roguet

Entre el día 2 y el 3, en su repliegue hacia Medinaceli y Soria, las tropas de Roguet entran en Maranchón[77].

 

1811

Desde finales del mes de diciembre, las tropas del Empecinado se encontraban posicionadas en Checa. Es entonces cuando el general Suchet dispone que una columna al mando del general Pâris[78] salga contra ellas, ordenando al mismo tiempo al general Abbé[79] partir desde Teruel para rodear por la espalda la posición y prevenir una nueva dispersión enemiga. Pâris alcanzaba al Empecinado a pocas leguas de Molina, haciendo que cargaran los coraceros contra sus tropas arrollando su vanguardia. El Empecinado inició la retirada perseguido por Pâris, quien consiguió alcanzarle el 31 de enero delante de Checa, donde le atacó sin esperar la llegada del general Abbé. Al romper el día y a pesar de la nieve y el hielo, las columnas imperiales, precedidas por los tiradores, se dirigieron frontalmente contra la posición española. Viéndose superados, estos emprendieron la huida[80] hacia Cuenca.

Juan Martín, el Empecinado

Según Anselmo Arenas, el 28 de febrero los franceses volvían a entrar en Molina con 1000 infantes, 300 jinetes y tres cañones, bajo el mando del general Pâris. La villa continúa devastada por el incendio de noviembre anterior. Dos días después la abandonan.

El 19 de marzo, dos columnas francesas del general Hugo procedentes de Molina recorrían ambas márgenes del Tajo con el objetivo de capturar a la Junta de Guadalajara[81], así como de hacerse con los depósitos de armas, pólvora, municiones y granos almacenados en sus pueblos[82], entre ellos las fábricas de Corduente y Cobeta.

Ese mes de marzo, comienza la retirada francesa de Portugal, obligada por la falta de recursos.

A finales de junio el general Hugo marchaba nuevamente con su ejército desde Brihuega hacia Molina, pasando por Cifuentes, Huertahernando y Cobeta, donde esperaba encontrar al Empecinado sin hallarlo, ya que este había marchado con el ejército hacia Cuenca. Así, continuaría por Torremocha del Pinar hasta Molina para auxiliar a la guarnición del Regimiento del Vístula que, casi en la hambruna, ocupaba su castillo, pues las aldeas del Señorío, apoyadas por la guerrilla, no enviaban el aprovisionamiento exigido por los franceses. La llegada del general y las amenazas de imponer una contribución doble a quien le desobedeciera, surtirían rápidamente efecto.

Una vez solucionado este problema[83], la columna de Hugo partía, llevando como guía a un aldeano de Selas, camino de Maranchón. De esta villa, el general anotaría en sus Memorias: “El agua es escasa en Maranchón, gran pueblo en un altiplano: aquella que beben los habitantes proviene de pozos o de cisternas; un gran charco de agua verdosa y estancada es el único abrevadero para el ganado, más no es inconveniente. Yo ya había visto en Hita un charco parecido. También los he visto en Francia. Los animales saciarían allí su sed sin repugnancia, así como sin peligro, aunque tales aguas causarían enfermedades pútridas a los hombres que bebieran de ellas. De Maranchón, nos fuimos a dormir a Anguita, y dos días después reentramos en Brihuega”.

El 19 de agosto, cumpliendo órdenes del general Lacy[84], la división de caballería del Primer Ejército español bajo el mando del brigadier Gervasio Gasca[85] llegaba a Maranchón, en su camino desde Tahús, en Lérida, para incorporarse al segundo Ejército estacionado en Valencia. El motivo aducido para este traslado era “por falta de los artículos de su manutención” en Cataluña. Para evitar a los franceses, hasta llegar a Maranchón la división marcharía por la provincia de Huesca, Navarra, provincia de Soria (Ólvega, Ágreda, Noviercas, Reznos y Deza) y Monreal de Ariza (Zaragoza). Desde Maranchón, al día siguiente pondría rumbo hacia Saelices, llegando a su destino en Liria el 5 de septiembre[86].

Para contribuir al sostenimiento bélico, al esfuerzo humano se sumaría el de una ya una muy maltrecha economía en los pueblos. Así, el 9 de septiembre, Romualdo Tabarnero haría entrega en nombre del curato de Maranchón al intendente Pinilla de numerosas piezas de plata de su iglesia que sumarían un peso de 19 libras y 10 onzas y media[87].

Del 14 al 24 de octubre, Juan Martín “El Empecinado” sitiará la guarnición del comandante Brochet en Molina, quien a pesar de la grave situación aún confía en recibir socorro. En efecto, la brigada del general Mazzuchelli[88] enviada a Calatayud y Daroca iría en su ayuda, pero antes tendría que enfrentarse el día 26 a las tropas del Empecinado que le cerraban el paso cerca de Cubillejo de la Sierra. El día 28 y tras rescatar a la guarnición, Mazzuchelli se ve obligado a abandonar Molina, volando antes de hacerlo la Torre de Aragón. Según Arenas, el Señorío quedaría desde entonces ya libre de enemigos.

Castillo de Molina y Torre de Aragón


1812

En enero de aquel año, el mariscal Suchet comenzará las operaciones para cercar Valencia, a pesar de la oposición del general español Blake que, con 18.000 hombres, intentaría impedirle el cruce del río Guadalaviar. Finalmente, Suchet recibe refuerzos, cruza el río por Ribarroja y ataca tras una escasa resistencia al contingente español. Valencia queda rodeada y Suchet ordena el bombardeo de la plaza, que coge desprevenidos a sus pobladores. El Ejército de Blake es apresado.

El 19 de marzo y en medio de la lucha contra el invasor, se promulga la Constitución dada por las Cortes de Cádiz. En ella, se proclama la soberanía nacional, la separación de poderes, la libertad de imprenta y se abole el orden estamental.

Según el citado Arenas, el día 8 de mayo la Junta Superior de Aragón y Parte de Castilla abandona su sede en Mochales. Los franceses, a las órdenes del general Palombini[89], saquean el pueblo por haberla cobijado, “robando a sus habitantes hasta el extremo de despojar de su ropa a las mujeres en la plaza”, y haciendo ahorcar detrás de la iglesia a su alcalde, Antonio Alba[90], a un vecino y a un soldado.

General Giuseppe F. Palombini 

Según también el mismo autor, el 8 de junio, unos 7000 franceses llegaban a Luzón, partiendo después hacia Anguita, Maranchón y Judes, de camino a Medinaceli, donde debieron llegar el 10 u 11 de junio después de devastar los pueblos del Señorío. La Junta de Guadalajara saldría huyendo el día 7 de Luzón para Ocentejo.

El 9 de julio, como recompensa al patriotismo y sufrimiento de sus vecinos, las Cortes de Cádiz, otorgan el título de ciudad a la villa de Molina de Aragón.

Lejos de esta zona, el 22 de julio, tendrá lugar la Batalla de Arapiles o de Salamanca: tras varios ataques y contraataques, los franceses se retiran ante el ejército aliado inglés, portugués y español. Ante su imparable avance, José I se ve obligado, el 11 de agosto, a salir de Madrid, dejando en el Retiro una guarnición de 2.500 hombres. El día 12, los aliados entran en Madrid. El 13, la guarnición del Retiro se rinde. José Bonaparte se retira hasta Valencia, donde llega el 31 de agosto. Sin embargo, el 2 de noviembre, tras la salida de los ingleses de Madrid, José I entra de nuevo en la capital sin encontrar oposición.

En diciembre, Napoleón con la Grande Armée se retira de Rusia: de los 647.000 hombres que fueron enviados sólo volverán 58.000.

 

1813

            El 25 de abril, siguiendo lo dispuesto en la Constitución de Cádiz de 1812, se constituía en Anguita la primera “Diputación Provincial de Guadalajara con Molina”, que así fue denominada, presidida por Guillermo de Vargas Ximénez de Cisneros. Con ello quedaban disueltas las juntas provinciales[91].

José Bonaparte

El 17 de mayo, José Bonaparte abandona definitivamente Madrid. Un mes más tarde, tras la batalla de Vitoria el 21 de junio, los franceses son expulsados de España, excepto de Cataluña donde permanecerán las tropas de Suchet casi un año más.

Viendo la guerra perdida, el 29 de diciembre Napoleón obligaba a su hermano a abdicar como rey de España.

 

1814

Ya casi finalizada la guerra, el 4 de febrero Ramón de Palacios remitiría un demoledor informe a la Junta de Defensa de Soria acerca de Algondrón, un viejo caserío en un recóndito paraje entre Judes e Iruecha convertido al inicio de la guerra en armería y donde algunos operarios se habían dedicado a “recomponer” viejos fusiles:

“Algondrón, llamado así un caserío perteneciente al Monasterio de Santa María de Huerta en la Provincia de Soria[92], se halla colocado en el centro de un monte de bastante extensión en un grande barranco, confinando con el Señorío de Molina, cuya situación, tanto por la distancia a que se halla de la capital de la provincia, como por ser en la estación del invierno bastante penosa por la grande cantidad de nieves que cargan el dicho sitio hace que se tenga por el más retirado y privado de todo recurso.

La Junta de esta Provincia de Soria, animada de iguales deseos que todas las demás a la nación (al principio de nuestra lucha) no encontrando arbitrios para poder tener armada su Provincia, no perdonó medios para conseguir un tan noble fin; y así aprovechándose de la destrucción de la primera fábrica que teníamos, cual hasta la de Plasencia, pudo reunir en su provincia una porción de operarios que unidos a otros malos Armeros del País, y movidos de la indigencia se prestaron sin la menor dificultad a contribuir a sus buenos de deseos, al mismo tiempo que por este camino aseguraban su bienestar; pero no mediando aquella formalidad que es precisa, a causa de no tener ninguno de los que mandaba los conocimientos que para tales fines son precisos, resultó que elegido dicho sitio de Algondrón para establecer en él el taller a donde debiese trabajarse, por contemplarlo más seguro de todo insulto, y puestos estos operarios (que según noticias adquiridas llegó el caso de que fuesen hasta 39) bajo la dependencia de un sujeto de toda confianza que nombró la Junta, dieron principio a su trabajo reducido a montar todo cañón de fusil que los comisionados que la Junta tenía repartidos por las provincias conducían a dicho Algondrón adquiridos de diferentes modos, esto es, comprados unos y otros aprovechándose de los que a los franceses se les tomaban, sucediendo lo mismo con todas las demás partes que constituyen una arma; por separado de grande cantidad de llaves y guarniciones que como nuevas enviaron algunos operarios desde Plasencia y que fueron trabajadas sin cuidado alguno por la confianza que tenían de que no había quien las examinase, proviniendo de aquí que unos cañones ya usados y acaso inútiles y por sus defectos interiores sin prueba alguna, agregado a esto el que siendo las … más mal construidas, tanto por la falta de piezas esenciales que en ellas se observa, como porque los aceros empleados son de inferior calidad, y sus temples de ningún valor, se incurrirá bien pronto en el caso de que dichas armas queden sin uso alguno, proporcionando así a los cuerpos que las tomen, en recomposiciones, gastos que de ningún modo  compensarán los servicios que podrían hacerles.

Lo agrio de los hierros extranjeros hace que no puedan prescindir en sus fábricas de dar a sus armas mayor espesor que el que nosotros damos a los nuestros, atenidos a su mayor dulzura; por consiguiente el fusil francés que por esta misma razón todo lo cual tiene en espesor de metales, lo disminuye en calibre, será una arma inútil para nuestro servicio; y siendo de esta clase mucha parte de los fusiles montados en Algondrón, resulta que todos los que de esta especie hayan recibido los cuerpos, son unas armas del todo inservibles.

Las tercerolas de que se habla en el estado no son otra cosa que los fusiles cortados, y sus llaves de la misma clase que las de estos, de modo que es un arma que solo tiene el nombre de tercerola, y es bien sabido que así como las demás armas están sujetas a sus dimensiones, que de ningún modo pueden hallarse en estas por las razones dichas.

Las utilidades que dicho establecimiento presenta en la situación actual es bien claro que no son ningunas, pues solo en el tiempo en que se estableció, y no queriendo conocer las reglas del orden, podría consentirse el que en dicho sitio permaneciese una porción de efectos que fuera de allí podían algunos servir de algo, al mismo tiempo que de continuar bajo el mismo pie, no sería más que abrigar una media docena de operarios que allí hay, libertándolos de que se pudiesen emplear en cosas más útiles, pues que todos ellos no son más que unos medianos oficiales en su oficio.

Por último la ninguna exactitud con que se ha trabajado en dicha armería, provenido todo de las circunstancias y falta de inteligencia en aquellos sujetos nombrados para la revisión de las armas, la razón poderosa que a primera vista se presenta para no llevar adelante semejante proyecto, y el estar convencido de la falta de posibilidad de entablar nuevos gastos, cuando no pueden sostener los que ya se conocen, me precisa a decir que de ningún modo conceptivo deba sostenerse dicho taller, sino que desde luego debe providenciarse lo conveniente para sacar todo lo que hay en dicho Algondrón mandando se trasladarse, en mi concepto, a Vitoria, a donde con la presencia de un oficial facultativo y la asistencia de su maestro examinador se haga una reconocimiento exacto de todo lo que hay, y de este modo obtener una separación de todo lo que aún puede servir, dejando lo inútil para hierro, que podrá servir para herraduras de nuestros caballos y mulas.

Como en la actualidad existen aún en la fábrica de Plasencia operarios suficientes para cualquier trabajo que se quisiese emprender, habiendo en ella los examinadores y demás preciso para verificar una formal rehabilitación, opino que lo más oportuno sería el de trasladar a dicho sitio todo aquello que admitiese composición, lo cual examinado como es de costumbre y aprobado el trabajo, para evitar contingencias, podría trasladarse inmediatamente lo compuesto al Parque general, que en el día, por su proximidad no encuentro se presente inconveniente alguno, consiguiendo de este modo tener armas más útiles que las que he reconocido, pues en dicha fábrica de Plasencia se tiene la ventaja de tener aún madera a propósito para la construcción de cajas.

Los operarios que en tiempo de la Junta trabajaron no estaban por contrato, y sí con salarios de 18, 15, 14 reales vellón, recibiendo además una ración diaria de todo como el soldado.

Creo haber dicho lo suficiente acerca de la Armería de Algondrón, y por lo mismo me persuado no deber detenerme en circunstanciar más el asunto, concluyendo con repetir que de ningún modo conviene la permanencia de dicho taller, y que lo que si debe tratarse es de retirar inmediatamente todo lo que hay en dicho sitio, dándole el destino que señalo o el que se considere más a propósito, si es que mi dictamen no se encuentra arreglado”.

En clave nacional, el 22 de marzo Fernando VII regresaba a España desde el exilio.

Fernando VII

El 11 de abril se firmaba el Tratado de Fontainebleau entre Napoleón y las potencias aliadas (Austria, Rusia y Prusia) tras la ocupación de París, lo que supondría la abdicación del emperador y su destierro a la isla de Elba.

El 29 de abril, los franceses se retiran de Barcelona hacia Francia poniéndose fin a la ocupación en toda la península.

El 4 de mayo, Fernando VII firma un decreto aboliendo la Constitución de 1812 y los decretos de las Cortes de Cádiz, restaurando el antiguo régimen absolutista. El 13 de mayo entrará en Madrid en medio de grandes aclamaciones.

En este contexto de regocijo popular ante la vuelta del rey “Deseado”, en la publicación molinesa El Procurador General del Rey y de la Nación del 7 de julio, un anónimo maranchonero narraría, de manera poética y patriótica, los actos celebrados en Maranchón con motivo de la reciente onomástica del monarca, haciendo además una ferviente exaltación de su figura:

            Señor Procurador General del Rey y de la Nación: esta villa de Maranchon, pequeña en su vecindario, pero que no admite paralelo en su tierno cariño y acendrada benevolencia para con su adorado monarca el Sr. D. Fernando VII, le felicitó el día del Santo Rey 30 de Mayo, con tanto regocijo, aclamaciones, vivas, honestas y sencillas diversiones, que no puedo, ni le es fácil a la mas diestra y bien cortada pluma delinearlas y pintarlas tales como fueron en sí; no obstante hará una sencilla y lacónica narración poética, aunque fria y sin el mitológico estro que se necesita, un individuo de la misma. Sírvase V. de insertarlo, si le parece conveniente, en su apreciable periódico, la siguiente glosa; como asimismo las dos octavas y ovillejos que la referida, con la mas profunda sumision y reverencia, dedica a su idolatrado Rey; y mande V. al mas mínimo alumno de Apolo y Esculapio S.S.S.Q.B.S.M. = G.F.X.R.


Hoy consagra Maranchon
el dia más deseado
a su Monarca adorado,
D. Fernando de Borbón.

GLOSA

Con regocijo y contento
únase la clerecía,
a felicitar el dia
con su ilustre ayuntamiento;
espárcese en un momento
esta celebre funcion,
congrégase gran porción
de hombres, niños y mugeres,
que con todos sus deberes
hoy consagra Maranchón.

Toman el retrato real,
y con magnífica arte
adaptan un estandarte
con reverencial filial:
entonces univocal
todo el pueblo congregado,
grita: viva nuestro amado,
viva Fernando querido,
viva quien nos ha traido
el día más deseado.

Allí embelesa Orfeo,
aquí suena estrepitoso
Marte con la paz gustoso,
Eolo oigo y le veo
con grande repiqueteo
qual bayla en gozo arrobado,
así felicito atenta
de Mayo su día treinta
a su Monarca adorado.

A la casa del Señor
es llevado en un dosel
el Moyses de Israel
por D. Roque su pastor.
Aqueste sabio doctor
oye la deprecación
del pueblo con devoción,
y predica de repente,
viva: gritando la gente
D. Fernando de Borbón.

****

Borre soberbia Roma, de su historia
á su Tito, su Augusto y Constantino,
y de Teodosio no hay, no, memoria,
astro imparcial, luciente y peregrino:
oculte Francia su explendor y gloria
con su Rey Clodoveo tan divino;
porque ha subido al trono de Ataulfo
Fernando el Santo con valor y triunfo.

¡Dichosa España! con su Recaredo
que lanzó de su suelo a los arrianos.
¡Feliz! quando el Rey Santo con denuedo
deshizo los turbantes africanos:
y pues Fernando sois de Dios el dedo
mundifica este reyno siempre santo
de impío y libertino tanto tanto
quitad fracmasones y paganos”.

 

©2024 Antonio Bueno Tabernero.


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[1] Denominada oficialmente Junta Superior de Observación y Defensa de Molina.

[2] Poco después, tras su muerte violenta, sería nombrado en su lugar don Joaquín Montesoro.

[3] Formado en la primavera de 1808 con unas 500 plazas. Sería confirmada su creación por despacho real el 13 de junio de 1809.

[4] Pérez Fuertes, P.: “El incendio de Molina en 1810”, en “La Prensa Alcarreña”, nº 22, p. 14; 13 de noviembre de 1981.

[5] Como ejemplo, los regidores de Clares, en estos seis años, debieron sacar de la Cámara de Misericordia de la iglesia y entregar, como suministro a las tropas, un total de 310 fanegas y media, dos celemines y dos cuartillos de trigo.

[6] Desde 1479 esta cuadrilla la integraban los pueblos de Iruecha, Codes, Balbacil, Clares, Turmiel, Mazarete, Anquela y Tobillos. Hasta 1769, año en que obtuvo el privilegio de villazgo, también formó parte de ella Maranchón.

[7] Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, I duque de Bailén (1758-1852): tras la victoria de la batalla de Bailén e instaurada la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, fue designado para el mando del Ejército del Centro.

[8] Jean Lannes (1769-1809): en 1808, Napoleón lo nombró comandante en jefe de un ala del ejército francés, enviándolo a España. En diciembre de 1808 sitiaría Zaragoza, logrando su capitulación el 20 febrero.

[9] Unos 10.000 hombres, según fuentes francesas.

[10] Bon Adrien Jeannott de Moncey, Duque de Conégliano (1754-1842): nombrado Mariscal en 1804. Destinado a España, el 10 de marzo de 1808 tomó la fortaleza de Santa Engracia y a continuación participó en el segundo sitio de Zaragoza. En 1823 regresaría a España al mando de una parte del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis.

[11]Campagne de L’Empereur Napoléon en Espagne (1808-1809), par le commandant breveté Balagny. Tome deuxième, Tudela, Somosierra, Madrid. París-Nancy, 1903.

[12] Hoy llamado Plasencia de Jalón.

[13] Francisco Javier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana (1754-1838): ya retirado, cuando Napoleón invadió España regresó al ejército. Participó en la batalla de Bailén, siendo nombrado comandante jefe del ejército en Andalucía. Fue derrotado por los franceses en Uclés el 13 de enero de 1809 junto al Duque del Infantado.

[14] Maurice Mathieu, conde Mathieu de Saint-Maurice y de La Redorte (1768-1833): a partir de 1808 jugaría un importante papel en las Guerras Napoleónicas en España. El 26 de abril de 1810 fue nombrado Conde del Imperio, y en agosto de ese mismo año, gobernador de Barcelona y la Baja Cataluña. Regresaría a Francia el 2 de noviembre de 1813.

[15] Louis François Félix Musnier de la Converserie (1766-1837).

[16] Conformaban la infantería, unos 4000 hombres, el Regimiento de Órdenes Militares, el 1º y 2º batallón del Regimiento de Burgos, el batallón del Regimiento de Irlanda, el Ligero de Campo Mayor y el Ligero de Navas de Tolosa. La caballería, unos 500 jinetes, estaba compuesta por del Regimiento de Borbón, dos escuadrones de Farnesio, y una compañía de Lanceros de Utrera.

[17] Según la “Relación de la retirada del exercito del centro desde la orilla derecha del Ebro hasta la ciudad de Cuenca”, publicada en el nº 6/1816 del periódico “Mercurio de España”, las cifras serían: 158 muertos, 294 heridos y 987 prisioneros, incluyéndose oficiales, suboficiales y soldados.

[18] Cifras sospechosamente escasas.

[19] Michel Ney, duque de Elchingen y príncipe de la Moscova (1769- 1815): en agosto de 1808 fue enviado a España con el VI Cuerpo del Gran Ejército.

[20] Los regidores de Clares entregarían “para suministro, en la retirada de el Sr. Castaños; y los enemigos que venían en su seguida: noventa y cinco fanegas de trigo en los días primero, segundo, tercero de el mes de noviembre de el referido año”.

[21] José de Urbina y Urbina, III conde de Cartaojal (1761-1833).

[22] Manuel Lapeña Rodríguez y Ruiz de Sotillo (1766-1827).

[23] Jean Gabriel Marchand (1765- 1851): general de división francés, fue enviado a España al mando de la 1ª División del 6º Cuerpo, a las órdenes del mariscal Ney. En febrero de 1809, su división contaba con cerca de 6900 soldados divididos en doce batallones.

[24] Pedro Alcántara Toledo Silva de Mendoza y Salm-Salm, XIII Duque del Infantado (1768-1841).

[25] Antonio Malet, Marqués de Coupigny (?-1825): general español de origen francés. En 1808 fue ascendido a mariscal de campo y teniente general ese mismo año. Fue nombrado capitán general de las Islas Baleares en1812.

[26] “Campagne de L’Empereur Napoléon en Espagne (1808-1809), par le…”

[27] Jean-Joseph Dessolles, marqués de Dessolles (1767-1828): fue enviado a España como comandante de división, puesto que desempeñó desde 1809 a 1811.

[28] Arenas López, A.; “Historia del Levantamiento de Molina de Aragón y su Señorío en mayo de 1808 y Guerras de su Independencia”. Valencia, 1913.

[29] Como indica en propio Duque en su crónica: “Esta incertidumbre (en el número real de efectivos) manifiesta la facilidad con que se equivocan los paisanos”.

[30] Lo ocurrido desde el comienzo de este año hasta aquí se ha extraído de: Alcántara Toledo Silva de Mendoza y Salm-Salm, P. (XIII Duque del Infantado): “Manifiesto de las operaciones del Exército del Centro desde el día 3 de diciembre de 1808 hasta el 17 de febrero de 1809”. Reimpreso por Francisco Brusola; Valencia, 1811.

[31] Ramón de Salas y Cortés (1753-1835): nacido en Belchite (Zaragoza), fue profesor de la Universidad de Salamanca, siendo uno de los primeros teóricos de Derecho Constitucional en España. Sería intendente de Guadalajara hasta 1810, momento en el que pasó a ocupar el cargo de prefecto en esa misma provincia. En enero de 1811 se le designó prefecto de Toledo, cargo que ostentaría hasta la batalla de Vitoria, viéndose obligado a exiliarse a Auch en 1813, para regresar a España en 1820.

[32] Joseph Léopold Sigisbert Hugo (1773-1828), padre de los literatos Victor HugoAbel Hugo y Eugène Hugo. Fue nombrado general y gobernador de Guadalajara, consiguiendo neutralizar las guerrillas españolas en la zona del Tajo, restableciendo así las comunicaciones entre los cuerpos del ejército francés. Fue nombrado I Conde de Sigüenza.

[33] Torremocha del Campo.

[34] Vocal de la Junta de Molina.

[35] Paraje junto al río Mesa. Anteriormente se conocía a este río como “de la Gallinera”.

[36] Ante la falta de artillería y de materiales para fundirlos, se ocurrió la ingeniosa idea de construir cañones de madera a base de gruesos troncos ahuecados por dentro y reforzados con cinchos de hierro. Según algunas crónicas, llegaban a resistir hasta 15-20 disparos.

[37] Bajas y heridos, según Anselmo Arenas.

[38] Según el parte enviado a la Junta Central.

[39] Correspondencia de Ramón Salas, intendente de la provincia de Guadalajara, dirigida a Pascual Calbo y a la villa de Molina de Aragón. Archivo Histórico Nacional, ESTADO,3100, Exp.17.

[40] Probablemente José Martínez de San Martín, quien formó parte de la guerrilla durante la guerra, siendo responsable del mando militar en la provincia de La Mancha. Gracias a estas batallas, alcanzó el grado de brigadier de los Ejércitos, lo que también le valió el apodo de Tintín.

[41] Parte de José Martínez, redactado en Iruecha a las 6 y media de la tarde del 17 de marzo y enviado la Junta de Molina. Fue publicado en la Gaceta del Gobierno el 31 de marzo de 1809.

[42] Por Molina formaría parte de esta Junta el abogado Francisco López Pelegrín.

[43] Publicado en el “Diario de Mallorca” nº 138, del jueves 18 de mayo de 1809.

[44] Louis Gabriel Suchet (1770-1826): tras el sitio de Zaragoza, había sido enviado a Calatayud para mantener libres las comunicaciones de Zaragoza con Madrid y a Molina con el fin de disolver la reunión de la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla. En abril de 1809 sería nombrado general en jefe del Ejército de Aragón, siendo sus tropas las últimas en abandonar España, retirándose de Cataluña en 1814.

[45] En esta fecha se produciría la primera entrada de tropas francesas en Molina.

[46] Algo más de dos kilómetros y medio.

[47] Solicitud de confirmación del Batallón de Voluntarios. Junta de Molina a la Junta Suprema Central”. 9 de julio de 1809.

[48] Parte de la Junta de Defensa de Molina a la de Valencia, de 5 de mayo de 1809.

[49] José López Juana Pinilla, intendente comisionado de la provincia de Guadalajara.

[50] Ramón Gayán y Díaz (1772-1846): nacido en Paniza (Zaragoza), organizó junto a su hermano Mariano el Batallón de Voluntarios de Cariñena, siendo nombrado su capitán.

[51] Lafoz Rabaza, H.: “Actas de la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla (1809)”. Institución Fernando el Católico, Diputación de Zaragoza. Versión web: https://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/2945

[52] Pedro Villacampa y Maza de Lizana (1776-1854): hecho prisionero por los franceses en Zaragoza, lograría escapar para ser nombrado vocal de la Junta militar de Tortosa.

[53] Joaquín Blake y Joyes (1759-1827): de origen irlandés, al estallar la guerra era brigadier, llegando a ser capitán general interino de Valencia, para el mando provisional de Aragón, en noviembre de1808. En 1809 le sería dado el mando del Ejército del Centro.

[54] Denominada Ala Izquierda de Aragón.

[55] Lafoz Rabaza, H.; La Junta Superior de Aragón y parte de Castilla y los asuntos militares (1809-1812), en “Revista de Historia Militar”, núm. extraordinario; Ministerio de Defensa, 2008.

[56] Una Real Orden declaraba a la Junta de Sigüenza independiente de la Superior de Aragón, atribuyéndose el título de Provincial contra lo ordenado por la Central. Su primer presidente sería el obispo seguntino Pedro Inocencio Bejarano.

[57] Hoy llamado Santa María del Espino.

[58] Nacido en Munébrega (Zaragoza) hacia 1777. Sustituiría varias veces al Empecinado en el mando de su división cuando fue herido o debió ausentarse.

[59] López de los Mozos, J.R.: “Maranchón en la Guerra de la Independencia (1810-1811) a través de algunos documentos”. Maranchón, 1991.

[60] Józef Chopicki (1771-1854): nacido en Polonia, sería nombrado general de brigada tras la victoria de Suchet en la batalla de Sagunto, en 1810.

[61] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal Suchet sobre sus campañas en España. 1808-1814”. Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2012.

[62] García de Paz, J.L.; “La guerra de la Independencia en Guadalajara y Tendilla”, en “Wad-Al-Hayara”, 2010, nº 35-36.

[63] Libro de Difuntos”. Archivo parroquial de Clares.

[64] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal Suchet sobre…”

[65] Francisco Rebolledo de Palafox y Melzi (1774-1812) segundo hijo del III marqués de Lazán y hermano de José Rebolledo de Palafox (el del sitio de Zaragoza) y de Luis Rebolledo de Palafox (el hermano mayor).

[66] Paraje conocido hoy como “Peña del Águila”, en el camino hacia Luzón, según Javier Serrano Copete en su libro: “Una historia de Anguita: el pueblo y su entorno”. Aache; Guadalajara, 2008.

[67] Entre estos prisioneros, se encontraba el padre Gil, un monje famoso por su papel en el sitio de Zaragoza.

[68] Se trasladaría a Huertahernando.

[69] Hugo, A.  France Militaire. Histoire des Armées Françaises de Terre et de Mer de 1792-1837. Tomo IV, pp. 299-300. Delloye, París, 1838.

[70] François Roguet (1770-1846).

[71] Pierre Dumoustier (1771-1831).

[72] Claude Marie Joseph Pannetier (1769-1843).

[73] Juan Martín Díez (1775-1825): labrador antes de la guerra, en 1809 sería nombrado capitán de caballería. Su objetivo principal fue dañar las líneas de comunicación francesas. El considerable daño que produjo al enemigo hizo que se nombrase al general Hugo como su “perseguidor en exclusiva”.

[74] “Mémories militaires du lieutenant général comte Roguet (François). Tome Quatrième”. Paris, 1865.

[75] Pérez Fuertes, P.: “El incendio de Molina en 1810”, en “La Prensa Alcarreña”, nº 22, p. 14; 13 de noviembre de 1981.

[76] En sus Memorias, Roguet no hace alusión alguna al incendio de la ciudad.

[77] López de los Mozos, en su citada obra “Maranchón en la Guerra…”, señala erróneamente esta fecha como la primera en la que las tropas imperiales entraron en Maranchón.

[78] Marie Auguste Pâris (1771-1814): encargado por Suchet en 1811 de defender con su brigada el sector de Daroca, Molina de Aragón y Monreal del Campo de los ataques españoles.

[79] Louis Jean Nicolas Abbé (1764-1834): llegó a España en 1810, poniéndose a las órdenes del mariscal Suchet y siendo ascendido a general de división en 1811.

[80] Rújula, P.: “Memorias del Mariscal Suchet sobre sus campañas en España. 1808-1814”. Institución s de Fernando el Católico. Zaragoza, 2012.

[81] Esta tuvo que abandonar Huertahernando y refugiarse en varios pueblos de la margen izquierda del Tajo.

[82] López Alonso, J.L: “Atienza de los Juglares”, nº 72; pp. 5-12. Atienza, 2015.

[83] En Molina, el general Hugo se enteraría de que el rey José Bonaparte había abandonado Madrid.

[84] Luis Lacy Gautier (1775-1817): enrolado en el ejército francés, en 1808 desertó y regresó a España. En 1811 fue nombrado capitán general de Cataluña. Murió fusilado tras la guerra en Palma de Mallorca por pronunciarse en Cataluña junto al general Milans del Bosch y defender la Constitución de Cádiz de 1812.

[85] Gervasio Gasca Ormigón (1760-1833): participó en los dos sitios de Zaragoza, distinguiéndose en la defensa de la puerta del Portillo. Hecho prisionero tras su rendición, lograría evadirse y presentarse ante el Primer Ejército. Tras su llegada a Valencia en septiembre de 1811 conduciendo la división de caballería desde Cataluña, le sería dado el mando del Regimiento de caballería de Cazadores de la Real Maestranza de Sevilla.

[86] “Diario de Palma”, nº 28, 3 de octubre de 1811.

[87] Fraile García, N.: “Maranchón (mi pueblo)”. Guadalajara, 1994.

[88] Luigi Mazzuchelli (1776-1868).

[89] Giuseppe Federico Palombini (1774-1850).

[90] Desde 1982, la plaza Mayor del pueblo lleva su nombre.

[91] Estas diputaciones provinciales funcionarían hasta el 16 de junio de 1814, día en que Fernando VII las abolió.

[92] El caserío y sus tierras fueron donadas por Martín de Hinojosa al monasterio en 1194, perteneciéndole hasta la desamortización de Mendizabal en 1843.

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