Viajeros ilustres por el "Camino Real de Aragón" en el tramo Alcolea del Pinar - Embid . (4ª y última parte)
Carroza de la Corona Real. Colección de Fernando VII. |
En la última parte de este trabajo conoceremos a los últimos viajeros ilustres que transitaron por el viejo Camino Real de Aragón, desde 1761 hasta aproximadamente mediados de siglo XIX. A partir de 1830 empezaría a utilizarse como vía principal entre Madrid y Zaragoza la nueva carretera que desde Alcolea se dirigiría hacia Medinaceli continuando por el valle del Jalón, abandonándose progresivamente el itinerario por Maranchón, Tortuera y Daroca.
22.- Clemente Antonio de Baena, 1761
Solo un año después del paso de Baretti, Clemente Antonio de Baena, capellán de la iglesia de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera, pasaría por nuestros pueblos en su camino hacia Roma.
Nacido en el propio Arcos hacia 1720 en el seno de una noble familia, Baena estudiaría latín, artes y Teología en Sevilla.
El motivo que lo llevaría á Roma, sería la comisión recibida de sus compañeros los curas, beneficiados y capellanes de la Parroquia de Santa María de Arcos, para gestionar en la sede vaticana la favorable resolución del larguísimo pleito que el clero de dicha parroquia sostenía con el de la de San Pedro, también de Arcos, sobre preeminencia y antigüedad de sus respectivas Iglesias.
Partiendo el 30 de septiembre de 1761, anduvo las 522 leguas casi siempre en carruaje. Cuatro años y medio después regresaba a Arcos, trayendo despachado el pleito favorable a las pretensiones de Santa María.
De todo el viaje Baena tomaría notas en un diario, que con el titulo “De Arcos a Roma en 1761” sería publicado años después [1].
Veamos las escuetas anotaciones que haría de su paso por nuestros pueblos:
“Salí el diez y siete (de octubre, de Gajanejos) a las seis de la mañana llegando a las once a la villa de Algora, que la mitad es del Duque de Medinaceli y la otra del Duque del Infantado. Hay cuatro leguas y allí comí, Salí a la una llegando a las cinco a la villa de Alcolea, que hay tres leguas, donde dormí.
El diez y ocho a las cinco de la mañana seguí mi camino, llegando a las diez a Maranchón, que hay cuatro leguas, donde comí. Salí a la una y pasé por dos lugares llamados Clares y Balbacil y a las seis de la tarde llegué a Anchuela donde dormí, que hay tres leguas.
El diez y nueve salí a las seis de la mañana y pasé por un lugar llamado Concha, otro que dicen Tartanedo y a las diez llegué a Tortuera donde comí que hay tres leguas. A la una de la tarde salí, pasando por un lugar llamado Embid, que es el último del reino de Castilla la Nueva”.
23.- Duques de Arcos, 1772
El siguiente paso que constatamos de personajes insignes por nuestro tramo del Camino Real sería el de los Duques de Arcos, acompañados en su comitiva por los Marqueses de Guevara, de Cogolludo y de Peñafiel y Don Pedro de Silva, a comienzos de julio de 1772.
Antonio Ponce de León y Spínola de la Cerda, XI Duque de Arcos, nacería en 1726. En 1753 sería nombrado capitán de la compañía española de Reales Guardias de Corps, sucediendo 10 años más tarde a su hermano Francisco en el ducado de Arcos.
Armas de los Duques de Arcos. |
A su regreso de Italia, Carlos III nombraría al Duque de Arcos Capitán General de los Reales Ejércitos y en 1777 ministro del Consejo Supremo de la Guerra. En 1778 se casaría con la viuda Dña. Mariana de Silva-Bazán, madre de la famosa duquesa de Alba, con la que no tendría descendencia.
Pero volviendo al viaje que nos ocupa [2], el 7 de julio la noble comitiva iniciaría su viaje hacia Francia. Caminando a toda velocidad, harían de manera asombrosa en sólo una jornada el tramo entre Madrid y Alcolea del Pinar, parando en Gajanejos para cenar:
“…y siguiendo por Algora y Torremocha, llegaron a Alcolea del Pinar a las seis de la mañana: durmieron tres horas, y el Sr. Duque, viendo incorporados los criados con el mediano tren preciso a la asistencia debida a su persona y de los demás expresados Señores, con marcha tan en diligencia que las 23 leguas hasta Alcolea queda dicho las corrieron en aquella noche, arregló S.E. sus disposiciones para lo demás, encargando al Excmo. Sr. Marqués de Guevara el cuidado que piden los regalos de S.M a la Corte de Nápoles.
Al Excmo. Sr. Marqués de Cogolludo, el de que, para evitar confusión y dilaciones en la marcha, atendiese a que en las posadas descargasen de los tres coches, maletones, maletas y demás muebles que conducían los tres coches, teniendo mozos que subieran todos los trastos a los cuartos, porque, ayudados de la gente de librea, se armasen e hiciesen camas y demás indispensables al mejor servicio de Sus Excelencias, y que por el mismo orden se hiciera la salida de las posadas, a cuyo tiempo tuviese dada orden dicho Señor Marqués de la distribución de personas en los tres coches por un modo correspondiente, y de manera que diariamente alternasen dos de los cuatro Señores en el coche primero, que siempre ocupa S.E.
Al Excmo. Sr. Marqués de Peñafiel le encargó reconociese los coches; hiciera se untasen con frecuencia sus ejes para que no se ardieran; regasen sus ruedas y asegurasen pezoneras, y cuanto fuese conducente, procurando evitar los riesgos que el descuido produce fácilmente en viajes acelerados. Cuyas disposiciones tienen por objeto en el Sr. Duque que los demás Señores se habiliten e instruyan aun de lo más menudo, que en tan largo viaje les es conveniente a su presente y futura instrucción. Y porque el ejemplo de lo que personalmente ejecutan Sus Excelencias ninguno de los demás de la comitiva resista echar mano a cuanto ocurra, sin detenerse en fastidiosas etiquetas que suelen malquistar el buen orden y reglado método que con unión va produciendo el mejor éxito de las marchas; los Señores Duques y Don Pedro de Silva se reservaron con recíproca armonía atender a todo, principalmente a la mesa, y en su servidumbre no embarazarse ni quitarse el tiempo a ganar horas, que abrevien el camino, y a la costa de comer SS.EE. cuasi sirviéndose a sí mismos.
Mandó el Sr. Duque que al propio tiempo comiesen las familias, logrando que a una voz se hallen todos expeditos a la obligación, sirviendo con particular gusto, unión y conformidad, adelantando el tiempo Señores y criados, de modo que, como emulándose, se compitan al desempeño de sus encargos.
Día 8.
Salieron de Alcolea a la una del día, siguiendo la marcha por Aguilarejo, Venta de Garbajosa[3], Balbacil, Anchuela del Campo, Concha, Tartanedo, y durmieron SS. EE. en Tortuera, de donde se tomó la marcha a las cuatro y media de la mañana.
Día 9.
Se salió a dicha hora siguiendo los pueblos de Embid del Marqués, Used, Venta Nueva…”
24.- Joseph Townsend, 1786
Catorce años después que los Duques de Arcos, el médico, geólogo y vicario anglicano Joseph Townsend iniciaría un viaje por España durante más de un año. En él, además de conocer la corte de Carlos III, recopilaría numerosos datos de la sociedad española: población, producciones, costumbres, así como la geografía, flora, agricultura e industria de los lugares por donde pasaba. También se encargó de describir las condiciones en las que vivían los españoles y el despotismo con que se ejecutaban las leyes.
Joseph Townsed (1739-1816) |
Todo ello se plasmaría en el libro titulado “A journey through Spain in the years 1786 and 1787; with particular attention to agriculture, manufactures, commerce, population, taxes and revenue of that country”, en tres volúmenes, que se publicaría en Inglaterra en 1791. Aunque poco después se publicaría en alemán e inglés, probablemente a causa de la dura crítica que el libro vertía sobre la administración española de la época, no sería publicado en español hasta 1988, bajo el título “Viaje por España en la época de Carlos III (1786-1787)” [4].
Veamos los párrafos dedicados al trayecto que aquí tratamos:
“A las once de la mañana, después de haber recorrido las cuatro leguas que solían preceder a la comida, llegamos a Tortuera. Esta pequeña aldea, la mansión de la miseria y pobreza, se asienta sobre una roca de un mármol que no desmerecería en un palacio. El sol resplandecía intensamente y no se veía ninguna nube, sin embargo...
(CONTINÚA)
A quienes durante este tiempo de pandemia han partido
en soledad en su “viaje” eterno hacia las estrellas.
A la memoria de todos ellos.
©2020. Antonio Bueno Tabernero.
Artículo registrado en el Registro de Propiedad Intelectual de
Safe Creative.
NOTAS:
[1] De Baena, C.A.; “De Arcos a Roma en 1761”. Arcos, 1893.
[2] “Diario puntual del
viaje a Nápoles de los Excmos. Sres. Duques de Arcos, Marqueses de Guevara,
Cogolludo y Penafiel, y del Señor Don Pedro de Silva, con motivo de ir el
primero a nombre de S.M. a sacar de pila a la Serenísima Princesa de Nápoles
(1772)”. en: “Series de los más importantes documentos del archivo y
biblioteca del Excmo. señor duque de Medinaceli, elegidos por su encargo y
publicados a sus expensas por A. Paz y Meliá”. Iª Serie Histórica. Años
860-1814. Madrid, 1915.
[3] Venta del Gorro.
[4] Townsend, J.; “Viaje por España en la época de Carlos III
(1786-87)”. Traducción de Javier Portus. Madrid 1988.
He seguido con interés tu serie del camino real, y no solo yo sino el resto de mi equipo.
ResponderEliminarMe presento, me llamo Javier Verástegui, oriundo de Milmarcos y Vocal de Senderismo de la FDMCM.
Actualmente, y tras varios intentos, gracias a la Mancomunidad Campoo-Mesa estamos en vias de recuperar este trrazado para uso ciclista y deportivo, en el trazado entre Embid y Anchuela del campo.
Nos encantaría contactar contigo y darte mas detalles, por si fuera de tu interes.
Un saludo
Hola Javier. Lo primero pedirte disculpas por la tardanza en contestar a tu mensaje, pero nomlo había visto hasta hoy. Agradecerte tu interés y el de tu equipo de la FDMCM por mi artículo sobre el camino real. Es un honor. No tenía noticias de la posible recuperación para su uso ciclista y deportivo del tramo Embid - Anchuela, lo que me alegra enormemente.
EliminarY por supuesto podéis contactar conmigo para lo que deseéis. Mi correo es buenotabernera@gmail.com.
Saludos.